XIV

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Una ultima vez

Seokjin estaba destruido, sus piernas lo abandonaron cayendo al suelo, mientras sus lagrimas no dejaban de salir, con su corazón destrozado y alma rota, por ver como el amor de su vida lo abandonaba a su suerte, ¿No era esto lo el quería? pero no haci, este tormento solo logro hacerle contemplar las cosas más claras y savia que era tiempo de ser valiente y arreglar de una vez por todas lo que construyo, con su ego y sentido de superioridad, que lo obligo a pensar que debía ser perfecto en todo y no debía equivocarse nunca... Aveces se atormentaba tanto a si mismo, por nunca a ver aprendido a perder, a sentir las derrota dentro de sí, a saborear la perdición, pero gracias a su experiencia que le hizo distinguir que aveces perder no está mal.

Y no había tiempo para derramar lágrimas, con todas sus fuerzas reunidas el omega se levanto del suelo, para salir de esa habitación que tanto lo asfixiaba y lo envolvía lentamente en su Subconsciente.

Camino hasta la puerta arrastrando la tela del vestido que sobraba de largo, no le importaba si se arruinaba su lindo disfraz, el solo quería finalizar eso que nunca debió haberse llevado a cabo.

—¿Seokjin que haces?

Pregunto, sorprendido jimin al observar a su hermano reflejando desesperación y abrumidad en su hermoso rostro. Nunca lo había visto haci, ni cuando su madre le hacía resaltar sus más grandes errores. ¿Qué es lo que le sucedía a su hermano?

—Jimin no hay tiempo de explicar, tengo que irme a la mansión min.

—Seokjin tranquilízate.

Las lágrimas en el rostro de su hermano mayor se hicieron cada vez visibles y sus ojos mostraban una enorme tristeza, pero con una pizca de culpa inundándolos.

—¿Qué te paso? —Pregunto jimin sumamente compadecido por su hermano.

El silbido del tren se hizo presente en la cabina, provocando que la omega abriera sus ojos despertando de su sueño tan profundo que suplicaba porque nunca se terminara su mundo de ficción y surrealismo puro, pero el sonido tan fuerte y tosco inva...

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El silbido del tren se hizo presente en la cabina, provocando que la omega abriera sus ojos despertando de su sueño tan profundo que suplicaba porque nunca se terminara su mundo de ficción y surrealismo puro, pero el sonido tan fuerte y tosco invadieron sus oídos de inmediato, entrelazándose con las voces de los demás pasajeros.

La omega cerro una última vez sus ojos tratando de llenar sus pensamientos y expectativas en buenas oraciones, tan solo obligarse a imaginar cómo sería llegar a su hogar y abrazar a su madre, mientras ella la recibe con esa alegría que la caracteriza durante le hace preguntas de su trabajo y su vida en Londres, ese era el verdadero problema.

La mujer camino hasta bajarse del tren, dándole una última releída a la carta de su madre, sonriendo con cada palabra escrita, notándose con cuanta devoción y aprecio fue escrita cada palabra con tinta, sobresaliendo esa aura de cariño con la que fue hecha.

—Disculpe señorita se le cayó esto.

La omega se da la vuelta al sentir un toque en su hombro, sorprendiéndole un tacto tan gentil y amable. Al darse la vuelta observa a un joven, acercándose a su edad si es que no era más joven que ella, con una sonrisa cálida y unos ojos muy hermosos y grandes que plasmaban inocencia y sobre todo inexperiencia hacia la vida con un brillo tan magnifico y poco común a sus ojos.

𝙻𝚕𝚎𝚐𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚊 𝚕𝚊 𝚍𝚎𝚛𝚒𝚟𝚊 [ 𝚈𝚘𝚘𝚗𝚖𝚒𝚗 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora