09 - Confianza

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Tory iba a ver a Robby cuando podía. Le llevaba dibujos que Brandon hacía para él y los mensajes de aliento de su madre.

Estuvieron juntos cuando escucharon que Miguel no podría volver a caminar. La culpa era demasiada para soportarla por sí solos. No había duda de que el chico de cabello azabache estaba pasándola mucho peor que ellos, pero por lo menos él no estaba solo.

Tory era lo único que Robby tenía.

La pelirrubia tenía a su familia, y también al chico de ojos verdosos. Pero para Tory las cosas en casa no mejoraban.

Había hecho todo lo humanamente posible por darle a su madre una comida civilizada. Intentó sobrellevar el día de buena forma, pero esta vez, el dueño del edificio hizo mucho más que solo observar.

Si no había suficiente dinero para comer, la renta estaba mucho más abajo en la lista de prioridades. Pero aquel infeliz ser humano se había atrevido a sugerirle a la chica que durmiera con él. Y Tory quiso matarlo, o al menos dejarle clara su postura en una manera dolorosa.

Pero no podía correr el riesgo de terminar en el reformatorio.

Lo peor de todo era que al ver las precarias condiciones en las que su familia vivía, estaba empezando a considerar la oferta. Y tuvo una rabia enorme.

Entonces el sensei Kreese apareció.

Le hizo recordar a la luchadora que había en ella, y le dio la oportunidad de volver al dojo sin necesidad de pagar por las clases.

Tory sintió que volvía a respirar.

En un principio no se creyó el hecho de que todo sería gratis. Todo el mundo quiere algo, ella lo tenía claro.

Pero cuando su sensei le contó sobre la enfermedad de su propia madre, ella pudo ver el parecido entre ellos.

Tal vez la estaba manipulando, pero algo en ella le decía que podía confiar en él.

El karate era todo para ella. Al fin podría recuperarlo.

...

La pelirrubia estaba en su habitación, aun sumida en el conflicto interno en que el imbécil que se hacía llamar Rodney la había metido.

"¿Qué tiene que perder una chica como tú?" Le había dicho antes de marcharse.

Nada.

Tal vez su dignidad. Pero, ¿de qué sirve la dignidad cuando tu familia se está muriendo de hambre?

Sus pensamientos se vieron interrumpidos con el sonido de su celular.

"¿Hola?"

"Hola, Nichols." La mencionada sonrió al instante.

"Me preguntaba cuando ibas a llamar."

"Bueno, ya sabes. He estado un poco ocupado." Decía Robby con su usual sarcasmo.

"Sí, claro."

"De todas formas tenía que llamarte en algún momento. Sé que te desmoronarías sin mí a tu lado." Continuó con un tono burlesco. "Es por eso que eres el Watson de mi Sherlock."

"¡No, no, no! ¡Yo te mostré la serie!" Comenzó ella en un tono bastante serio, esto hacía a Robby reír al otro lado de la línea. "En ese caso tu eres el Watson de mi Sherlock."

"Puede ser. Pero eso no quita el hecho de que estarías mucho mejor si yo estuviera allá contigo."

Tory no dijo nada. Debía reconocer que con Robby en su casa, Rodney no tendría ni una oportunidad. Pero la realidad era que el chico tenía sus propios problemas, y no era justo que ella lo preocupara.

"Oye, ¿estás bien?" Cuestionó Robby, dejando las bromas de lado.

"Estoy bien."

"Aunque esté aquí encerrado puedes decirme lo que sea. Lo sabes, ¿verdad?"

"¿Alguna vez has tenido que hacer algo que no quieres por una causa más grande que tú?" No le contaría su problema, pero tal vez él podía ayudarla de manera indirecta.

"No en realidad." Sabía que Tory se estaba midiendo con lo que le contaba, no la iba a obligar a decir más de lo que ella sentía era necesario. La verdad, estaba agradecido por ello. Porque si supiera todo con lo que la chica estaba lidiando, la impotencia de no poder hacer nada para ayudarla lo mataría.

Así fue como Robby se dio cuenta de que la pelirrubia comenzaba a ser importante para él. Y con total honestidad, después de lo sucedido con Sam, le asustaba un poco.

"Lo que sí sé es que nadie puede obligar a Tory Nichols a hacer algo que ella no quiere. Encontrarás una forma de evitarlo de todos modos."

Ella sonrió.

Él creía en ella.

¿Qué tenía que perder una chica como ella?

La fe de nada más y nada menos que Robby Keene.

"¿Cómo está todo por allá?" Cuestionó luego, cambiando el tema un poco más aliviada.

Robby mencionó a un tal Shawn, alguien quien Tory ya odiaba con toda su voluntad. No le dijo mucho para no preocuparla, pero por lo menos podía hablar con alguien acerca de eso.

"Deberías patearle el trasero. Yo sé que tú puedes." Robby sonrió a través de aquel teléfono en sus manos, un sonido que Tory había comenzado a extrañar. Ella pudo casi observar en su mente la imagen del chico riendo, sus hoyuelos y el brillo travieso en sus ojos.

"Gracias por la confianza." Dijo él, aun riendo.

"Siempre."

Conversaron por un largo rato, hasta que un guardia obligó al chico a terminar la llamada.

Robby se sentía un poco mejor al saber que siempre iba a tener a alguien ahí para él. Al principio pensó que la pelirrubia no contestaría, pero ella se mantuvo fiel a su palabra. A él le gustaba eso de ella, era alguien en quien podías confiar.

Tal vez no había necesidad de preocuparse por el hecho de que aquella chica comenzaba a importarle.

Tory, por su parte, había encontrado consuelo en las palabras del chico. Él confiaba en ella, tenía fe en que ella podría superar los obstáculos que la vida le presentaba. Robby Keene no confiaba en muchas personas. No después de tantas decepciones.

Ella se podía identificar con eso.

Tory no lo iba a decepcionar.

La chica no aceptó la propuesta del dueño del edificio, y no tuvo que hacerlo.

Porque al día siguiente, Rodney tocó su puerta. Le dijo que, debido a la condición de su madre, podría esperar un poco más por la renta, que ella pagara cuando pudiera. Incluso se disculpó por todo lo que le había dicho anteriormente.

Tory no tenía idea de lo que había pasado, pero estaba bastante más aliviada.

"Al parecer la vida muestra piedad algunas veces." Se dijo a sí misma, mucho más animada. Ignorando el hecho de que quien había mostrado piedad había sido su sensei. John Kreese había visto algo de sí mismo en ella.

Esto provocó el florecimiento de algo que, desde Johnny Lawrence, él pensó que jamás volvería a sentir.

Tory volvió esa mañana al dojo. Vio a sus amigos y a su sensei, quienes la recibieron de manera alegre.

Y al volver a hacer karate, sintió que recuperaba una parte de sí misma.

...

Hola, aquí les traigo un nuevo capítulo.

¿Qué les parece la relación de Robby y Tory? Cada vez están más a gusto juntos 🤭

No olviden votar y comentar.

Nos leemos pronto.

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