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En nuestro tiempo como ninjas los exámenes chuunin eran los más peligrosos y atemorizantes debido a que uno no sabía si saldría con vida de aquello; no obstante, con el pasar del tiempo eso había cambiado y ahora los niños de esta nueva generación de ninjas podían realizar dichos exámenes sin tener que preocuparse por aquello. O eso era lo que había pensado hasta que repentinamente unos enemigos pertenecientes al clan Otsutsuki se hicieron presentes en el recinto para capturar al actual Hokage y portador del nueve colas; Uzumaki Naruto.
Rescatar a Naruto había sido un poco complicado, pero afortunadamente Sasuke junto a los otros Kages pudieron traerlo de regreso y los dos Otsutsuki a los que se habían enfrentado habían sido completamente eliminados. Cualquiera se sentiría aliviado de que el caos había finalizado, no obstante, la repentina noticia de que todavía andaba un Otsutsuki libremente rondando por el sector a la espera de atacar para robarse el chakra del Kyuubi hacía que la gente siguiera atemorizara.
—¿Qué está sucediendo? —pregunté para mí misma cuando he visto a varios Jounin correr en la misma dirección—. ¿Acaso lo han encontrado?
Me quedé mirando a aquellas personas irse por solo unos minutos para luego comenzar a dirigirme a casa y así terminar algunas cosas que tenía pendiente. Mientras caminaba a casa he sentido un pequeño escalofrío, entonces, al girar por una esquina pude ver tirados en el suelo a los guardias que cuidaban de la entrada del laboratorio arqueológico, por lo que rápidamente me acerqué para ver su situación y al no sentir su chakra me sentí inquieta. Activé mi Byakugan para mirar dentro del recinto y al ver al tal Urashiki que todos estaban buscando me he sorprendido.
"¿Qué debería de hacer?" Esa pregunta rondaba por mi cabeza debido a que no sabía si debería de ir por ayuda o ingresar al lugar e intentar detener lo que sea que intentaba hacer. La primera opción era la más adecuada, ya que se suponía que yo estaba totalmente fuera de servicio debido a los problemas que obtuve cuando era una niña que me habían impedido seguir como Ninja, por lo que ahora mismo yo solamente era una civil que debía de depender de los demás.
—Al demonio.
Lo que estaba por hacer estaba completamente mal, pero debido a que me preocupaba que esta persona volviera a atacar a Itachi como lo hizo la última vez me hacía pensar en solamente proteger a mis seres queridos, así que, sin volver a dudarlo, ingresé al recinto y me dirigí directamente hacia donde ese Otsutsuki se encontraba.
—Vaya, al parecer he sido encontrado por una persona inesperada —dijo Urashiki mirándome fijamente cuando ingresé a la habitación en la cual se encontraba—. Tus ojos debieron guiarte hasta a mí.
—Así es, pero no solamente ha sido eso —dije sin quitarle la mirada de encima—. Dejaste a todas esas personas ahí tiradas. Cualquiera sabría que algo malo sucede.
Urashiki soltó una risa al oírme para luego mirar el objeto que se encontraba sobre la mesa que comenzaba extrañamente a brillar. Fue en ese preciso momento en que él se dirigió hacia dicha luz por lo que sin dudarlo lo he seguido y en eso sentí como alguien sostenía mi brazo para luego atraerme hacia él, pero antes de que pudiera ver a dicha persona he sido cegada por una brillante luz.
Mi cuerpo comenzó a caer en picada, pero debido a que alguien me mantenía sostenida no he sufrido ningún daño, entonces, cuando mis ojos se adaptaron a la luz he podido ver a Sasuke abrazándome fuertemente para que nada me sucediera y a su lado se encontraba Uzumaki Boruto.
—¿Te encuentras bien? —preguntó mirándome fijamente a lo cual he asentido—. ¿Qué hacías allí?
—Ha sido casualidad el encontrarme con Urashiki —suspiré para luego notar que nos encontrábamos rodeados de árboles—. ¿Dónde estamos?
—No veo a Urashiki por ninguna parte —mencionó Boruto al momento en que movía de un lado a otro una tortuga que anteriormente era una vasija—. Esta cosa no funciona.
—Será mejor investigar —dijo Sasuke al instante en que se me acercaba—. No te separes.
No pude evitar formar una pequeña sonrisa ante la preocupación de Sasuke debido a que a pesar de que yo ya podía defenderme por mí misma, él seguía preocupándose de que nada malo me sucediera mientras me encontrara con él.
—¿Uh? Pero si seguimos en Konoha —informó Boruto mientras avanzaba—. Esperen... Esas son los rostros esculpidos en piedra de los Hokages, pero el rostro de papá no está allí... ¿Por qué?
—¿Acaso...? —comencé a mencionar, pero al oír unas voces acercándose me mantuve callada.
—¿No has visto a mi hermana, Lee? —preguntó una voz masculina que hizo a mi pecho doler—. Cuando he ido esta mañana al cuarto del hospital no la encontré allí.
