Capitulo 3

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Las Ardlays
EL FINAL DE UNA HISTORIA

-Raymund Leegans, pidió a Sarah ir a la biblioteca para poder hablar a solas en privado. Le pidió que tomara asiento en la sala, a lo cual ella aceptó, no se imaginaba, lo que estaría por ocurrir.

Raymund y el se encontraba sirviéndose un vaso de Whisky seco, y recordó lo ocurrido aquella mañana.

FLASH BACK
-Él estaba en sus oficinas entregándose a la pasión y el deseo, Karen Kleiss su muy joven asistente y secretaria ella estaba sentada en su escritorio gozando de las atenciones recibidas por él, todavía podía sentirla temblar y pronunciar su nombre entre jadeos la sintió estremecer entre sus brazos y su lengua le daba el placer que ella necesitaba, de repente, escucho abrir y cerrar la puerta, era Albert y George, que gritaban al verlo completamente desnudo George luchaba para detener a su cuñado. Karen, se puso detrás de él, y de inmediato Albert le pidió que fuera a su oficina, para finiquitar su relación comercial.

Si eso le dolía, pero no podía dejarla a ella, sabía que algún día pasaría y ese era el momento, al ir a la 8ficina un grupo de abogados, y tras una larga junta decidieron que separarán sus activos en 3 meses, y por lo pronto no quería verlo ahí, le pidió que hablara con su hermana Sarah o si no lo hacía el hablaría con ella.
FIN DEL FLASH BACK.

-Así qué fue gracias a ese evento desafortunado, que lo impulso a revelar la verdad y tomó valor y habló:
-Sarah, quiero el divorcio.

-Sarah, lo miró sorprendida, y le cuestionó
-¿Qué pasa Raymund?, sus ojos amenazaban con derramar un par de lagrimas, y continuó ¿Qué está ocurriendo?, esto tiene que ser una broma ¿verdad?

-Raymund, tragó saliva, y le respondió- Esto no es una broma Sarah, esto es verdad.

-Amor, dime ¿Por qué?, ¿en qué he fallado? ¿Que hize mal?, cuestionaba Sarah al borde del llanto mirándolo a los ojos quiso correr a abrazarlo, pero Raymund la detuvo.

-Él le contestó -¡Ya no te amo!.

-No me puedes decir que no me amas, No después de todo lo que hemos pasado y vivido juntos Raymund, hablaba en voz alta y temblorosa Sara.

-Cuando mi familia te apoyo cuando tu no eras nada y yo puse mi cara de idiota por ti, lo miraba con unos ojos llenos de rabia señálandolo con un dedo.

-El amor no es solo eso, mencionaba Raymund.

-No, entonces ¿que es?, cuando tu te enfermaba yo corría a cuidarte, a protegerte, ¡No!, eso no es amor para ti, para ti, no es suficiente haberme entregado a ti en cuerpo y alma, aquí sólo se le obedecía al señor en todos sus caprichos, cuando llegaba a comer y exigía la comida, tu gritaban exigiendo y yo corría a la cocina a pedirle a Nana Ponny que sirviera  tu comida, cuando pedías tu ropa limpia y planchada, ¡eso no es amor!, cuándo me exigías qué Eliza le bajará a su música, cuando me regañaba por qué  ella llegaba tarde de la fiesta, cuando me atreví a corregir a Neil, qué hiciste, me pegaste delante de él, por qué a tu hijo no se le puede decir nada, has creado un monstruo, yo te escogí a ti, antes que a Eliza, cuando sabías tu muy bien qué tu no valías la pena, ¡qué cara dura qué eres!

Y después de hacerme la vida imposible durante años, cuando yo ya no tengo la juventud, ni belleza, mucho menos la fuerza, ni la paciencia para empezar de nuevo, tú sólo me dices ¡Quiero el Divorcio!.

Y  así, altiva, secando las lágrimas de su rostro lo miró de frente y le dijo: -¡Esta bien te daré el divorcio, pero óyeme bien Raymundo, no te atrevas a poner un pie de nuevo en esta casa, y como supongo qué tienes una amante, vete a su casa aquí ya no tienes nada qué hacer, ni nadie qué te detenga, ¡Vete! Y no vuelvas más, dame las llaves y no olvides cerrar muy bien la puerta.

Y acto seguido salió de aquella biblioteca y se fue a su recámara a llorar, ahora como hacía para arrancarselo del corazón.

Continuará

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