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—Debería irme...
—Narcissa... —antes de que esta pudiera si quiera rozar levemente el pomo de la puerta con sus dedos, Meliah tomó su cara y la besó profundamente.
Narcissa mostró una nula oposición al beso, al contrario, tomó la cintura de Meliah para pegarla a su cuerpo.

Cuando la falta de aire se hizo presente en ambas, estas se separaron lentamente.
—Creo que es hora de que me vaya.
—¿Quieres irte?
—No puedo quedarme.
—Quédate... Como una despedida...
—No creo que sea beneficioso para ninguna.
—Nada en esta situación lo es.
Antes de que Meliah pudiera decir nada más, Narcissa se precipitó a sus labios.

El cuerpo de Narcissa estaba tenso, pero no titubeaba en lo que hacía. Sin dejar de besar a Meliah, la guió hasta aquella cama que ya conocía muy bien.
—Dime que no sientes nada cuando te beso el cuello, dime que el pelo de la nuca no se te eriza cuando paso mis labios... —dijo Meliah casi en un gemido ahogado. —Dime que no se te pone la piel de gallina cuando te acaricio, dime que no sientes nada cuando mi cuerpo se pega al tuyo.
—Te estaría mintiendo —musitó Narcissa bajando al cuello de Meliah y dejando unos cuantos besos ahí, mientras con sus manos jugaba con los pechos de ella por encima de la tela.
—Miénteme Narcissa, lo necesito —gimió Meliah —Dime que tras esta noche te olvidarás de mí.
—Te confesaré... que tus besos me desarman, te confesaré que una sonrisa tuya sí me deja a tu merced aún... —dijo Narcissa comenzando a bajar el cierre del vestido de Meliah —Te diré que cuando no estemos juntas, me parecerá verte entre la gente y que echaré de menos hacer el amor contigo en algunos momentos, y en otros follarte como una desesperada... —dijo sacándoselo y dejándola en ropa interior para dirigirse a besar sus pechos. —Admitiré que tus manías a veces... me sacaban de quicio, pero que las echaré en falta cada día... Tú no me mientas y dime que me echarás de menos pero que harás lo posible por ser feliz... —musitó dejando un camino de besos por su abdomen mientras
Meliah se estremecía bajo sus besos y sus palabras.

—Aún me estremezco cuando me abrazas... Y cuando me tocas... Sonrío cuando me acuerdo de ti durante del día e imagino volver a tenerte... —gimió Meliah —Me conmuevo cuando respiras en mi oído o nuestras pierdes se rozan... —musitó con un hilo de voz. Mientras quitaba el vestido de Narcissa, quedando ambas en ropa interior.

—Está noche no quiero más lágrimas, ni romanticismo, no sería capaz de volver a superarlo, quiero follarte y que me folles... que nos despidamos como es debido... —susurró Meliah, Narcissa la tomó y volvió a precipitarse a sus labios colocando su rodilla en la entrepierna de Meliah, haciendo presión para que esta soltara un gemido que trató de callar.
—Si quieres que te folle, libera lo que estás sintiendo —dijo haciendo referencia a que no callara sus gemidos.

Narcissa quitó el brasier de Meliah y comenzó a llover sus pechos a su boca. Su rodilla seguía haciendo presión en círculos en la entrepierna de Meliah.
Esta se aferraba a las sabanas dejando ir algunos gemidos.
Cuando terminó con sus pechos. Bajó a su entrepierna. Y sin dudar metió su lengua en ella. Meliah se arqueó de placer, y Narcissa sustituyó su lengua por dos de sus dedos y dirigió su boca al clítoris de la Ravenclaw.

Meliah llevó una de sus manos a la cabeza de Narcissa para generar más presión y por ende más placer. Cuando sentía que iba a llegar al éxtasis, Narcissa se detuvo.

Meliah, jadeando, la miró sin entender qué hacía.
—No te voy a dejar a medias —susurró muy cerca de los labios de Meliah, e hizo que esta se girara y se pusiera a cuatro y se quedó unos segundos disfrutando de las vistas.
Comenzó a acariciar sus pliegues con su dedo, haciendo que Meliah enterrara la cabeza en la almohada. Besó sus muslos y sus alrededores, pero no sus mayores puntos de placer, haciéndola sufrir un poco.

—Narcissa... Termina de follarme ya... —suplicó en un jadeo.
—¿Disculpa cariño? No te he escuchado —dijo rozando levemente el clítoris de esta con la punta de su lengua. Meliah sentía que en cuanto volviera a tocarla iba a explotar de placer.
—Por Merlín Narcissa... Follame, follame de una vez...
Obedeciendo sus órdenes. Narcissa se acostó boca arriba Justo debajo de Meliah e hizo que esta bajara su intimidad hasta su boca. Adentró tres dedos en ella comenzando a moverlos bruscamente y succionó y lamió su clítoris con fuerza, haciendo que Meliah se sujetara a las sábanas y gimiera sin ser capaz de parar. No pasó demasiado hasta el los jugos de Meliah divagaron por la cara de Narcissa.

Meliah se apartó de su cara unos segundos para recomponerse. Su respiración era tan agitada que le costaba tomar bien el aire. Se acercó a Narcissa y la desnudó por completo para después acercarse a ella y pegar sus cuerpos mientras la besaba.

Meliah hizo que Narcissa se sentara y unió sus vaginas moviéndose y arqueándose al compás. Acarició los pechos de Narcissa y la besó con deseo.

Se separó de ella y la acostó en la cama. Tomó sus dedos y masajeó sus pliegues pero nunca lo suficientemente cerca de su clítoris. Dejó besos por todo su cuerpo y algún que otro mordisco que dejaría marca. Giró a Narcissa dejándola a cuatro y con una mano tomó el pelo de esta mientras con la otra introducía sus dedos en ella. Haciendo que gimiera de placer. Comenzó a moverlos rápidamente mientras su pulgar se centraba en su clítoris y con su otra mano tomaba el pelo de Narcissa sin tirar demasiado.

Narcissa enterró la cara en la almohada para tratar de no gemir demasiado.
—Déjame escucharte... —dijo Meliah deteniéndose —Déjame escuchar qué tanto te gusta lo que te hago.

Se apartó de Narcissa y volvió dejarla boca arriba cuando con un hechizo ató las manos de la Slytherin al cabecero de la cama. Conjuró una pluma y comenzó a pasarla por el cuerpo de Narcissa. Parándose unos segundos a jugar con sus pezones, los cuales al tacto de la pluma se endurecieron más.
La pasó por su abdomen y por sus muslos haciendo que Narcissa gimiera, no creía por ser esperar mucho más.

—Follame, follame ya...
—Dilo de nuevo.
—Meliah, quiero que me folles de una vez, que me folles como solo tú puedes... —gimió a modo de súplica.
Ante sus deseos. Meliah enterró su cabeza en la intimidad de Narcissa y comenzó a succionar su clítoris y a pasar su lengua por él mientras Narcissa arqueaba su espalda.
Metió sus dedos en ella de nuevo y se movió velozmente haciendo que la rubia no tardara más de un minuto en correrse para ella.

—Oh, por Merlín —gimió Narcissa cuando llegó al éxtasis vaciándose en la boca de Meliah.
—Es injusto que yo haga el trabajo y él se lleve los elogios... —dijo Meliah antes de besarla.

Esa noche la pasaron juntas y no fue esa la única vez que se entregaron la una a la otra. En aquella habitación, la vida se sintió distinta, era como si el mundo se hubiera detenido por un rato dejándolas libres...

UNDER THE STORM (Narcissa Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora