6

203 20 0
                                    


18-05-2012.

Recuerdo haber corrido tanto como mi condición de atleta me lo permitió. En cuanto llegué a Shiratorizawa fui a mi habitación y empaqué lo que pude en una mochila, me abrigué con lo primero que vi, que fue esa sudadera que me prestaste en invierno y que no te devolví, era ciertamente reconfortante tener tu olor rodeándome en esta situación.

Cuando salí tropecé con mis propios pies, por un instante mi vista se nubló. ¿En que momento había empezado a llorar? Mi rostro entero estaba cubierto de lágrimas, me limpié rápidamente con la manga de tu sudadera y seguí corriendo.

 Tomé las llaves de mi motocicleta y salí en dirección a Tokio. 

Cartas a Tendou-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora