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Después del trabajo un buen baño y una siesta sonaban bastante bien, en realidad era por eso que se habían convertido en su rutina. Kageyama llegaba del trabajo, comía alguna cosa, tomaba un baño y después dormía hasta el amanecer. Esa era su rutina desde hacía años.

Esta noche no era la excepción.

Y mientras Kageyama dormía alguien le vigilaba. Oculto entre la penumbra de la habitación, presenciando y sintiendo lo que antes le arrebataron, feliz de poder volver estar en un aquí y ahora.

-Con que eres tú... -Susurró. Despacio, bajo, casi inaudible, un silbido en el viento que se destruye al instante. Perdiéndose entre el sonido de la briza que recorre esas cuatro paredes.

No iba a negarlo, el hombre era guapo, atractivo y sobre todo sexy. Cualquiera podía admitirlo. Se acercó solo un poco más, para analizarlo mejor e intentar visualizar su futuro. 

Cabello oscuro como la noche; gruesos hilos de petróleo lisos brillando en destellos azulados, piel clara amarillenta sin rasguños, marcas, cortes o golpes, complexión delgada pero con bastante musculo, con brazos fuertes y abdomen marcado, sus pestañas eran largas y oscuras, rosaban con sus pómulos en una curvatura perfecta.

Lindo. Pensó.

Su aroma era similar al chocolate y nuez, olía realmente bien y le provocaba sueño, relajación absoluta, cosa que no pudo tener desde hacía tanto tiempo y que ahora por fin se podía permitir.

-Con que este es mi nuevo futuro -Susurró. A paso lento se recostó en el espacio que sobraba en la cama, admirando al joven empresario que dormitaba tranquilamente entre los sueños, sueños que no pensaba perturbar incluso teniendo oportunidad. Sonrió.

No era un mal futuro.


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Despertó con ayuda de su alarma, necesitaba callar rápidamente su ruido pues sentía que la cabeza le explotaría si lo escuchaba por al menos 1 minuto más. Talló sus ojos con pereza y bostezó un par de veces, estirándose aun recostado sobre el cómodo colchón y esas mullidas almohadas que le incitaban a cerrar sus ojos por 1 o 2 horas más. 

Una vez estuvo más despierto decidió por fin levantarse y comenzar con su monótono día, sin embargo, no pudo, pues junto a él una mano un poco más pequeña que la suya se aferraba fuertemente a la manga de su pijama.

-¿Eh? -Susurró, somnoliento. Sus ojos miraban la figura de quien estaba a un lado de él, aferrándose a sus ropas, durmiendo tranquilo en la misa cama. Espera... alguien más estaba durmiendo con él, y Kageyama vivía solo -¡OYE!, ¡¿Quién eres?!, ¡¿Qué haces aquí?! -Apartó bruscamente la mano del contrario.

Quizá hacer silencio y llamar a la policía era lo más sensato, pero era Kageyama; recién despierto y no totalmente consiente de nada. No podía esperarse demasiado en esas circunstancias en realidad. Un Kageyama somnoliento era vulnerable hasta para una tortuga.

El chico comenzaba a despertar, tallando sus ojos con sus manos, con pereza en cada uno de sus movimientos. Mientras él se encargaba de despertarse, Kageyama lo analizó un poco, aun estaba muy oscuro así que no podía percatarse de todos los detalles, pero parecía ser un chico que además estaba completamente desnudo.

Incubo -Kagehina-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora