Capitulo 2: Cuando todo comenzó, 1940, parte 3.

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[Ya giré por la misma esquina 3 veces] Hay pasillos más oscuros que otros, y los que tienen más iluminación están repletos de soldados ebrios.

-Acabo de enviar una carta para el Führer con el mapa de las rutas enemigas. - A lo lejos percibí una conversación con voces conocidas.

-Felicidades. Ahora quiero mi parte del trato. - dijo con arrogancia el otro hombre.

-Deberías estar satisfecho con que te haya dejado a la muchacha. - soltó una risita burlona, tal parece que ese comentario molestó mucho a uno de ellos, pues de repente se oyó un golpe muy fuerte. Pudo haber terminado mucho peor si no hubiera sido por el disparo de una pistola.

-¿Qué creen que hacen? ¿Acaso quieren que le comunique este inconveniente a su superior? - esta vez, se incorporó un tercer integrante a la reunión.

A lo que me recuerda que mi prioridad era salir de ahí con las manos vacías, pues ya habían notificado nuestros siguientes movimientos. Me alejé lo más que pude de aquella escena, además, era probable que estuviesen hablando de mi. Debía idear una estrategia para evitar cumplir con la información que aquel papel indicaba y así evitar una emboscada.

[Una ventana]. Encontré una ventana que daba acceso exclusivo al estacionamiento, que estaba repleto de autos de los más altos funcionarios nazis. [No puedo abrir fuego, lo mejor será escabullirme por debajo de los autos]. Abrí la ventana con un pasador que encontré fácilmente entre mi cabello y me arrastré sobre las piedras y el barro.

Un Bentley Corniche se encontraba más cerca, por lo que decidí esconderme debajo de él. Estaba en primera fila para apreciar lo limpio que estaban los zapatos de los soldados y tenientes que patrullaban por el terreno.

-¿Has oído que el Führer ha cambiado las normas para el campo de concentración? Maldición, ¡es realmente un genio! - un teniente sostenía una conversación poco formal con un funcionario mientras se dirigían hacia el auto en dónde yo estaba escondida.

[¡Demonios! Encendieron el auto]. Al dar marcha a aquel auto, no me quedaba de otra más que sostenerme de lo que pude del chasis para evitar ser vista.

Así fue como logré salir de aquel nido de ratas...

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