Un novio de mentiras

•22

Narra Olivia.

Está lloviendo.

Aunque no es tiempo de tormentas, está lloviendo fuerte.

Y yo me estoy mojando, mientras estoy sentada en una banca frente al parque de la cafetería. Agradezco interiormente que mis pertenencias estén dentro de mi mochila impermeable.

Las gotas de lluvia se deslizan por mi rostro, uniendose a mis lágrimas.

Quiero llorar hasta quedarme seca completamente.

Siento mi teléfono vibrar dentro de la mochila, pero ignoro la llamada. No me importa quien sea, si se trata de Ibram o alguno de mis hermanos.

Solo quiero quedarme aquí, y llorar, mientras mis lágrimas se confunden con las gotas de lluvia.

Cierro los ojos y recuerdo todo lo que Paxton me dijo.

*Flashback*

—Gracias —digo y tomo la bolsa que contiene la caja de pastelitos de varios sabores que he comprado para llevar a casa de Ibram.

Me doy la vuelta para salir del lugar, pero choco con alguien.

—Disculpe —digo.

—Olivia —pronuncia una voz que suena extraña y lejanamente conocida para mí.

Alzo mi vista y mis ojos topan con Paxton. Mi corazón late con fuerza y trago duro e intento alejarme de él, sin decir absolutamente nada.

Su mano me detiene. Su agarre es firme y fuerte, pero sin llegar a lastimarme.

—Sueltame —pido.

—Quiero hablar contigo.

—No hay nada que tú y yo tengamos que hablar.

—Olivia, por favor.

—Sueltame.

Hace caso a mi petición y quiero avanzar, pero él vuelve a hablar.

—¿Aún sigues con el chico por el que me dejaste?

Frunzo las cejas, con confusión.

—¿De qué estás hablando? —inquiero.

—¿Sigues teniendo las mismas amigas?

—Paxton, tengo un compromiso, no tengo tiempo para tus estupideces.

—Bien, sólo respóndeme algo... —se acerca un poco a mí— ¿Por qué te alejaste de mí? ¿Por qué preferiste a alguien más?

Lo observo como si estuviera loco. No tengo ni la menor idea de lo que está hablando.

—No sé de qué hablas —digo—. Te recomiendo que visites a Fernanda, debe estar ansiosa por verte.

—¿Fernanda? Hace mucho tiempo que no nos hablamos.

—Hace unos meses fui a una reunión con las de la preparatoria. Fernanda parecía como si aún fuera muy cercana a ti.

—Ella nunca fue cercana a mí.

—¿Piensas que te creeré? —hago una mueca—. No me quites más mi tiempo, por favor.

—Al menos responde lo que te pregunté.

—No puedo responder a algo de lo que no tengo idea. Te juro que no sé de qué estás hablando.

—¿Ah no? —alza las cejas— ¿Y por qué Beatriz me dijo que estabas con alguien más?

Lo miro con confusión, de nuevo. Me siento en una silla y él hace lo mismo.

—¿Qué tiene que ver Bea, una de mis mejores amigas, en esto?