Capítulo 6

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No sabía que era lo que estaba pasando.

No entendía nada, y eso me aterraba y me encantaba al mismo tiempo.

Desde la visita al zoológico hace dos meses todo había cambiado, y no estaba segura si eso era bueno o malo. El Luke distante, frío y antipático al que te entraban ganas de pegarle un puñetazo en el ojo había desaparecido como por arte de magia. Ahora me trataba con amabilidad, con más atención... Como solía hacer antes.

Giré la cabeza y admiré su perfil, fijándome en cada detalle de sus facciones. Era prácticamente perfecto, incluso con sus defectos y todo.

Estábamos viendo una película en la televisión tumbados en el sofá momentos atrás, pero ahora se había quedado profundamente dormido. Hace unos días decidió cortarse el pelo, ya que había crecido bastante, y nuevamente volvía a tenerlo de su color natural. Me gustaba mucho más así.

A parte de su drástico cambio de actitud no pude evitar fijarme en que otras cosas estaban cambiando. Y esta vez si que eran a peor.

Se quejaba constantemente de que estaba cansado, mucho más de lo normal; y a menudo enfermaba con fiebre y sin poder salir de la cama. Quería pensar que no era nada grave, sin embargo una vocecita en mi cabeza me decía que eso no era verdad. Intentaba ignorarla lo más que podía con miedo a que estuviese en lo cierto.

No os voy a mentir; sigo un poco enfadada con Luke. Pero ya no es por el hecho de que se fuese de nuestro lado, sino porque estaba intentando volver a acercarse a mí como antes. Estaba haciéndolo evitando contarme los motivos de su marcha y por qué me dijo todas las cosas que me dijo justo antes de irse, y ahora mismo no quería otra cosa de él.

Solo la verdad.

Sin embargo no podía odiarle. Y mucho menos dejar de amarle.

Él era como una canción que se reproducía a todas horas en mi mente. Sin detenerse; sin terminar... Y podría poner en repetición esa melodía toda la vida.

Salté del susto al oír sonar mi teléfono de repente con un tono de Blink-182. El rubio a mi lado abrió los ojos perezosamente e hizo una mueca.

—Lo siento— me disculpé en voz baja. Agarré el maldito aparato que no dejaba de sonar y me enderecé para contestar. Era mi manager—. Hola, Nat. ¿Qué pasa?

—Hola preciosa— saludó. Le había echado mucho de menos—. Como se nota que tú no escuchas la radio— rió y fruncí el ceño. ¿Eso a qué venía?

—¿Por qué dices eso?

—Leigh, más vale que te vayas buscando un buen vestido para cuando te toque ir a recoger tu premio— mi mandíbula probablemente estaba casi rozando el suelo. ¿Pero qué...?

—¿A qué te refieres, Nat?— murmuré. Luke se incorporó también a mi lado y me miró intrigado.

Cotilla.

—¡Tu banda ha sido nominada a un MTV Music Award al mejor artista Rock!

—¿Un premio MTV?— repetí sin poder creermelo—. ¡Un premio MTV!

Y así es como comencé a saltar y a gritar de alegría por todo el salón de mi casa.

No me culpéis, es el primer premio
al que me nominan en toda mi vida. Cualquiera estaría igual que yo.

Agradecí a Nat por la noticia y seguí festejando yo sola a mi manera. Después me di cuenta de que un par de ojos me miraban como si estuviese demente. Corrí hasta que estuve enfrente suyo, y juro que mi sonrisa era tan grande que parecía que había dormido con una percha en la boca.

—¡Mi banda ha sido nominada a un premio MTV al mejor artista Rock! ¡Un premio, Luke! ¿Sabes lo que significa eso para mí?

Sin pensármelo dos veces ni medir las consecuencias de mis actos salté y le abracé. No sé si fue por la sorpresa o porque seguía medio dormido, pero se quedó completamente mudo. Hasta yo me sorprendí de mi repentino gesto.

Al principio se tensó, y no lo pude pasar por alto. Fui a separarme, pero entonces me estrechó contra él y me levantó del suelo para darme una vuelta.

Y las malditas mariposas volvieron a aparecer; qué digo mariposas. Eran abejas asesinas montando una fiesta con confeti y todo dentro de mí.

—Enhorabuena, Leigh— dijo contra mi pelo—. Me alegro muchísimo por ti. Nunca dudé en que lo conseguirías.

La sonrisa imborrable acabó por borrarse, y de pronto fue como si todas esas abejas hubiesen sido mutiladas y pisoteadas. Hasta él mismo se dio cuenta de lo que había dicho. Me separé de nuestro abrazo y le miré seria.

Esas palabras no podían haber salido de su boca.

—Eso no es verdad— susurré aguantando las ganas de llorar que me entraron de repente.

—Claro que sí. Es verdad, siempre lo fue...— dijo en un tono bajo, como si estuviese arrepentido. Comenzó a caminar hacia mí y yo retrocedí, dándole a entender que no quería que estuviese cerca.

—No, no es cierto— reprimí un sollozo—. Si lo fuese nunca te habrías ido. No me mientas.

—Leigh...

—¡No, Luke! ¡Nunca creíste en mí!— le reproché, harta de la situación—. ¡Cada vez que te hablaba sobre mis proyectos de futuro te reías de mí, como si dieses por hecho que era algo imposible!

—Eso no siempre fue así...

—Claro que sí— respondí amargamente—. Todas esas veces en las que dijiste que creías en mí eran puras mentiras. Todo fue una estúpida mentira.

—No, por supuesto que no. Yo siempre supe que lograrías todo lo que te propusieras. Así que no te atrevas a decir que me alejé de ti por eso. Ni se te ocurra.

—Ya, entonces siempre has creído en mí. Has estado todo el tiempo a mi lado apoyándome en mi carrera— le solté con ironía mientras lágrimas calientes descendían por mis mejillas sin intención de detenerse—. ¿Es por eso por lo que has vuelto? Al ver que las cosas me iban bien decidiste regresar como si nada, ¿verdad?

—No, Leigh. No tienes ni idea...

—¡Oh, claro! Entonces, de todos los motivos posibles, ¿por qué decidiste volver?— le grité furiosa—. ¡Dime, Luke!

—¡Por el cáncer!— soltó mirándome por fin a los ojos.

Me quedé helada, sintiendo cómo mi corazón dejaba de latir y todo se me venía abajo. Comencé a marearme y la respiración se me cortó.

Eso no podía ser cierto.

—¿Qué?— conseguí articular sin apenas aliento.

—Estoy enfermo. ¿Es eso lo que querías?

Nuestra Última CanciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora