14 - El arte de dejarse llevar

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El entrenamiento en el dojo continuaba más fuerte que nunca. Robby seguía enseñando Miyagi – Do y aprendiendo mucho más de Cobra Kai.

Además, un nuevo alumno se había hecho presente. Kenny Payne.

Tory no estaba segura de que aquel niño fuera material para Cobra Kai, pero un par de sesiones de entrenamiento con Robby lo hicieron probarle lo contrario.

Tampoco estuvo tan contenta al enterarse de quien era su hermano, pero Robby le aseguró que las cosas entre él y Shawn estaban bien.

Y ella confiaba en él lo suficiente como para no cuestionarlo.

El moreno era oficialmente parte del dojo.

...

Era de noche en la casa de los Nichols, y Robby y Tory se encontraban en la habitación de esta última. Habitación que, desde hace unas noches, ambos compartían.

Los adolescentes estaban sentados sobre la cama a piernas cruzadas, mirándose.

"¿Podrías dejar de mirarme así?" Le pedía la pelirrubia a Robby, con una sonrisa tímida.

La verdad era que él no podía evitar mirarla. Todos conocían a la Tory ruda, pero esta chica sonrojada y tímida era algo que solo él tenía el privilegio de observar.

Y eso le encantaba.

"Tú me estas mirando de la misma forma." Respondió él con diversión.

Ella se había acostumbrado a ver esa gran sonrisa en el chico, con aquellos hoyuelos que la enmarcaban y sus bellos ojos verdes que terminaban de adornar su rostro. "¡Dios! ¡Tus ojos son tan hermosos!"

Robby la observó entre sorprendido y divertido. Eso no era algo que ella diría.

"Espera. ¿Lo dije en voz alta?"

"Si. Lo hiciste." Tory se cubrió su rostro con sus manos, intentando pararse para alejarse del chico lo más pronto posible. Él logró detenerla, volviendo a hacer que se sentara, esta vez mucho más cerca que antes. Y removiendo sus manos de su rostro.

"Tú te ves adorable cuando te sonrojas." Le dijo él, aun sonriendo. La luz de la luna brilló sobre los ojos color avellana de la pelirrubia. Ese brillo que él ya muy bien conocía. Porque podía verse adorable sonrojada, pero ese brillo te decía a gritos que ella era todo menos adorable. "Tus ojos también son muy bellos."

"Eso no es cierto." Replicó ella, llevándole la contraria.

"Siempre me pierdo en ellos. Tú, Tory Nichols, tienes el don de hipnotizar a la gente." Robby colocó sus manos en el rostro de ella, dejando leves caricias.

"¿Ah sí?" Cuestionó ella de manera burlesca. A este punto creía que el chico estaba hablando por hablar.

"Por supuesto. Me tienes hipnotizado desde esa noche en el roller rink, cuando vi ese brillo en ellos por primera vez." Tory no tenía palabras para explicar lo que sintió en ese momento.

"¿Qué hay de LaRusso?" A la chica le estaba encantando este juego.

"Ella ya es pasado. Pero en ese entonces, tuve que dejarte ir."

"Bueno, estoy aquí ahora." Tory no sabía por qué lo dijo. Ni siquiera sabía lo que estaba sucediendo allí en aquella habitación. "¿Recuerdas la canción que sonaba cuando nos encontramos allí?"

La chica atrajo su celular que antes yacía en su velador. Y luego de una búsqueda rápida, la canción 'Dance Hall Days' de Wang Chung comenzó a sonar. Robby sonrió al instante. "Bueno ahora la recuerdo."

Love, Hate, Love // Cobra Kai Donde viven las historias. Descúbrelo ahora