🎼Capítulo 21🎼

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Este corazón

Julia

Entramos a casa de la señora Irene. Son las ocho de la mañana y el sueño me está torturando lentamente. Simplemente no pude cerrar los ojos en todo el camino, sentía que si cerraba los ojos no iba a poder abrirlos en un mes de tanto sueño acumulado.

La señora Irene pidió al chofer que nos dejaran en su casa. La señora Irene notifico ayer en la noche a los chicos que nos encontraríamos en su casa para que vinieran a vernos –o verme a mí- después de que despertaran por la mañana.

Ella ya se encuentra en la cocina preparando un desayuno. Ella sí pudo dormir en toda la noche que estuvimos viajando, recargo mi cabeza en el sofá. El televisor se encuentra encendido mostrando el programa de revista en el cual trabaja Guido. Pestañeo varias veces para que el sueño se vaya, pero sigo tan agotada que sin más me quedo dormida en aquel sofá negro de casa de la señora Irene con el sonido del televisor en un volumen considerable.

***

Abro los ojos con lentitud cuando el sol encandila mis ojos. La cortina que se encontraba cerrada antes de dormirme ahora se encuentra abierta dándole paso a la luz del día. El televisor sigue encendido, pero no hay nadie en la habitación. Veo la hora en el reloj de pared y descubro que dormí tres horas.

Me levanto del sofá, busco a la señora Irene en toda la casa y la encuentro en la cocina comiendo un trozo de piña.

—Hola —me siento con ella—. Han venido los chicos —tomo un trozo de piña.

—Ninguno ha venido —se levanta y yo de igual forma lo hago.

Necesito volver a dormir.

—Espera —me frena mientras toma un plato de la alacena— Te serviré el desayuno. No has probado alimento alguno desde anoche que comiste aquellos tacos, además, dices que no te dieron alimento alguno ahí donde te tenían, así que desayuna —deja un plato de comida frente a mí.

Tomo el tenedor para probar la delicia de chilaquiles que preparo la abuela Irene.

***

Han pasado tres horas desde que desperté. Nadie ha venido a visitarnos cuando por la noche le confirmaron a la señora Irene que nos veríamos aquí por la mañana. Pensé que Darren estaría aquí a primera hora del día, pero ni siquiera él ha aparecido por aquí. Los llamo a sus teléfonos y ninguno responde. Que tratan de ocultarme.

Veo a la pantalla de televisión donde se encuentran emitiendo ese famoso programa de chismes en el que está pasando una noticia que me desconcierta.

Hablan de Zuria y sobre un hijo no reconocido. Subo el volumen para ver y escuchar de qué trata. Una mujer no muy mayor de unos cuarenta y tantos se encuentra dando declaraciones a la cámara y de fondo parece que se encuentran en un hospital.

—Lo único que exijo de la justicia es que me permitan a mi tener el cuidado del niño. Dejo a mi nieto siendo un recién nacido, nunca se ha hecho cargo de él y ahora resulta que ya le nació el instinto maternal, pues yo digo que solo es una mujer que se quiere aprovechar de sus influencias para quitármelo. Yo he sido más madre que ella.

—Señora, usted tenía conocimiento de esa relación con el guitarrista de la banda Ask 105, según los rumores dicen que los vieron llegar juntos a este hospital —pregunta una reportera sosteniendo el micrófono frente a la mujer que se parece a Zuria.

—La verdad señorita no me importa lo que haga con su vida. Ella se pudo haber casado con el príncipe de Inglaterra y a mí no me importaría ni un segundo. Ella desde hace mucho tiempo dejo de ser mi hija —responde la mujer cortando la entrevista.

No Te DetengasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora