Capítulo 2

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No hemos ni salido de nuestro pueblo cuando la boba de mi mejor amiga que no para de repetir que es su cumpleaños y que le tenemos que hacer caso, tiene hambre

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No hemos ni salido de nuestro pueblo cuando la boba de mi mejor amiga que no para de repetir que es su cumpleaños y que le tenemos que hacer caso, tiene hambre. Hemos acabado en una panadería para comprarle el desayuno a la marquesa. En este momento estoy en el coche de Roc, con él al volante, a Sergi a su lado ocupando el puesto de copiloto y finalmente a Lia — más conocida como la más dramática, histérica e impaciente de este coche — a mi lado, disfrutando con una sonrisa en la cara, con su cruasán de chocolate en la mano. La sonrisa le dura hasta que da un mordisco y le cae chocolate encima de su camiseta. Me empiezo a reír, entonces mi hermano se gira y al ver el panorama se une a mis carcajadas, además, Roc mira por el retrovisor y seguidamente también se une. Nos calmamos un poco cuando vemos que Lia nos esta asesinando con la mirada. La calma no dura mucho porque el conductor se le enciende la bombilla y dice:

— ¿Qué, hermanita, disfrutando de tu croissant? — Dice con acento francés en la última palabra, con una sonrisa en la cara — ¿Está tan bueno como para tirártelo por encima? — Pregunta aguantando la risa.

— Eres un capullo. Cállate. — Dice mirándose la camiseta. — Joder mi camiseta. Sergi, pásame un pañuelo de ahí. — Señala la guantera que tiene mi hermano delante.

Mi hermano, aun riéndose, abre la guantera y le pasa un pañuelo.

— Oye, enanas, ¿dónde ibais? — Pregunta mi hermano.

— Vamos a San Francisco, a Oakland y a Palo Alto, — digo, — sabes... está en California, Estados Unidos. — Le digo para aclararle.

Mi hermano no me hace caso y se gira hacia Roc.

— Oye Roc. — Dice captando su atención. — ¿Teo no estaba estudiando por ahí? — Pregunta con aire pensativo.

— ¿Quién es ese? — Pregunta Lía asomándose por el hueco que hay entre el asiento de conductor y copiloto.

Yo también me pregunto quién es, no he escuchado nunca este nombre refiriéndose a alguien del círculo de amistades de nuestros hermanos. Me entra más curiosidad cuando Roc hace una mueca.

— Si, creo que si, — responde Roc ignorando completamente a su hermana —, creo que volvía dentro de poco, no tengo ni idea —. Dice encogiéndose de hombros.

Lia vuelve a sentarse bien.

— Pero ¡¿quién es ese?! — Preguntamos, chillando ella y yo a la vez, ya desquiciadas por tanto misterio.

— Es un viejo amigo, pesadas. — Dice mi hermano.

— Uy, sí, ojo que sois unos viejos, estáis ya para el arrastre, ¿habéis pensado en jubilaros ya? — Pregunto sarcásticamente.

— Que tenéis veintidós años, no ochenta. — Dice Lia sumándose a mis burlas.

— Tener hermanas para esto... — Dice Sergi.

Noche de tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora