🎼Capítulo 19🎼

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Te odio

 Julia

Abro mis ojos.

Un mareo me invade cuando un aroma a podrido se intensifica. No sé dónde estoy, pero en definitiva este lugar huele muy mal.

Siento mis manos y piernas amarradas, perece que estoy acostada en una cama. Intento abrir la boca, pero no puedo moverla, han puesto cinta adhesiva en mis labios.

El lugar donde me tienen carece de iluminación. Me encuentro a oscuras, encerrada en una habitación, fuerzo mi mente tratando de recordar que fue lo último que vieron mis ojos antes de que se cerraran.

Recuerdo al idiota de mi ex en mi habitación, como también recuerdo que otros dos hombres estuvieron ahí, fingieron ser mis guardaespaldas cuando en realidad eran sus cómplices quienes noquearon a mis verdaderos guardaespaldas.

Muevo mis brazos queriendo desatarme, los lazos lastiman mi piel.

La puerta es abierta dándole paso a ese mentiroso. Se acerca a mí y quita la cinta de un jalón provocando que pegue un grito ensordecedor.

—¿Dónde estoy? —es lo primero que pregunto— Quítame estas cosas.

—La princesita no puede —se burla el infeliz. Toma una silla y se sienta frente a mí—. Ahora no tienes a ese idiota para te pueda salvar.

—Suéltame —ignoro lo que me dice— Prometo no hacer nada.

—Crees que soy tan imbécil. Ahora ya no tienes a tu noviecito, ni a tu estúpida bandita de cuarta y mucho menos a la vieja ridícula que dicen cuidarte. —se vuelve a burlar.

—No somos una bandita de cuarta como tú dices. Tenemos los primeros puestos en listas de reproducción musical, los premios que hemos recibido también confirma que tenemos talento y las giras alrededor del mundo llenas de público nos hacen saber que no somos una tontería. Somos importantes.

Se ríe.

—Eres importante —se burla— Por favor. Tu propia familia te detesta. Sabes, no debería decirte esto, pero qué más da. Tu queridísimo tío Enrique es quien me dio la orden de que te trajera a este lugar. No te quiere.

—Mientes.

—Haya tu si me quieres creer, pero el junto a su esposa, esperan que te pudras en este lugar junto a la basura. —se levanta de la silla—. Me voy. —pone la cinta en mi boca nuevamente.

Sale del lugar dejándome encerrada en aquel lugar.

Aún tengo presente el aroma a podrido. Al parecer aún hay rastro de eso que me hizo inhalar porque mis ojos se vuelven a cerrar.

***

Abro mis ojos de golpe.

Entra un poco de luz por una ventana en la esquina de la habitación. El lugar donde me encuentro parece una bodega abandonada. Una de las bodegas donde mis padres guardaban el material después de surtirlo. Bodegas donde me escondía cada que jugaba con Armando y a las que mis padres me tenían prohibido vista al estar en mal estado.

El ruido de unos tacones se anuncia desde afuera.

La puerta es abierta y no sorprendo al ver de quien se trata. Ese infeliz no mentía. Mi verdadera familia me ha traicionado de esta forma.

—Bueno, bueno, bueno. —cierra la puerta cuando entra—. Pensaste que me quedaría de brazos cruzados esta tarde —toma asiento en la misma silla que se ocupó el infeliz.

Quita de un jalón la cinta adhesiva de mis labios.

—¿Por qué? —susurro aguantando las lágrimas— Yo no les he hecho ningún mal. Antes, todo lo contrario. Yo los quise mucho.

No Te DetengasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora