Volviendo a la idea de lo que los extraterrestres verían de nosotros, deberíamos ahondar más en estas visiones utópicas. Como ya recalqué en el punto anterior, las publicaciones que compartimos en Instagram se caracterizan por ser un sueño inalcanzable. Sin embargo, hay más imágenes que nos llegan siendo éstas una proyección falsa de la realidad. La cultura es otro medio por el que fantaseamos sobre realidades que se quedan en una media verdad.
Para empezar, hablemos de la música popular que seconsume en la actualidad. No voy a hablar de su calidad musical ni nada por elestilo, tan sólo me voy a centrar en el mensaje que transmiten sus letras,videoclips y estrellas, que al fin y al cabo también son influencers.
Muchísimos de los artistas que hacen música popular en España muestran en sus redes sociales una vida llena de lujos, yates, mujeres, mansiones... Además, las canciones de los géneros más escuchados como el reggaeton o el trap hablan sobre los relojes caros que compran, cómo todas las mujeres quieren ir detrás de los cantantes en cuestión (siempre tratando a las mujeres como un premio) y, por si eso fuera poco, de drogas. Si algo caracteriza a las letras de la música actual es el clasismo, machismo y la apología a las drogas.
Pero si nos vamos a los videoclips más vistos de Youtube, nos encontramos con una sociedad que siempre está de fiesta, teniendo sexo o enamorada y, en definitiva, sin preocupaciones. Los alienígenas pensarían que la vida en la Tierra es inmejorable, pero, como en las redes sociales, en los videoclips se muestra la mejor cara de nosotros mismos. Obviamos lo amargo como mecanismo de supervivencia, para olvidarnos de los baches que sufrimos en el día a día.
Algo que me gustaría recalcar es la industria del K-Pop. Puede que no os sea demasiado familiar, pero es un hecho que a día de hoy la música y cine coreanos están triunfando a nivel global. Lo podemos ver con películas como Parásitos o la serie más vista de Netflix, El Juego del Calamar. Los grupos surcoreanos están llegando a niveles estratosféricos. De hecho, hace unos años era muy fanática de estos y estaba al día con las canciones y vídeos que publicaban mis bandas favoritas.
Recientemente, decidí entrar a YouTube y buscar los nuevos videoclips que han salido este último año. A pesar de llevar tanto tiempo conociendo esta música y sus principales artistas, en esta ocasión me sentí rara. No sé si será por haber crecido o qué, pero me puse a pensar en lo que significaban esos vídeos para la sociedad actual. Existimos en el mismo mundo que BTS o Twice, cuyos integrantes parecen venidos de otro mundo. No es sólo que sean muy guapos, que lo son, sino que la forma en la que visten y en la que se maquillan los hacen lucir como auténticos dioses. También los vídeos de esta gente tienen unos niveles de producción que ya le gustaría a la mayoría de los artistas occidentales y eso los hace cosechar unas cifras increíbles de fans en todo el mundo. A su vez, en lugares menos privilegiados que Corea del Sur, se vive hambre, pobreza y guerra. Me siento estúpida por no haber pensado en esto hasta ahora, pero es que cuesta reflexionar sobre ello.
Al mismo tiempo que existen los idols coreanos de cutis perfecto, existe el yihadismo, la corrupción política, el cambio climático y el suicidio. Esto último está más ligado a la industria del K-Pop, por desgracia, porque el hecho de que canten y bailen de esa forma tan increíble no viene de un momento a otro. Corea es un país muy competitivo en todos los sentidos, como Japón, y bajo esa máscara de excelencia, se esconden muchas horas ensayando, alejado de cualquier ser querido. Es sabido que en la industria coreana las empresas prohíben a sus artistas salir, beber alcohol, conducir o incluso tener pareja. Con todas estas circunstancias encima, es hasta lógico que muchos artistas hayan desarrollado trastornos mentales o llegado a suicidarse. Es muy conocido el caso de Jonghyun, integrante del grupo Shinee, que se suicidó a finales de 2017. Aún con situaciones como esta provocadas por una industria que sólo le importa el dinero, la gente parece olvidarlo todo al día siguiente. La empresa que llevaba a Shinee, SM Entertaiment era y es la más poderosa de la industria, y nadie se ha pronunciado en su contra. En un país en el que las empresas tienen más poder que el gobierno, es comprensible. Pero ni siquiera en occidente alguien ha levantado la voz.
La gente prefiere dejar que esto pase a cambio de disfrutar canciones y vídeos musicales de sus artistas del K-Pop favoritos, aunque sepan todo lo que estos sufren detrás de las cámaras. Es muy desesperanzador de nuestra parte, y parece que esto va a ir para largo. El motivo de por qué nos atrae este mundo irreal donde todo es fantasioso y perfecto tiene mucho que ver con los "estímulos supernormales" de los que hablaba el zoólogo Nikolaas Tinberguen. Esta respuesta a situaciones exageradas que no podemos encontrar en la naturaleza nos hace incapaces de disfrutar de la gran mayoría de cosas de nuestro alrededor. Un ejemplo claro es los dientes de las personas que han usado brackets, mucho más simétricos y perfectos que los que podríamos encontrar en un ser humano que nunca ha llevado. Con el paso a lo digital, esta cantidad de estímulos se va a disparar. Ahora las fotos se retocan, igual que las voces con el Auto-Tune y ya ni hablemos de las películas, donde casi todo se ha convertido en un croma y lo que llega a la gran pantalla es obra de un ordenador.
Está claro que también existen canciones tristes o reflexivas, que nos invitan a pensar en nosotros mismos y que pretenden cambiar algo de la vida como instrumento reivindicativo. No obstante, la sociedad se inclina a escuchar más a menudo la música que sirve como un escape para los malos tragos. La música ha existido en todas las civilizaciones habidas y por haber por este motivo. La música popular nos sirve como anestesia para liberarnos de una realidad que no queremos vivir, y aunque ya no se escuche música triste, este hecho es bastante triste.
En cuanto a cine y televisión, lo más consumido son las comedias o películas románticas. Se asemejan bastante a la música en este sentido, ya que también lo usamos para matar el aburrimiento cuando no tenemos nada mejor que hacer. Como decía el filósofo Blaise Pascal: "El reposo absoluto es la muerte". Así, la industria del entretenimiento se ha hecho tan grande, porque cuando no tenemos nada que hacer, pensamos, y nuestros pensamientos nos conducen a lugares de nosotros mismos que desconocemos y que tememos.
Para esto sirve la cultura popular. Queremos liberarnos de una realidad frustrante y lo hacemos a través de la música, el cine, la televisión y las redes sociales. Al ver esto, anhelamos llegar a estas utopías, pero el no conseguirlo nos produce un sentimiento de frustración tan grande que comenzamos a odiar nuestras propias vidas y recurrimos de nuevo a estos medios. Los griegos ya le dieron nombre a esto: "Uroboros", un animal que se devora a sí mismo. Un círculo sin principio ni final. La sociedad actual tiene esta dependencia a estímulos artificiales a los que no estamos preparados. Ni siquiera entendemos qué es lo que nos está pasando, así que seguimos igual. Quizás concluir este capítulo de esta manera sea triste, pero como ya venía hablando, vivimos en un mundo muy triste que usa como escape una cultura sin alma.
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Las Dos Caras de la Sociedad Actual
No FicciónEn este mundo hiperconectado, en el que nuestro móvil se ha convertido en parte de nuestro ser, hemos sucumbido a las máquinas; tanto que poco a poco estamos perdiendo nuestra humanidad. En este ensayo se irán desglosando punto por punto las imágene...