1

163 19 29
                                    

ADVERTENCIA: No apto para público sensible. Si no soportas dicho contenido favor de no leer.

La noche había sido demasiado tranquila, bueno, todos los días habían sido demasiado tranquilos.

Chisaki regresó unas horas más tardes de lo planeado de la casa de Kenji Tsuragamae. Finalmente, había llegado contento de que todo había acabado. Ahora sólo quedaba que se publicara que él había sido sentenciado a arresto domiciliario por cuatro años y estaría yendo a terapia de la próxima semana en adelante, sindo esto requisito gubernamental por los próximos cinco años, si él no cumplía con lo dicho se le mandaría a prisión por más de veinte años, así que estaba contento con lo logrado.

Levantarse y tener el desayuno a sus pies era deleite de la celebración. Una buena mujer, un gato panzón, una casa, una sentencia no tan mala.

¿Qué más podría desear?

-Te amo, nena- Susurró contra tus labios cuando le dejaste el desayuno en sus piernas. Recibió un beso, un beso que no pudo disfrutar por tanto tiempo.

Una risa cínica irrumpió la habitación, una de las paredes se desintegró, a lo que ambos saltaron de la cama; tú con el gato en brazos.

-¿¡Qué está pasando!?- Miras a Chisaki quién se da cuenta de la situación.

Son ellos.

Shigaraki, Himiko Toga, Toya Todoroki, Jin Bubaigawara y otros más. Todos entraron por la destrozada pared.

-¡Venimos por el chivato!- Grita una mujer rubia a la que no conocías de ningún lado. Tenía el aspecto de una desquiciada, incluso más que tú.

Venían por él.

-Corre- Ordena Chisaki cubriéndote. 

-¿Q...qué?-

-¡Corre!- Te asustas por el tono que usa, decides correr, intentando salir del cuarto, pero Twice se interpone en tu camino cubriendo la puerta.

-Straus, pégale-

-Esperen, ¡no!- Chisaki se volteó hacia tí, pero ya era demasiado tarde.

Todo se había vuelto negro.

[...]

Despertaste amarrada, escondida en una habitación oscura. Miraste a tu alrededor, tuviste miedo al recordar cómo habías llegado allí. Tus manos y piernas estaban amarradas, tu boca tenía cinta adhesiva a medio caer. Buscaste a Chisaki, pero no había ningún indicio de él cerca.

Los ojos de la mujer se humedecen, bajando la mirada al suelo. ¿Estaría él bien? ¿La dejarían salir en algún momento? ¿Moriría? ¿La asesinarían? ¿La matarían de hambre?

¿Dónde está mi gato?

Aquella pregunta la hizo levantar la cabeza. Buscó alrededor, no encontrando muchos, apenas podía ver algo en tal oscuridad. El gato no hacía presencia por ningún lado, y era algo preocupante.

La puerta se abre, el hombre de piel reseca y pelo blanco parecía estar ahí a por tí.

-Mmh...Que bonito espécimen- Se acerca a tí, poniéndose de cunclillas frente tuyo. Te acercó una de sus manos y acarició tu mejilla con su nudillo, una mano áspera, casi rocosa.

-¿Dónde está Chisaki?- Hablaste bajo, no querías ofender a alguien tan posiblemente peligroso.

-Él está...bien, dentro de lo que cabe. Pero como bien sabes...- Se acerca a tu rostro, dejando ambas respiraciones colindantes hasta casi volverse una. Su mano rodeó tu cuello y lo apretó suavemente, quitando poco a poco el aire que entraba en el interior de esa área. Jadeaste entreabriendo los labios.
-los chotas mueren por la boca- Te hiciste para atrás y terminaste contra la pared, aquella mirada te decían lo que quería. Un beso. Te besó con aquellos labios áridos introduciendo su sucia lengua en tí. Lo mordiste, le mordiste su labio inferior con fuerza haciéndolo sangrar. Recibiste un bofetón que te hizo inclinar la cabeza a un lado.
-Perra estúpida- Te siguió mirando en esa posición, poniendo sus brazos sobre sus rodillas.
-A tí te conservaré viva, para después- Se levanta y te agarra del cabello. Intentó halarte pero eras muy fuerte para ello.
-...Todoroki...- Llamó.

La arcángel y el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora