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Desde ese día las clases con Narcissa, de las que no se podía librar, resultaban demasiado incómodas como para ser capaces de concentrarse en nada más. Dos semanas más tarde y aún estaban tensas entre ellas.

—Creí que era importante para ti. —Soltó Narcissa de sopetón.
—¿Disculpa?
—Pensé que me veías como algo más, que no eras como algunos hombres de por aquí... Pero solo querías follarme y alardear de ello con tus amiguitos...
—No he alardeado de nada. Creí que había quedado claro que sería solo sexo para ambas.
—Nunca me lo dijiste.
—Tampoco lo contrario, la que te ilusionaste fuiste tú, no sé qué pretendes reclamarme.
—Eres una niña mimada que cree que puede tener lo que quiera cuando quiera.
—Porque puedo.
—Pero es horrible.
—Si soy tan horrible, haberme dejado morir aquellas veces.
—No porque yo no soy como tú, yo no veo a los demás como objetos de usar y tirar.
—Que pena ¿por qué no te limitas a explicarme el ejercicio.
—Porque te odio. Y no soy capaz ni de mirarte. Me hiciste daño.
—Solo follamos un par de veces.
—Llegamos a follar cada día de la puta semana. Quizá tú estés acostumbrada pero yo no, yo no soy un ser despiadado sin corazón.
—Muchos piensan lo contrario.
—Me da igual lo que piensen.
—Estás montando una escena por nada.
—Agh, no se puede tratar contigo.

Narcissa se disponía a salir de la habitación cuando Meliah decidió hablar.
—Me gustas ¿vale? Y hasta Severus lo ha notado. —Las palabras de Meliah hicieron a Narcissa detenerse por completo. —Pero no estoy lista... tengo miedo... soy una Grinderwald... no quiero que me hagan daño... Y es que te odio, te odio tanto... pero a la vez te quiero y me odio por quererte... no sé qué cojones estoy sin... —En ese momento Narcissa se giró, caminó hasta Meliah, tomó su cara y la besó profundamente callándola.
—Está bien —dijo Narcissa al separarse. —Lo que sea que sientas está bien, pero si no me lo cuentas yo no podré saberlo y hacer que esto funcione.
—Yo no sé si podremos...
—¿Por qué no simplemente dejas que las cosas fluyan Meliah? —esta quitó la mirada. —No mires hacia otro lado, quiero una respuesta.
—No lo sé, simplemente no lo sé. Estoy muy bien con mi relación y mi libertad y tú con Malfoy y...
—Deja de meter a Malfoy, yo no quiero nada con él...
—Pero...
—Dices que no quieres perder tu libertad y tú misma te la arrebatas poniéndote barreras innecesarias... Piensa lo que verdaderamente quieres y avísame cuando tengas una respuesta. Yo sé que te quiero y lo que quiero, pero necesito saber qué quieres tú...
—Espera —dijo antes de que Narcissa saliera por la puerta. —Quédate esta noche... Hablaremos por la mañana...
—Está bien.

Tras acceder Narcissa se acostó en la cama junto a Meliah. Esta última no dijo nada, sólo abrazó a Narcissa y trató de dormir durante toda la noche.

Al despertar, ninguna de las dos de había movido demasiado, Meliah se separó lentamente dirigiéndose a la ducha dejó que el agua caliente la recorriera por completo mientras pensaba qué demonios quería hacer.

—Voy a dejar a Sirius —dijo al saliendo de la ducha.
—Meliah, estás empapada y desnuda —dijo Narcissa viéndola a través del espejo arreglándose el pelo en el tocador de Meliah con total tranquilidad.
—Voy a dejar a Sirius —repitió. Narcissa se giró y la miró directamente a los ojos.
—¿Hablas en serio?
—Hablo muy en serio.
—... vístete y hablamos —dijo girándose de nuevo.
—¿Nerviosa Black?
—Me desconcentras Grinderwald...
—¿Ah sí? —dijo Meliah acercándose a ella y besando su cuello.
—Llegaremos tarde a clase...
—Podrías acompañarme a terminar la ducha... Para ahorrar tiempo.
—No no no, acabo de arreglarme el pelo y ya me he vestido. Me voy antes de que me la líes, te veo en clase —dijo Narcissa dejando un beso en sus labios y saliendo de la habitación. Meliah volvió al baño y terminó su ducha.

