A1: El Laberinto Filosofal

3 0 0
                                    

Voy al edificio de fuego en busca de mis anillos, Aleksander me ha llamado para decirme que irá con un par de amigos, que nos veremos luego

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Voy al edificio de fuego en busca de mis anillos, Aleksander me ha llamado para decirme que irá con un par de amigos, que nos veremos luego. El día se torna completamente nublado, con demasiado aire, aunque eso es culpa del elemento, están emocionados porque Azura ganó su pelea contra alguien de fuego. No todos han peleado, mañana terminará la primera semana en este lugar, y sin duda ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, aunque tengo miedo de estar un poco perdida sobre quien soy en realidad. No conozco muchas cosas de mí y creo que, para hacerlo, será un camino largo.

—Deberías haberte colocado una chaqueta más gruesa— veo a Caspian a un par de metros de mí, su piel está completamente pálida, tiene un par de hematomas cerca de su ojo y en su mandíbula, lleva una chaqueta negra, botas, un pantalón de lona negra y una playera gris— justamente iba a devolverte tus anillos— dice y se acerca más a mí.

—Olvide pedírtelos cuando la pelea acabo ¿Por qué no vas a aire a curarte eso? —señalo la piel lila/roja.

—Es entendible, estabas emocionada por tu victoria, por cierto, felicidades por eso. La has dejado inconsciente, y con lo de los golpes, al menos puedo alardear sobre ellos, he escuchado que a algunas personas puede gustarle esto — sonríe elevando las cejas.

—Al menos eso me ha dado cierta popularidad den Tierra, ahora soy una invitada VIP a sus fiestas y no debes romantizar tus golpes, de verdad, cúralos— alzo las cejas y me coloco el cabello detrás de las orejas.

—Vaya beneficios lo que trae pelear— dice con sarcasmo, pero ese que incluso puede sonar divertido y bonito— y no estoy romantizando los golpes— nos quedamos en silencio unos segundos.

—¿Y mis anillos? — pregunto apretando los labios.

—Oh, si, perdón— mete la mano en su bolsilla y saca el par de anillos, voy a tomarlos, pero él cierra el puño y me ve a los ojos— ¿puedo? —inquiere.

—Siempre me preguntas eso sin contexto alguno— me quejo y sonrío un poco, él suelta una sonrisa ligera y humedece sus labios.

—¿Puedo tomar tu mano y colocarte los anillos? — se explica, un cosquilleo me recorre la espalda al escuchar su distintiva voz ronca y baja, no aparta la mirada de mis ojos.

—Sí.

Toma mis manos de manera delicada, coloca el primero en mi dedo índice, con lentitud y en silencio. Siento que mis manos tiemblan, pero no estoy muy segura de si en realidad lo hacen o es mi cuerpo entero el que siente que va a caer.

Toma el otro y levanta mi mano izquierda. Lo coloca en el pulgar, veo su rostro, la tranquilidad de cada uno de sus músculos.

—Sé que este te queda un poco grande— menciona.

—¿Cómo lo sabes? — sigue con mis manos entre las suyas, y se limita a dejar caricias tan leves, de esas que causan cosquillas. Creo que es la primera vez que nos tomamos de las manos sin la idea de dañarnos mutuamente.

CATHARSIS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora