cuarenta y cuatro

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en cuanto él pelinegro notó que su madre entró a la habitación, su cara se iluminó, la extrañaba; luego entró su padre, con un brillo en los ojos que nunca había visto.

luego su sonrisa se borró, todo de su mente se borró. era él, era rodrigo, su castaño, su chico. él más bajito entró a pasos tranquilos, lentos, casi como si no quisiera moverse; y su mirada no se despegó de la del pelinegro. y le sonrió, porque lo había extrañado demasiado.

la máquina que controlaba los latidos del más alto comenzó a hacer un ruido agudo, el cual indicaba que los latidos de iván habían aumentado, dejando en evidencia que estaba nervioso, alterado… enamorado.

–hola, iván.

"little letters and cookies" - carre x spreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora