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Parte 1/2

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Parte 1/2

Cuando por fin ingreso a la casa no me preocupe por el rechinido que resonaba al cerrarse por completo, más bien se azotó no gracias al viento nocturno a mi espalda. Cerré los ojos y volví a suspirar, pero esta vez con la pesadumbre arañándome la garganta.

El saber con certeza que ese muchacho no quería dejarme tranquila conseguía que el dolor en la sien se concentrara hasta lograr que juntara ambas manos en la zona. La cobardía me acompañaba, no podía negarlo, pero tampoco podía dejar de lado aquella adrenalina que me recorría las entrañas cuando Judas hacia su aparición. Él era una real perdición.

Mis ojos no dejaban de mirar hacia la escalera blanca desolada, específicamente hacia el pequeño hueco donde la escalera de madera finalizaba dejando ver un parte de la planta alta, donde sabía que estarían durmiendo mis padres. En cierta parte me hubiera gustado que aquel portazo despertara la atención de mi padre y bajara para enfrentarme pidiendo una explicación de mis horas de llegada. Pero eso no sucedió.

Cuando se trataba sobre la iglesia, todo era válido. No importaba lo que hiciera o a qué hora llegara, si estaba con miembros de la parroquia no había ninguna repercusión en la actitud de mi padre. Todo tenía una razón coherente para él: Cuando la madre de Donovan, mi padre, no podía cuidar de todos sus hijos al mismo tiempo, enviaba a un par a las capillas del monte donde algunos curas solían estar predicando la palabra de su salvador día y noche. Donovan creció con ellos, se inculcó con esa mentalidad y así es como piensa que mi crianza debe ser regida. Por ese motivo, mientras mi presencia sea en la iglesia, nada se saldría de control.

La situación solía agravarse cuando hacía cosas fuera de todo lo que tenía que ver la religión, ya sea mi trabajo o interactuar con el único amigo que pude mantener en este pueblo desde que los padres de compañeros del la única y pequeña escuela secundaria de la zona decidieran irse del pueblo de Dubley.

Ciro no podía ingresar a mi casa. En realidad, nadie ajeno podía hacerlo. Yo solía verlo como una reacción tan natural el prohibir el acceso a otros, hasta que comencé a conocer otras actitudes que me resultaban tan extrañas; la hospitalidad en casa de Ciro Pérez era todo lo contrario a lo que vivía bajo este techo. Ellos invitaban personas, familiares y solían cenar todos en una misma mesa sin una discusión en medio.

Me había criado de tal manera, que aprendí a la mala lo detestable que era mi vida. No conocía a los familiares por parte de mi madre, jamás los había visto en el pueblo o de visita como lo era tan natural en cualquier círculo familiar. Creí haber escuchado en una de las tantas peleas diarias, donde casi siempre intervenía, como Donovan le recordaba a mi madre que le había prohibido ver interminablemente a su madre luego de haberse casado con él. Nunca entendí el motivo y tampoco pregunte por ello, pero era una prohibición detestable para cualquier ser humano en esta tierra.

Por otra parte, tenia recuerdos vagos sobre familiares por parte de mi padre, pero de un día para el otro dejaron de presentarse por la agresividad que estaba manejando mi padre en ese tiempo con ellos al igual que con su esposa, pero nunca hicieron nada por ayudar. De igual forma los entiendo, yo también deseo escapar de sus garras.

Ruega Por Mí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora