Fujiwara ____, una chica "indiferente" y distraida, no desea ni considera nada en especial, a excepción de su madre. Con el tiempo corriendo y los pensamientos volando, se sumerge lentamente en un lago de inseguridad.
Mitsuya Takashi, un chico pert...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La noche llegó pronto, y con ella un tremendo frío del demonio. Tan pronto se oscureció nos metimos a la casita que construí con mis habilidosas manos para no morir tiesos de hipotermia.
—tengo hambre— dije en voz alta, acomodando por séptima vez mi cabeza en las piernas de Takashi.
—yo también— él siguió acariciando mi cabello y apoyando mis quejas con un simple "yo también".
—tengo mucho frío.
—yo también.
—...¿por qué elegimos salir justo en estas temporadas?
—el amor...
Amor...¿amor?...¡amor!...amor...que complicado.
—¿y si dormimos?
—noo, ya tenía planeado algo divertido.
—¿qué cosa?
—comer bombones quemados por una fogata.
—sólo eso....
—Sí.
Me hiciste imaginar tantas cosas...
—entonces vamos a buscar leña.
—no. Hace demasiado frío, podríamos enfermarnos.
—tienes razón...entonces hay que dormir.
—bien...sólo abrazame fuerte.
—...
════ ∘◦❁◦∘ ════
"Abrazame fuerte" No hice caso a sus palabras instantáneas, así que el frío lo alcanzó y lo convirtió en escarcha.
"¿Takashi murió?" Lloré tanto que mis lágrimas se transformaron en diminutos copos de hielo y me provocaron más dolor.
La helada seguía. No estaba la casa de campaña, tampoco los árboles de alrededor, sólo quedaba un paisaje blanquecino en donde estaba yo sola.
"Sola" Repetí incontables veces la misma frase con la que me engañaba a mi misma y a los demás: "No importa" Y nuevamente, me di cuanta de que era una estupidez.
Me tiré al suelo para seguir llorando. El frio quemaba, pero no tanto como el repentino abandono de Takashi.
Pronto, la nieve debajo de mi se deshizo, también la tierra del fondo y las piedras de adorno; me sentía dentro de un horno. No entendía el transfondo de lo ocurrido, sólo quería plañir y después morir, morir para revivir y apreciar nuevamente sus ojos color añil.
"¿y ahora qué?" Me encontraba enterrada, sofocada, desesperada. Quería salir a la superficie pero unas raíces me arañaban, estas me arrastraban con sigilo hacía la fuente de calor, lo sabía porque me ahogaba entre sudor, que ayudaba a la tierra para convertirse en lodo y adentrarse en todo lo que pudieran internarse.