Gota # 1☔

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Susurros.

Nunca sabemos cuándo va a ser la última vez que vamos a hablar con alguien.

Y yo... yo desearía poder haberte dicho en más ocasiones que te amaba... que te amo. Y justo ahora mientras lágrimas invisibles corren por mis mejillas y mi corazón se cae a trozos es que más añoro tu presencia... tus consejos... tus abrazos...

No tengo muchos recuerdos tuyos antes de que todo ocurriera, pero sé que era feliz a tu lado. «Tú pequeña soñadora» solías llamarme porque siempre estaba en las nubes, soñando con un futuro demasiado grande para muchos, pero que tú siempre creíste que lograría. Lo hice... aunque el sueño cambió un poco con el paso del tiempo.

Recuerdo una ocasión... ¿o fueron varias? En realidad no lo sé... ni siquiera sé si en verdad ocurrió o es una invención de mi mente para rellenar los recuerdos que me faltan. Estábamos acostadas en tu cama, tapadas hasta la cabeza. Se escuchaban truenos y la lluvia caer sobre el tejado. Eran tus momentos favoritos para contar historias, eso sí lo recuerdo. Solías decir que la lluvia te susurraba historias al oído... historias que habían sido olvidadas pero que aún se necesitaban seguir escuchando. ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas esas historias? El marinero que se enamoró de una sepia; La maldición de la princesa Flor; El ogro llorón; El jardín del Edén y la rosa apestosa; Los sueños de la bruja del Sol. ¿Lo recuerdas?

Recuerdo reírme tanto con tus historias y de ti. De tus historias porque... ¡vamos no existen los ogros llorones, ni las rosas apestosas, ni las brujas soñadoras! De ti porque no podía creer la imaginación que tenía para contarme esas... ¡atontadas y locas historias! Y yo... yo quiero pedirte perdón. Perdón por no creerte... Perdón por no darme cuenta que esas historias a pesar de ser fantasiosas, eran reales, solo que los personajes no eran un marinero, una princesa, un ogro, una rosa y una bruja.

Te observo, sentada en tu silla de ruedas con la mirada perdida en el jardín, presa de una cruel enfermedad, sin saber quiénes somos... sin saber quién soy. No recuerdas a «tú pequeña soñadora»... no recuerdas esa historias... no recuerdas los consejos que me distes... ni los abrazos... ni los besos...

Desearía poder retroceder el tiempo y tener una última conversación, donde sabes quién soy, y poder decirte «Te amo, abuela».

Lo que Cuenta la LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora