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Habían sido unas semanas difíciles, realmente difíciles. Sobretodo para Chisaki Kai. El diablo finalmente tenía su merecido.

-¡Métete!- Tenía que verlo, presenciarlo, y lo odiaba. Odiaba ver como el padre de su mujer la metía a bañar con agua fría cada que recaía. Fría no, helada, es más, ni siquiera esa era la peor parte. El usaba métodos que incluso Chisaki consideraba extremos. La chica a veces gritaba pidiendo perdón, pero cada vez lo hacía con menos frecuencia, mientras más miedo le tenía a las consecuencias y a las drogas mejor se veía. Ahora le tocaba un baño, después de estar una semana casi todo el día amarrada a un árbol del patio. Chisaki lo odiaba, a veces quería saltar sobre el estoíco hombre y gritarle que se fuerza. Pero sin duda, dejaba resultados claros.

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-No te muevas- Le regañaba su doncella mientras le quitaba la poca barba que se le formaba a los tres días a quien ahora llamaba su marido. 3 meses desde aquella recaída en las drogas, 2 años de conocerse y seguía dependiendo de ella. Sus brazos mecánicos estaban en reparación, de tanto forcejear con ella se dañaron. Se volvía a sentir ligero de una manera incómoda, pero en parte estaba acostumbrado.

-Lo siento- Habla con suavidad para dejarse afeitar. Al finalizar, su dama le daba besos por sobre la nariz y la frente, el premio más glorificante de todos.

-¿Vas a correr conmigo hoy?- Chisaki niega.

-Es incómodo con los brazos, pero sin dudas te estaré mirando- Le mira con una sonrisa algo coqueta antes de recibir un beso juguetón.
-¿Cómo te sientes hoy?-

-Llevo limpia una semana, me siento ligera, como una pluma- Ambos ríen suavemente.

-Mi reina...-

-¿Sí?-

-No lo hagas de nuevo, ¿si? Ya no soporto ver el daño que te has hecho- En un abrir y cerrar de ojos, el corazón de la mujer se había vuelto una piedra que conformaba la arena más fina. Escucharlo le dolía, escucharlo así le dolía.

-Sabes que lo intento...-

-No lo suficiente- El padre de T/N se asoma por la puerta.
-Vámonos, tienes que correr- T/N asiente y da un último beso a su adorado Kai.

-Hablamos más tarde- Dice con una sonrisa amplia para salir junto a su padre.

Al rato, Chisaki estaba en el amplio patio mirando a la mujer ejercitarse, según su padre una rutina de ejercicios y comida saludable pronto la haría sentir mejor; no estaba equivocado, definitivamente se veía mejor, además su última "recaída" la de hace una semana, no llegó a probar nada, solo lloró frente a la mesa con las líneas intactas en ellas. Su padre también le había negado trabajar pues no sabía cuál de sus clientes le estaba supliendo.

Su relación estaba mejor, ya no eran tantas peleas, él ya no era el malo del todo, aunque a veces sí se ponía fuerte con ella. Aún así, la seguía amando con todas las fuerzas del mundo, y si ella no se rindió con él, ¿por qué tenía que rendirse el con ella?; dulce desgracia. Mirarla desde el banco era placentero, no había que negar el hermoso cuerpo de su mujer, pero verla haciendo ejercicio era tan...excitante. ¡Tenía que admitirlo! La situación quizás no era la mejor pero su mente solo daba círculos a él amor que tenía por ella, a su hermoso rostro y luego iba a ese cuerpo fortalecido en un inicio por el ejercicio y su trabajo de mecánica. Recordaba su primera vez con ella, no poder tocarla había sido un martirio pero, verla encima suyo, obedeciendo tanto sus órdenes como sus propios caprichos; Dios, que dulce deleite. Recorría las curvas del cuerpo de T/N lentamente; rostro, cuello, espalda, senos, caderas, trasero, pelvis y piernas; incluyendo esos lindos pies descalzos. Esta loco por ella, más que loco incluso.

La arcángel y el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora