¿Quién no conoce a alguien que haya encontrado pareja a través del móvil? Yo creo que la mayoría sabe de lo que estoy hablando, y seguro que algún conocido suyo está con alguien con quien primero habló por alguna aplicación de ligoteo o incluso por redes sociales típicas como Instagram o Facebook. Esto no tiene por qué ser un problema, de hecho ahora es como la gente se echa novio o novia de forma habitual. Si algo bueno tienen las redes sociales indiscutiblemente, es eso: nos permiten comunicarnos con gente de cualquier parte del mundo. La comunicación cada vez se hace más fría: antes quedábamos, luego nos llamábamos por teléfono y ahora nos escribimos mensajes de Whatsapp.
Lo que sí pienso de esto es que tiene dos problemas fundamentales. El primero está relacionado sobre todo con trastornos en la conducta humana. Como antes hablé de la ansiedad en nuestra generación, podemos hablar ahora de otro tipo de ansiedad: la fobia social. Esto no quiere decir que haya gente a la que le da asco otra gente (en todo caso, eso se llamaría "misantropía"), sino que relacionarse con otras personas te genera problemas físicos como taquicardia, falta de respiración, hormigueo en las extremidades... Esto es algo que te anula completamente, ya que por ejemplo pedir un café o comprar algo en una tienda puede ser un auténtico infierno. Pues bien, con las redes sociales estos problemas se han agravado.
Conectarte con otros detrás de una pantalla es tan sólo un parche para la fobia social. Para muchas personas, la única forma de relacionarse con otros es por medio de Internet, ya sea por chat o por llamada, ya que es mucho más frío que en persona. Así es cómo muchísimas personas acaban teniendo amigos de Internet y hacen su vida social en la red. No es malo tener amigos en Internet y hablar por Discord con ellos, lo que sí me parece mal es que la única relación que tengas con personas humanas sea esa. Lo que le sigue a esto es el aislamiento, y el ser humano no está preparado para eso. Somos criaturas sociales, y necesitamos el contacto de tú a tú para sobrevivir. Internet debería quedar relegado a una herramienta más, pero no a tu vida entera, porque eso es dependencia, y el día que se acabe Internet, muchas personas van a quedar desamparadas por el mundo y sin ningún lugar al que ir. La vida fluye, y no puede ser que haya tanta gente que por el trastorno de ansiedad social se quede anclada a la tecnología.
El segundo problema que le veo a esto es un poco menos habitual y más criminal. En Internet hay mucho loco suelto, y como dije en el anterior capítulo, la anarquía que se vive en la red permite que cualquiera pueda delinquir sin sufrir consecuencias por sus acciones. Se han dado casos de personas que han estafado a otras por medio de las redes sociales, haciéndose pasar por amigos que no tienen ninguna mala intención. Recientemente ha sido muy sonado el caso del jugador de voleibol italiano Roberto Cazzaniga, que estuvo en una relación durante 15 años con una mujer a la que nunca había visto en videollamada, sólo por fotos. Decía llamarse "Maya", y sólo conocía de ella su voz y las fotos que le pasaba, que mostraban a una mujer increíblemente atractiva. En el vestuario antes de un partido, les mostró a sus compañeros la mujer con la que supuestamente estaba, y ellos se dieron cuenta de que se trataba de la supermodelo brasileña Alessandra Ambrosio. Roberto le dio a Maya un millón de euros durante esos años de relación en Internet porque decía tener problemas económicos. Al final se descubrió que la tal Maya en realidad se llamaba Valeria, tenía 50 años y vivía en Cerdeña. Roberto dice no haber dudado de ella en ningún momento y que lo consolaba. Esto es un ejemplo más de cómo estafan algunas personas en Internet.
Pero aquí me gustaría hablar de nuestro comportamiento humano. Yo no soy antropóloga ni me las quiero dar de eso, así que basándome en datos psicológicos, quiero comentar cómo nos podemos enamorar de alguien por Internet, aunque nunca hayamos visto su rostro real. El enamoramiento en la red no es tan raro como parece, y se suele dar por un motivo muy básico: la idealización. Como hemos visto durante todo este ensayo, la idealización de una persona es el fundamento de todas las redes sociales, y eso también se aplica para los mensajes directos. De normal todos escondemos nuestras penas para dar buena imagen al resto, así que imagínense una relación de pareja en la que esa sea la constante. Los individuos se van a imaginar al otro como un ser divino que siempre tiene buena cara y buenas contestaciones, pero la vida no es así. Todo se puede resumir en mentiras y más mentiras, incluso más que las de las relaciones de pareja típicas. La psicóloga Sharon Sánchez dice que nos engañamos cuando nos enamoramos por Internet y actuamos como si el otro estuviese físicamente con nosotros. Las redes sociales te permiten desaparecer del mapa cuando no estás contento con algo, lo que se suele llamar ghosting.
Internet da miedo, y hay que tener cuidado con él. Nunca sabes si una supuesta persona con la que estás hablando resulta ser otra, y han habido desgraciadamente muchos casos de secuestros cuando dos personas que se conocían en redes sociales han quedado. Por esto, no hay que confiarse demasiado con los extraños de Internet, y mi consejo sería el siguiente: sólo hablar con gente que conozcas en persona o que otras personas que tu alrededor conozcan.
La era de la comunicación nos ha traído la herramienta más útil del mundo: Internet. Pero esto no quiere decir que se pueda usar para todo en tu día a día. Tener amistades en Internet está bien, pero no hay que descuidar el mundo real en el que estábamos viviendo. Quizás el sueño del metaverso ya esté en funcionamiento, y lo vemos todos los días en las redes sociales. Ya hay personas que son unas en la vida real y otras en Internet, tan diferentes entre sí como el día y la noche. Es cierto que la simple supervivencia en este mundo de la competencia y la apariencia es complicada, pero usar Internet como escape a los problemas mentales de cada uno no es una solución. Los países deberían encontrar algo para contrarrestar esto, porque al final, los de mi generación somos los que tenemos que sacar adelante la economía en los próximos años, y para ello, necesitamos valernos por nosotros mismos en el mundo real. No es una sorpresa que los gobiernos no se preocupen por los jóvenes, y menos ahora ya que somos pocos los que vamos a votarles, pero es necesario.
El tiempo pasa muy rápido, y los niños que nacen ahora van a vivir casi siempre en Internet. Debemos recordarles que el mundo real existe y que ese es el principal. Repito: Internet es una herramienta; no todo en la vida.
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Las Dos Caras de la Sociedad Actual
No FicciónEn este mundo hiperconectado, en el que nuestro móvil se ha convertido en parte de nuestro ser, hemos sucumbido a las máquinas; tanto que poco a poco estamos perdiendo nuestra humanidad. En este ensayo se irán desglosando punto por punto las imágene...