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ARDILLA-CARPINTERO La vida es interesante porque no sabes lo que te depara.
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Las castaña se encontraba caminando en dirección a la playa, finalmente había terminado su tedioso deber de atender a "sus invitados". Estaba cansada y quería tener un momento de tranquilidad ¿Que mejor que practicar un poco de agua control en la playa?, solía ir algunas veces para relajarse o despejar su mente, y esa vez no sería la excepción: se quitó su ropa elegante y comenzó a caminar por la playa.
El cielo despejado reflejado en la cristalina agua del mar, daba una escena preciosa, acompañado del sonido de las olas que creaba un ambiente relajante y tranquilo.
-¡Estirare primero los musculos!-la joven se lamento internamente por no haberse dado el tiempo de entrenar antes. Más su momento de tranquilidad duró poco, gracias a que sintió algo estampar contra su rostro, haciendola expulsar un quejido de dolor...
Lentamente abrió los ojos y lo primero que vio fue a un chico frente a ella, específicamente a su prometido. -¡Oh, le pido mi más sinceras disculpas, señorita!- Habló haciendo un pequeño asentimiento con la cabeza.
-D..Descuida, estoy bien-respondió mientras una de sus manos se dirigió a su rostro, para después sobarse, ya que aún le dolia. Zuko en forma gentil intentó acercarse, sin embargo fue recibido por la cruel indiferencia de la pequeña chica y eso por alguna razón lo hizo enojar; de cierto modo pensaba, que cada vez que alguien rechazaba su contacto era debido a su cicatriz.
-Bueno despues de todo, no fue mi intecion, pero si tu culpa- dijo Zuko básicamente con la mano en la cintura y mirándola con una frialdad que ciertamente incomodaba a cualquiera.
-¡¿Mi culpa?! Es ami a quien le diste en la cara con una roca- molesta lo encaró. Se notaba el dolor, mientras se sobaba la frente. Asi que trató de irse pero para su sorpresa Zuko se lo impidió tomandola del brazo de una forma nada agradable. -¿Que?...
-No e dicho que te puedes ir- y de un jalon, la acercó mas a el, dejando su rostro demasiado cerca de el de ella.
-¡Suelta...me!- exigió molesta y con los ojos humedos. -¡Dejame ir!- el miedo en sus ojos, lo llenaba de mas irá. Una vez mas forcejearon, pero esta vez para escapar la chica hizo algo que Zuko no esperaba ni en un millon de años, debido a la sumisa personalidad que Katara había mostrado. Sin embargo la chica le dio un golpe muy fuerte en la parte baja, esa que suele dolerle mucho mucho a los hombres. -¡No te metas conmigo desgraciado!- Gritó antes de salir corriendo...
El príncipe se retorcía de dolor, la chica era escurridiza como una ardilla-carpintero y peor aún tenía la fuerza descomunal de un toro-gorila. «¿Por que bajé la guardia?» pensó mientras se intentaba reincorporar...
