FIRE 4: ¿Puedo?

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Dejo a Aleksander en el instituto, sé que él no va a preguntar por qué me fui tan de repente y en parte agradezco eso

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Dejo a Aleksander en el instituto, sé que él no va a preguntar por qué me fui tan de repente y en parte agradezco eso. Mi mente se siente completamente presionada, recuerdo todo lo que sucedió y es obvio que duele.

Él se marchó, me dejó la presión de ser la hermana mayor a mí. Y soy consciente de que ellos están asustados porque vuelva a ocurrir.

Todo el mundo sabe a lo que nos enfrentamos al jugar, por algo te dan la opción de no hacerlo, pero yo no tuve la valentía de negarme, nunca supe decir que "no" y como odio eso de mí.

Al llegar a casa, veo el sol y me doy cuenta de que todavía no son ni las cuatro de la tarde, por lo que la casa está vacía.

Solo necesito un respiro de todo, mi madre ha pasado estas semanas fuera de casa, se va temprano y llega tarde, no sé lo que le preocupa, o quizá sí.

Creo que la idea de que puedes perder a otro de tus hijos en menos de un año no es una idea que pueda llegar a agradar.

Me siento sobre el mar, mi cuerpo no se hunde y aun si lo hiciera, no correría peligro alguno. Juego con el agua, levantándola, creando formas con ella y de pronto, una de mis lágrimas alimenta al mar. Me encuentro llorando de la desesperación, del peso que están dejando en mis hombros.

Es la segunda semana de mayo, eso significa que esta tarde hay una reunión en cuerpo/alma, los juegos serán la próxima semana y necesitan terminar los preparativos para ellos. Dirijo una última mirada al cielo y me limpio las lágrimas en cuanto escucho la voz de Agus llamándome desde la puerta.

—¡Voy! —le respondo y me levanto, mi ropa está mojada y antes de saludarlos subo a mi habitación para cambiarme. Me coloco una sudadera blanca que es tres tallas más grandes de lo normal, unos jeans blancos y tenis grises.

Bajo las escaleras y los saludo mostrando una sonrisa.

—Suban a cambiarse, voy a limpiar y luego nos marchamos— los dos suben las escaleras.

Me quedo lavando los platos del desayuno, y a limpiar el desayunador.

Demian baja a los pocos minutos, pero Agus no aparece.

—¿En dónde está Agus? —pregunto y Demian solo señala al mar. Ambos giramos el rostro para ver al mediano de la familia caminar en el agua mientras hace malabares con el mismo líquido. Gira para vernos y sonríe, con la mirada pide que observemos lo que hace. Demian y yo nada más alzamos las cejas, sonreímos y levantamos los pulgares.

Agus pierde el control de sus poderes y se hunde en el mar. Me encamino hacia él y le tiendo una mano.

—Andando, hay que ayudar a mamá—llamo a Demian mientras Agus se sacude y salimos de casa.

Llegamos a la ciudad cuerpo/alma. Es un estadio organizado en círculos concéntricos, cada uno con el color de los elementos, el sol pega directamente y el calor se vuelve tedioso para los de Agua, pero los de Fuego lo disfrutan. Entramos por la puerta de madera, y al centro, están todos los líderes de las ciudades.

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