Capitulo 4: Bajo mesas y promesas.

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¡Hola! Les quiero agradecer por todo su apoyo <3 Me siento muy afortunada por contar con lectores tan maravillosos como ustedes...


Para esta noche presumiré un vestido largo de color azul aqua y con encaje. Resalta las curvas en las que cualquier hombre podría caer en la tentación de estrellarse.

Me preocupa más el hecho de caminar con los tacones puestos, que la idea de encontrarme con un enemigo disfrazado de compatriota.

-¿Lista? - se abre la lona de mi carpa. Era el teniente. Sentí como me recorrió de pies a cabeza con sus ojos saltones -. Debo decir que luces hermosa...

[Que desagradable].

-Gracias. Usted también se ve muy presentable.

Me tomó de la mano tan delicadamente, que creí que él temiera romperme en mil pedazos. Juntos, nos encaminamos hacia la entrada del campamento.

-Nunca creí poder tomarte de la mano... ¡y míranos ahora! - Jamás lo había visto tan alegre, sus ojos brillaban como un auténtico diamante. Pero casi olvido para qué vine.

-Tampoco lo creí posible, mi teniente. Me alegra que haya sido usted quien me invitara a cenar. - Tengo que hacer uso de la falsedad a la que estoy acostumbrada a practicar.

-Por favor, llámame Erick. - Mientras estábamos tomados de las manos, me percaté de lo rasposa que era la suya, incluso las llegué a comparar con lijas para madera. Mis manos sudaban bastante y me daba asco. No quisiera saber cómo es que las parejas se acostumbran a esto... - Creo haberlo dicho ya, pero necesito volverlo a decir... Eres preciosa, de pies a cabeza. Adoro todo de ti.

Pude sentir como mi rostro ardía cada vez más, avergonzada por lo que había dicho el teniente.

-Le agradezco todos sus cumplidos, tenie... ¡Erick! - Creí que se molestaría ante mi equivocación, que me reprendería por mi insolencia al no recordar lo que me acababa de decir, así como hace cuando nos preparamos para una catástrofe. Creí que me gritaría diciendo "Acabo de darle órdenes directas, ¿Cómo espera que confíe en usted tras este error tan evidente?". Sin embargo, me dejé llevar por la idea que tengo de un personaje...

-Descuida. - Soltó una risa dulce, tan cálida -. Mi nombre suena más lindo con su voz... Me encanta.

Después de subirnos a un automóvil que nos estaba esperando, vi a alguien que estaba sobre el asiento del conductor. No nos miró, ni nos dirigió palabra alguna. Su rostro estaba cubierto por un gorro y lo llevaba sospechosamente agachado. Al cerrarse las puertas, el carro dio marcha, haciéndome ver que todo ya estaba planeado. El viaje no duró demasiado. Durante éste, procuré estar lo más apegada a la ventana, memorizando el trayecto. Intenté relajarme, pero no pude evitar sentirme incómoda al ver hacia donde había decidido llevarme Erick... Era el restaurante más famoso y exquisito del que todos los altos funcionarios asisten cada noche junto con sus esposas o amantes.

[Carajo, ¿Cómo pagaré esto?] - pensé al ver el menú... No sabía cómo disimular mi asombro y descontento. En ese momento, mi rostro parecía un libro abierto y me temo que Erick pudo leerlo.

-Tranquila. Yo invito... - Me guiñó un ojo.

Posó su mentón sobre su mano derecha, como hace cualquier joven de secundaria absurdamente enamorado. Inhaló profundamente y después soltó todo, como si esto lo ayudara a librarse de un peso que tiene encima. Añadió:

-¿Cuáles son tus metas para el futuro?

-¿Mis metas para un futuro? - Repetí la pregunta con el propósito de tener más tiempo de pensar -. A decir verdad, lo único que quiero es terminar con la guerra y vivir en una cabaña retirada de todo. Solo yo.

-¿Y qué hay de la compañía? ¿No te gustaría tener un esposo grande y fuerte para que te proteja? - Esa última pregunta la dijo con un tono de voz orgulloso, haciéndome ver que aquellas palabras hacen mención de él.

-Nunca he pensado que mi felicidad depende de un hombre... Sin embargo, podría hacer una excepción por alguien en especial. - Le guiñé el ojo, tal como él había hecho un momento antes.

De repente, se volcó la copa de vino sobre la camisa de mi acompañante. Me pareció extraño este acto. La copa estaba lo suficientemente alejada, no pudo haberse caído como por arte de magia.

-Qué torpe soy. - Tomó un pañuelo que llevaba en el bolsillo de su pantalón -. Esto no se quitará con un simple trapo. - Se puso de pie, y a su vez recorrió la silla provocando un escandaloso ruido -. Discúlpame, ahora vuelvo...

-Descuida. Te esperaré.

Cuando perdí de vista a Erick, me agaché para levantar el mantel que cubría la mesa.

[Esto tiene que ser una maldita broma...]

-Jamás creí que me fueras infiel de esta manera, Mon cheri... - Era aquel muchacho al que se supone que debía de estar en el campamento. Y ahora, estaba justo debajo de una mesa en un restaurante donde asisten personas con ideales opuestos a los suyos. Estaba arriesgando mucho con el simple hecho de llevar su trasero hasta allí.

-Qué demonios... ¡¿Cómo llegaste hasta aquí?! - susurré alto.

-¿Acaso creíste que sería lo suficientemente idiota como para dejar que un tipo como él esté a solas contigo? - Toma el mantel que yo sostenía y al mismo tiempo dijo - Baja eso... harás que me descubran. - Mostró una cara que me pareció que le pertenecía a un niño haciendo una rabieta, cubrió el espacio que lo exponía, dejándome con una inquietud más grande que hace horas antes.

Tal parece que le encanta esconderse bajo las mesas...

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