Durante las primeras clases no coincidió con sus amigos, por lo que tuvo mucho tiempo para pensar cómo dejaría a Sirius y si de verdad quería hacerlo. Inevitablemente, se encontró con ellos en el gran comedor, y se dirigió como siempre a la mesa de Griffindor para sentarse con sus amigos pertenecientes a esa casa.

—Sir... ¿Podemos hablar?
—Claro cariño ¿qué pasa? —dijo él antes de depositar un beso en sus labios. Meliah notaba como la mirada de Narcissa le atravesaba la nuca desde la mesa de Slytherin.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Severus.
—Sí... Sirius...
—Quieres dejarlo ¿me equivoco? —dijo Sirius sorprendiendo a Meliah.
—Em... sí, esto...
—Tranquila, es normal, las llamas se apagan.
—Gracias por entenderlo.
—¿Por eso llevas todo el día cabizbaja por los pasillos? Oh Meliah, somos colegas, todo está bien.
—Gracias Sirius...
—¿Quién es el o la afortunada? —preguntó Lily.
—¿Cómo?
—Oh Meliah, no dejarías a Sirius y tu amplia gama de libertades sexuales si no hubiera alguien —dijo Lily.
—No... em...
—Oye, somos tus amigos —intervino James.
—Black... —musitó Meliah.
—¿Bella?
—Narcissa...
—¡¿Te estás follando a...?! —Meliah tapó la boca de James antes de que este gritara el nombre delante de todo el gran comedor.
—Contrólate James —advirtió.
—Me he quedado de piedra —confesó Lupin.
—Lo sé...
—Lo importante es que estés feliz ¿lo estás?
—No somos nada Lily...
—Aún...
—Solo...
—No me digas que solo follais, no te lo crees ni tú —intervino Remus.
—Podrías invitarla a una de nuestras quedadas nocturnas.
—Lo pensaré James...
—¿Quién lo iba a decir...? —rio Sirius —pero si eres feliz, adelante.
—Gracias... Me voy... Tengo que coger unos libros de mi habitación antes de clase.
—¿Cuando nos presentarás oficialmente?
—No lo sé Remus. —Tras decir eso Meliah se marchó del gran comedor.

Sus amigos no tardaron en observar, que después de su ida, Narcissa también salió del lugar. Y todos se miraron entre ellos.

—¿Has dejado a Sirius? —preguntó Narcissa en el pasillo a Meliah sin poder crearlo.
—Sí, se lo ha tomado mejor de lo que me esperaba.
—¿Le has dicho algo de mí? Debo de caerle peor de lo que ya lo hacía.
—No le caes mal, sólo te veía como un muermo —rió Meliah.
—Me dejas más tranquila... —dijo irónica Narcissa. —Pero gracias.
—¿Gracias? —preguntó Meliah.
—Por darme un lugar, por ser sincera...
—Por dejar a Sirius... —rio Meliah.
—Sí, por eso también —rio Narcissa esta vez.
—¿nos saltamos la clase?
—No deberíamos, tienes que ponerle al día en transformaciones..
—Un día es un día... —suplicó Meliah.
—Agh, está bien... eres una mala influencia Grinderwald...
—Ajá lo que digas —rió Meliah.

Ambas salieron del castillo riendo dirigiéndose a uno de los enormes jardines para pasar el tiempo que deberían de haber estado en la clase que se habían saltado.

UNDER THE STORM (Narcissa Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora