02 - Solo una vez más

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Tory volvió a trabajar como ya era costumbre, de 12.00 p.m. a 17:00 p.m. trabajaba en el roller rink y de 20.00 p.m. a 01:00 a.m. trabajaba en Randy's. La paga no era mucha, pero ella necesitaba cada peso. Lo único bueno era que en el día tenía tiempo para ocuparse de su madre y su hermano.

Esa tarde no vio a Robby.

No lo vio incluso cuando ya estaba por cerrar como se había hecho costumbre.

Pero no importaba, porque eso de mostrar piedad era cosa de un solo día, ella no podía permitirse que le pasara lo mismo que a su madre cuando su jefe la descubrió robando sobras.

Sin embargo, la pelirrubia se encontraba mirando por la ventana hacia el parque en cada oportunidad que podía.

La noche había llegado, su turno había acabado.

"Solo una vez más." Se dice Tory a sí misma, tratando de convencerse de que tiene una opción.

Cómo la noche anterior, Tory preparó las sobras del día en un recipiente, y al ya comenzar su camino a casa, las dejó en la banca en caso de que aquel chico decidiera volver.

Y él lo hizo.

A la 01:20, Robby Keene hacía ingreso al parque.

La noche anterior, el chico de ojos verdes había decidido que no volvería, lo menos que necesitaba era a Tory teniéndole lástima, o qué en cualquier momento la policía llegara a detenerlo. De esa forma, Robby se mantuvo todo el día lejos de Randy's y el dichoso parque, dando vueltas y buscando algo que hacer para no pensar en sus problemas.

Pero ahí estaba de nuevo.

No sabía por qué, pero se sintió obligado a volver.

"Solo una vez más." Se dijo como excusa para regresar.

Y allí en la banca, Robby vio otra vez aquel recipiente blanco esperando por él.

...

A pesar de que ambos chicos se negaran a aceptarlo, seguían haciendo lo mismo cada noche. Tory dejaba comida para él en la banca, y Robby volvía al parque a la 01:20 a.m. esperando encontrar el recipiente en el mismo lugar.

"Solo una vez más." Se decían los dos como una promesa cada noche.

Y cada noche, esa promesa se rompía.

Porque si Tory Nichols podía mostrar piedad, Robby Keene podía dejar de lado su orgullo.

Es más, muchas de las noches en que Robby disfrutaba el único alimento que recibía en el día, se disponía a pensar en la oscuridad y los peligros de la noche para una chica yendo a casa a las 01:00 a.m., pero estamos hablando de Tory Nichols, ella se podía defender sola.

Y luego el chico se enojaba consigo mismo.

Porque pensaba en el bienestar de la chica que odiaba, la chica que arruinó su vida, pero la pregunta que se había hecho algunas noches atrás permanecía...

¿Acaso ella no lo odiaba a él?

...

Era otra tarde de cansancio para Tory, la chica atendía a los clientes que ingresaban y limpiaba después que se iban. Todo de manera monótona, en algunos veía esa mirada hambrienta que ella muy bien ya conocía, pero tenía que dejarlo pasar, después de todo, necesitaba el dinero.

Pero una mirada hacia el parque y su día cambió completamente.

Allí estaba Robby Keene otra vez.

Ella en realidad no estaba segura de sí era él el que se comía lo que ella dejaba, pues desde esa primera noche no lo volvió a ver, pero ahora suponía que sí había sido él.

Su turno terminó.

"Bueno, no puedo no hacerlo ahora que está ahí." Se dijo esta vez la chica, buscando alguna excusa. "Solo una vez más."

Y mientras la cabeza de Robby daba vueltas tratando de encontrar la respuesta al por qué había decidido ir al parque más temprano ese día, Tory iba camino hacia él con una mirada insegura.

"Hola." Le dijo la pelirrubia al chico.

"Hola." Le respondió él. "¿Qué tienes para mí esta vez?"

"Fideos, un poco de huevo revuelto y papas fritas." Respondió Tory dejando el recipiente en la banca, bajo los atentos ojos de Robby. "Bueno, adiós." Dijo luego de un incómodo silencio, dispuesta a irse.

"¿Por qué haces esto?" Cuestionó el chico tomando el recipiente en sus manos. "Supuse que me odiarías tanto como yo te odio a ti."

"Eso es justo." Comenzó ella. "Sé que la pelea y todo lo que pasó es mi culpa, no puedo cambiar eso, así que entiendo que me odies, de hecho, no he ido a ver a Miguel al hospital por la misma razón. Estoy segura de que él también me odia." Continuaba mientras tomaba asiento junto a él en la banca.

"Y créeme, también te odio por lo que le hiciste, o al menos lo hice." Trataba de explicar mientras jugueteaba con la pulsera en sus manos. "Pero lo entiendo."

"¿Qué quieres decir?" Cuestionaba el chico, ahora con curiosidad reemplazando el odio que le tenía.

"Mi mamá está enferma, prácticamente se está muriendo, me tengo que hacer cargo de ella, mi hermano menor y de la casa." Explicaba Tory rehuyendo los ojos del chico frente a ella, lo menos que necesitaba era que él la viera llorar.

"Y por lo que sé, tal vez las cosas pudieron acabar diferente ese día. Yo pude haber empujado a LaRusso por el barandal, y si así hubiera sido a nadie le hubiera importado ni yo, ni mi familia." Continuó Tory, sintiendo las lágrimas formarse en sus ojos.

"Sé que el mundo no muestra piedad a personas como nosotros, pero si hubiera sido yo, me habría gustado por lo menos tener un poco de ayuda." Dijo mientras miraba a otro lado y se limpiaba las lágrimas que habían caído, porque honestamente, la chica estaba demasiado cansada como para pretender que estaba bien. "Bueno, que disfrutes tu comida." Finalizó dispuesta a irse.

"¡Espera!" Exclamó Robby sorprendiéndose el mismo. "Gracias."

"No es nada." Respondió Tory dándole lo más parecido a una sonrisa, casi indistinguible, pero él estaba seguro de lo que había visto.

Así, a medida que la chica desaparecía de su campo de visión, Robby se dio cuenta de que en realidad no eran tan diferentes como él pensaba. Ambos habían tenido una vida de mierda según lo poco que ella le había contado, y ambos habían cometido errores dejándose llevar por el odio acumulado a través de la vida.

La pelea en la escuela no era solo su culpa, él sentía la necesidad de tener que explicárselo ahora, todo ese dolor del engaño de Miguel, lo que sucedía con su familia, él no podía imaginar cómo eso le estaba afectando. Se dio cuenta de que ahora que la entendía, no la odiaba con la misma intensidad, ella lo estaba ayudando cuando nadie más lo hacía, así que lo menos que él podía hacer era intentar quitarle un peso de encima.

...

Hola, ¿cómo están?

De a poco va avanzando la historia. ¿Qué opinan del nuevo capítulo? ¿Cuál es su parte favorita?

A mi me encanta escribir sobre estos dos.

Bueno, por favor déjenme sus opiniones en los comentarios y no se olviden de votar.


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