16

47 5 0
                                    

El día de la fiesta Stella se despertó casi al mediodía, hizo su rutina diaria y salió de su habitación para poder tomar tranquilamente su almuerzayuno. En la cocina se encontró con Tony comiendo una manzana, este tenia unas notables ojeras que indicaban que habia dormido muy poco.

—Hey, ¿Estás bien?— La joven miró con preocupación al millonario.

—Si,si. ¿Porqué la pregunta?

—No mientas Tony, se te ven desde Asgard tus ojeras.

—Oh eso, solo no dormí bien.— El hombre miró a la joven.— Al parecer tu no estas mejor que yo. No saliste de tu habitación en casi 24 horas.

—Nada que ver, solo necesitaba descansar.— Rió nerviosa mientras abría la heladera para tomar la leche y dejarla sobre la mesada.

—Si, como digas, niña estrella.— La joven rió por el apodo y tomó una taza de la alacena.— Me voy, disfruta tu comida.

El hombre salió de la cocina dejando a la muchacha sola preparando su chocolatada con galletas de chocolate. Se sentó en la mesa y comenzó a comer las galletas disfrutando cada una. Una vez que terminó se dispuso a lavar lo que habia utilizado, y algunas cosas que alguien había dejado sucias sobre la encimera, enjabonaba y enjuagaba las cosas tarareando y meneando suavemente su cabeza al ritmo de la canción que sonaba en su cabeza, dejó el último plato en la alacena y secó algunas salpicaduras de agua que habían quedado sobre la mesada, una vez que se sintió satisfecha con su limpieza se dió la vuelta y notó como el hombre que se habia empeñado a evitar se encontraba de brazos cruzados recargado sobre el marco de la puerta, dejó de tararear la melodía abrutamente y se quedó congelada en su lugar mirando los ojos azules del hombre.

—O..oh, Ste..ve no sabía que estabas ahí.— Dijo en un hilo de voz.

—Si... solo venía a buscar agua, pero te veías tan entretenida que no quise interrumpir.— Sonrió el hombre caminando lentamente a la heladera. "¿Porqué no se ve tan alterado como yo? ¿Acaso imaginé lo del otro día?" La cabeza de la joven comenzó a dar vueltas y sintió la necesidad de sostenerse de una silla para no caer. El hombre noto esto y se acercó rápidamente a la joven sosteniendola por la espalda.— Stella, ¿Estás bien? Estás pálida.— La miró a los ojos con preocupación.

—Sisi, solo me bajó un poco la presión, estaré bien, solo necesito recostarme.— La joven intentó dar un paso pero sintió sus piernas flaquear.

—No te preocupes yo te acompaño a tu habitación.— La abrazó por la cintura y la guió por los pasillos, una vez en la puerta de la habitación la abrió y dejó a la joven sobre la cama. Stella se acordó quedando medio sentada con la espalda pegada a la cabecera de la cama, respiró hondó y cerró los ojos para intentar que su cabeza deje de dar vueltas.

—Gracias por ayudarme Steve.— Miró al hombre y le dió una sonrisa de agradecimiento.

—No es nada Stella, ¿Necesitas algo más?— La joven negó.

—Solo fue un bajón de presión, me pasa cuando no como en horas y como algo derrepente. Anoche no lo sentí porque comí y me acosté, pero ahora estaba parada y haciendo cosas por eso lo sentí tan fuerte.

—Tienes que cuidarte Ella, no debes dejar que te pasen esas cosas.— El hombre se sentó a un lado de la joven y tomó sus manos.— Te puedes lastimar gravemente.

—Lo sé, solo que mi mente ahora está en otras cosas.— Suspiró notando como el malestar en su cuerpo se disipaba poco a poco.— Otra vez, Gracias por ayudarme.

—No es nada Ella.— Sonrió el hombre.

— Steve...— Dijo en medio de un suspiro, guardó silencio unos segundos meditando si confesar sus sentimientos era buena idea o no.— Hay algo que necesito decirte— Tomó aire para seguir hablando pero una voz robotica la interrumpió

Daughter of the Stars -The AvengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora