•02.

314 33 11
                                    

Observo los aparadores de mi alrededor, y la bonita ropa que se encuentra en los maniquíes.

Un vestido lila llama mi atención. Es strapple con mangas que empiezan por dejabajo del deltoides y largo hasta un poco más abajo de las rodillas pero con una abertura en la pierna izquierda hasta la mitad de ella. Es simple pero bonito ante mis ojos.

—Es bonito, pero no es lo que buscamos —dice mi hermana mayor a mi lado, con la vista sobre el vestido que me ha gustado.

—Andrea, a mí me gusta.

—Pero no es adecuado para la ocasión.

—Yo debería decidir que es lo que quiero llevar a la dichosa fiesta de compromiso de nuestra querida prima —notese el sarcasmo con el que hablo al pronunciar querida.

—Sal un poco de tu zona de confort, hermana. Seguiremos buscando, y probablemente encontremos un vestido mucho más bonito y adecuado para ti.

Viro los ojos.

—No tengo mucho tiempo. Debo estar en casa a las cuatro y media para ducharme y a las cinco tener mi práctica de piano.

—¿No te aburres? —inquiere, y yo la observo con las cejas fruncidas, confundida.

—¿De qué?

—De planear hasta cuándo vas a cagar.

Suelto una pequeña risa.

—Yo no planeo eso.

—Pues no me sorprendería.

—Como sea, vamos a seguir viendo.

—Ah-ah, no. Primero quiero comer helado —dice ella y yo suelto un suspiro pesado—. Yo sé que tú también quieres uno —pellizca mi mejilla de forma suave—. Helado de oreo, ¿Verdad?

—Sí.

—Ahora vuelvo. Siéntate allá —apunta con su dedo a las mesas del fondo que están en el área de comida.

Mi hermana se aleja, y yo me siento en dónde ella me indicó.

Estoy a punto de sacar mi teléfono cuando un chillido insoportable me interrumpe.

—¡Livi! —exclama Isabel, una de las tres ex compañeras víboras de la preparatoria.

No puede ser. Lo que me faltaba.

Me contengo de virar los ojos.

—Que coincidencia encontrarte aquí —dice Lavinia, o como todos le dicen, Lavi, con su típico tono de voz venenoso.

—Hace mucho no te veía —comenta Fernanda, y sonríe de manera maliciosa aunque intenta ocultarlo—, creo que desde que me viste con Paxton.

De por sí no estaba sonriendo, pero con su comentario se me quitaron las ganas incluso de fingir una sonrisa.

Paxton es mi... ¿Exnovio? ¿Exligue?

Es un tema un poco complicado. No tuvimos una relación como tal, pero tampoco fuimos simplemente amigos. Es decir, con un amigo no coqueteas, ni te besas, pero tampoco fue mi novio como para tener una fecha exacta para celebrar un aniversario.

Simplemente fue raro.

Pero lo amé.

—Sí, ha pasado ya un tiempo —digo, sin interés.

Las tres chicas se sientan frente a mí y hago una mueca disimulada.

—Y... Cuéntanos, ¿Qué tal te ha ido? —inquiere Isabel.

Un novio de mentiras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora