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Al día siguiente, sintiendo que al abrir los ojos la luz que ingresaba por el balcón me cegaba, e inspeccionando con fatiga la misma mancha de humedad en el techo a punto del colapso, estiro mi mano en busca del aparato móvil

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Al día siguiente, sintiendo que al abrir los ojos la luz que ingresaba por el balcón me cegaba, e inspeccionando con fatiga la misma mancha de humedad en el techo a punto del colapso, estiro mi mano en busca del aparato móvil. Al palpar la mesa de luz y no sentir mi teléfono emprendo la búsqueda con lasitud hallándolo sobre la alfombra blanca. En algún momento de la noche se había caído de la mesita, y no lo había escuchado por encontrarme profundamente dormida.

Lo enciendo, y una notificación sonó desprevenida, aturdiendo mis oídos aun sensibles. Solía recibir mensajes de WhatsApp de Ciro y de un grupo exclusivo de la iglesia, donde enviaban información sobre los eventos y algunas que otras cosas importantes. Pero esta vez, el número pertenecía a otro estado. Con duda, aun con la cabeza apoyada sobre la almohada, abro el mensaje.

- [3:07 a. m.] xnúmero: Hola B!!!! Soy Lili, agrega mi número.

Sonreí sin pensarlo, como una tonta al ver su nombre en el mensaje plasmado en la pantalla. Desprendí una risa pequeña, una para mí misma e insonora recordando como por la noche Judas me había comentado que esto podía suceder, y que ella le quitaría mi número apenas supiera que él lo tenía en su poder. Y así lo hizo, porque su mensaje había sido enviado por la madrugada.

Inspeccione por unos extensos segundos su foto, una muy bonita donde se hallaba ella en el asiento del conductor sosteniendo el volante y desprendiendo una inmensa sonrisa tan radiante que lograba cegarte. Recordé que mi foto solo era una imagen que había capturado de mi pequeño cactus y por un instante quise cambiarla. Pero, ¿Qué podía colocar? No tenían imágenes mías, y aunque quisiera capturar mi cara con mi teléfono, me sentiría extraña haciendo eso.

No quería admitirlo, pero también esperaba su mensaje. Unas simples palabras de ¨Buenos días¨ provenientes de la persona que me había pedido mi número telefónico en este mismo cuarto.

Nada. No había ni un rastro de él.

No lo pensé mucho y deje fluir mis pensamientos en el extenso suspiro que había largado. Agregue su número lo más rápido que me dieron los dedos y al momento de responder, más allá de que no demostraba señales de que se hallaba conectada en la aplicación, el sentimiento de extrañeza y alegría me revolvieron el estomago. Tener una chica con la cual compartir palabras me bastaba para sentirme emocionada.

- [7:12 a. m.] Belia: Ya te agregue, y buenos días!

Dos días transcurrieron, y los mensajes entre ambas fluían como peces en el rio. Pero ninguno de él. A pesar de no vernos físicamente, sus audios repletos de euforia y con dramatismo, escuchando como solía insultar a Dante y él le correspondía como un juego, me hacia reír y creer que estaba junto a ellos.

Por otro lado, no pude escapar de las garras de Ciro. A penas nuestro encuentro fue mutuo en la cafetería, tomó con sus manos mi rostro y sus ojos se clavaron tan fijamente en la mancha amarillenta que comenzaba a desaparecer, que parecía que sus globos oculares se saldrían de su órbita. No importaba cuanto maquillaje usara, aquellos productos que compraba a escondidas y escondía en los sectores que sabía que mi padre no podía encontrar, él notaba siempre todo lo que me sucedía. Mi estado de ánimo, hasta la mínima lesión en mi dedo menique. Era sobre protector, me cuidaba como a una hermana pequeña a pesar de tener la misma edad y en parte lo agradecía, pero odiaba aquellos ataques de ira al ver como esas lesiones eran ocasionadas por la persona que él mas odiaba en este pueblo.

Ruega Por Mí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora