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19-05-2012. 12:03 am

Cuando salí del hospital vi un elegante carro negro estacionarse frente al edificio, iba a ignorarlo de no ser porque reconocí la voz de tu padre hablando despreocupadamente y riendo por celular.

Ni siquiera esperé a que saliera por completo del vehículo cuando mi puño izquierdo se dirigió a su rostro con toda la furia que había en mi en ese momento.

Recuerdo que una vez que lo golpeé ya no pude detenerme. No era propio de mi dejarme llevar por mis impulsos pero su jodida sonrisa me hizo hervir la sangre del coraje.

Perdón, Tendou. Pero no me arrepiento de haberle roto la nariz a tu padre.

Cartas a Tendou-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora