Capítulo 3

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Voy a borrar lo de los aires de felicidad. Fue más bien una brisa. Mis jefes en verdad son machistas e insoportables. El nuevo proyecto que con tanto entusiasmo comencé el lunes me ha traído más dolores de cabeza que todos mis ex juntos. La mirada de mis jefes cuando presento nuevas ideas y los "no me hagas que me arrepienta de contratarte" casi me hacen colapsar.

Ale ha sido de gran ayuda. Es buen compañero y buen amigo también. En el trabajo me cubrió varias veces y también me sostuvo mientras tomábamos algún café para despejarnos. Maite es una de las mejores en su trabajo y eso la hace una perra a veces. No se ha metido conmigo, pero ha sido algo cruel con Ale un par de veces. Él no ha mencionado nada de la relación que tienen, pero siempre la defiende. Por momentos me parece que el miedo de Mai es infundado, ya que si le explicara a Ale cuáles son sus temores, él la ayudaría.

El viernes llega pesado y lleno de trabajo. Las horas se arrastran lenta y dolorosamente mientras intento maquetar un proyecto bajo la atenta mirada de uno de mis jefes. Al terminar no me dice ni una palabra solo asiente en señal de que lo aprueba. Salgo de la oficina con el deseo de ponerme el pijama, llamar a mi papá y dormir sin pensar en mis horribles jefes.

Soy interceptada por Mai que me ordena prepararme para esta noche.

- No tengo ganas, la próxima- le digo

- No. Es el cumple de Azul. Asique vamos a ir a celebrar.

- No tengo idea quien es Azul.

- Es una compañera de Ale- mira para todos lados para comprobar que nadie nos oye- una odiosa mujer que no para de hacerle sonrisitas. A veces pienso que Ale ya ha caído en sus encantos. Él me confirmó que iba. Nosotras tenemos que ir.

- Empiezo a odiarte.

- Sos mi mejor amiga no podés odiarme- se burla- a las diez te buscamos.

Al llegar a casa hablo con papá, quien promete visitarme la semana siguiente. Hago una nota mental de ello para terminar de desempacar y darle a mi departamento un aire de hogar. Se pone feliz cuando le digo que voy a salir con amigos. No menciono a mis jefes. Desde que mamá murió solo quiero darle buenas noticias, no quiero que nada lo amargue ni un segundo.

Me cambio y me arreglo. Al principio no tenía ganas de salir, pero la verdad es que ahora estoy bastante entusiasmada. Sobreviví otra semana lejos de papá y sin noticias del "innombrable". Recibo un mensaje de Mai que me anuncia que están llegando. Repaso mi aspecto una vez más ante el espejo. Espero que el vestido rojo que me puse no sea demasiado para la ocasión. Trate de ser sutil con el maquillaje, pero quizás me pasado. Tomo la cartera, salgo del departamento para esperarlos abajo, si los espero ahí voy a seguir cuestionando mi look. Entonces lo veo. De golpe se me seca la garganta y soy incapaz de pronunciar una palabra.

Reconozco su figura. El pantalón y la camisa que lleva le hace justicia a su figura. Lleva el pelo arreglado. Me ve y sonríe. Sus inmensos ojos verdes se clavan en mí. Por alguna razón mi cerebro se desconectó y ahora no sólo no puedo hablar, sino que parece que me olvide como caminar. Él acorta la distancia entre nosotros.

- ¡Hola preciosa! ¿Cómo estás? - me da un beso en la mejilla

- ¡hola Eric!

- Sé que le prometí a tu amiga que no era un psicópata, y que no quería nada serio. Y sé que te puede parecer que mentí ...

- Porque estas en la puerta de mi casa como un psicópata que se quiere casar conmigo- lo interrumpo y me rio. Él me mira sorprendido y después entiende que era una broma.

- Parece, pero juro que no lo soy. "juro solemnemente que mis intenciones no son buenas"- bromea, pero con esa referencia caigo muerta a sus pies.

MESA PARA TRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora