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Una sarta de insultos incomprensibles salían de la boca de la joven quien se encontraba con el rostro pegado al piso luego se haber caído intentando caminar.

—Vamos Ella, tu puedes.— Animaba Steve desde el otro lado de la habitación.

Las manos del médico ayudaron a que la Diosa se ponga de pie otra vez y se sostenga de la baranda para no caer otra vez.

—Vamos Stella, no es difícil.— Alentaba el médico a un lado de la joven.

—Si no es difícil ven e inténtalo tú. Idiota.— Bramó la joven entre dientes.

—Lenguaje Stella.— Rió el capitán.

—Cállate.

La joven miró al frente y suspiró con cansancio. Y una vez más intento lo mismo, un paso al frente y otro más.

—¡LO LOGRÉ!— Gritó victoriosa levantando ambas manos. Mala idea.— Hijo de puta— Susurró con la cara estampada en el suelo nuevamente. Otra vez el medico la ayudó a ponerse de pie y llamó a Steve para que le acerque la silla de ruedas, el profesional sentó a la joven y sonrió abiertamente.

—Stella, en estos tres días ha habido un gran avance en tu recuperación. Logras estar parada y ya diste dos pasos seguidos. La próxima semana ya estarás corriendo una maratón.— La joven sonrió abiertamente contenta por las palabras del medico y miró a Steve quien también sonreía feliz.— Eso fue todo por hoy. Nos vemos mañana.— y con eso salió de la sala de fisioterapia.

—Vas muy bien Stella, estoy orgulloso.— Sonrió el capitán agachandose frente a ella.— Solo fallas en el tema del lenguaje.— La joven rió.

—Eres especial Rogers.— Estiró las manos y dió un corto beso sobre los labios del capitán.

—Te tengo una sorpresa.— Mencionó el hombre sin despegar su rostro del de la joven.

—¿Qué es?— Sonrió mirando los ojos azules del hombre.

—Vamos.— Se paró de enfrente de la joven y tomó por atrás la silla de ruedas para guiar a su amada fuera de la sala.

El capitán arrastraba la silla de ruedas por los pasillos de la central agilmente, saludaba a personas que le hablaban y sonreria a quien se encontraba. En cambio la mujer sobre la silla miraba a todos con cara de hastío, pues no le gustaba que la vean de esa manera, pero no pensaba hundirse en su pena.

Una vez que salieron de la central el hombre guió la silla por un camino de cemento que se encontraba en el césped del campo abierto.

—¿Steve que hacemos en el jardín?— Preguntó divertida la chica mirando hacia atrás buscando ver el rostro de su acompañante.

—Esto.— Frenó de un momento a otro y señaló a su derecha sobre el césped había un mantel de cuadros y sobre este una canasta de mimbre. La joven sonrió con felicidad y dió un pequeño aplauso.— Es un pequeño picnic, se que es cursi y eso pero dentro de aquí no hay muchas cosas que hacer y con nuestro itinerario muy apretado no tenemos mucho tiempo. Si no te gusta podemos volve

—Es hermoso Steve.— Sonrió abiertamente la joven.— Es genial. Gracias.

—Me alegro que estés contenta.— Sonrió y se acercó a la joven.— Tenemos que comer.— Pasó una mano por la cintura de la joven y otra por debajo de sus piernas para llevarla estilo princesa hacia el mantel.
La joven pasó los brazos por encima de los hombros del capitán y se dispuso a mirar sus hermosas facciones hasta que este la dejó sobre el mantel y caminó para sentarse frente a ella.

El hombre abrió la canasta y de esta sacó unos sándwiches, fruta y jugo. Le tendió un sándwich a la joven quien aceptó gustosamente.

—Steve.— llamó.— Si nosotros estuvimos dos horas con el fisioterapeuta, ¿Cómo es que lograste hacer esto?

Daughter of the Stars -The AvengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora