🎼Capítulo 18🎼

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Secuestro

Julia

Hace unos días hable con Darren y le explique que quería regresar al pueblo donde nací y crecí. Mis padres apreciaban a las personas de este lugar, pero la familia de mi madre no la querían de la misma forma que ella los quiso hasta el día de su muerte.

La señora Irene me acompaña en este viaje por carretera. Pregunte a la mujer si me quería acompañar, ella respondió de inmediato diciendo que también conocía a un par de personas en este pueblito. Al parecer ella viajo hace años, no menciono mucho con respecto a quienes eran sus conocidos, de igual forma yo tampoco pregunte. Preferí concentrarme en las muchas cosas por hacer al llegar.

Alina se encargó de que fuéramos cómodas al viaje. Por parte de la disquera una camioneta de guardaespaldas fue contratada para nosotras dos solas, más los otros dos que viajan en esta camioneta con nosotras. Yo le pedí que no hiciera tal cosa, pero ella simplemente se negó. Me dijo que, aunque yo conociera a las personas de ese pueblo, mi seguridad como una estrella internacionalmente conocida debía de tomarse con importancia así solo fuera a caminar debía llevar conmigo un guardaespaldas.

No pude negarme, pues, así como yo tengo personas a mi cuidado, Irene, Darren y Eric también viajaron con seguridad extra al ser fuera del país. Samuel también era acompañado por un par de hombres. Ninguno de los cinco pudimos refutar ante el impedimento de seguridad.

El cielo se comienza a oscurecer y las estrellas destilan en el cielo. Según el GPS de mi móvil estamos a muy pocos minutos de llegar al pueblito donde nací. El asistente de Alina nos buscó un lugar donde hospedarnos en nuestra estadía de tres días.

Si yo quisiera tendría la casa de mis padres para mí, pero aun no quiero enfrentarme a mis tíos. No vengo a este pueblo con intenciones de cobrar una herencia que por derecho me pertenece, pero que he aprendido que es mucho de los causantes de que fuéramos una familia feliz. Que sus verdaderas intenciones fueran disfrazadas con falsos cariños a mi persona no significa que no me diera cuenta que lo único que les importaba de mi era quedarse con una herencia que nadie más de la familia podrá disfrutar.

—Señorita Aguilar hemos llegado a su destino —informa el chofer sacándome de mis pensamientos.

—Gracias. —salimos de la camioneta mientras los guardaespaldas sacan las maletas de ambas. Entramos a la posada en la que el asistente de Alina hiso las reservaciones.

—Saldrá esta noche —pregunta el hombre que se presentó hace unas horas conmigo como el jefe del escuadrón de guardaespaldas a mi cuidado.

—No. Descansare. Las actividades empezaran mañana por la mañana. —busco en mi bolso el teléfono para hacer un par de llamadas.

—Dos escoltas estarán resguardando afuera de las puertas de sus habitaciones y los demás montaremos guardia en los alrededores. —informa el jefe de seguridad.

—Desquiten ese sueldo cuidando a mi niña como se debe —menciona la señora Irene antes de que entremos a la posada.

La chica de cabellos morados que está detrás del mostrador en la recepción se pone de pie.

—Bienvenidas. —guarda su móvil en sus pantalones. —Tienen reservación o las voy a tener que registrar.

—Tenemos reservación —respondo apartándome el gorro morado de lana del cabello.

—Nombre —pregunta la adolecente tomando un cuaderno.

—Irene Rivera y Julia Aguilar —responde la señora Irene mientras la adolecente mira en un cuaderno.

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