Capítulo 40

195 34 24
                                    

Las Ardlays

FRENTE A FRENTE
-Lane, se paró de su asiento dejó el rosario a su lado y dejó la capilla y se alejo de ahí. Estaba decidida, su tía le pagaría cada lágrima derramada, cada suplica, cada sufrimiento.

Se despidió de Candy y salió del lugar sin saludar a Albert, ni mucho menos a George, paró un taxi y pidió dirigirse al centro de asistencia para adultos mayores por parte del estado.

Albert, preocupado llamaba a Janice, ¡sí!, sabía que no debía  darle preocupaciones, y solo le cuestionó  si sabía dónde se encontraba Lane, ella le dijo que no, pero que llamara a Sarah, George lo interrumpió para decirle un ex guardaespaldas qué a la señorita Lane la habían visto entrar al geriátrico dónde se encontraba Elroy.

Albert, un tanto nervioso y preocupado junto a Candy se dirigían rumbo al lugar.

-Lane había conseguido que la dejaran hablar con Elroy a solas, ambas mujeres estaban frente a frente, al mirarse sabian que la hora  había llegado.

Lane rompió  el silencio:
¿Quién diría aquí te toman por una dulce viejecita?, y no tienen idea que tienen a un monstruo internado.

Elroy respondió  con una sonora carcajada:
-sólo ha eso viniste, a decirme algo que ya sé,  yo pensé que habías venido por algo más interesante, aunque por tu cara quiere decir que ya te enteraste.

-¿sabes por qué lo hize?, por qué nadie, me iba a quitar el amor de Samuel, sabes lo que tuve que luchar cuando vi que te violo, mucho, por que ese hombre que te tocaba con pasión y lujuria no me acariciaba, me sentía celosa, y cuando tu hija nació, supe lo que tenía que hacer, si lo haría mil veces más.

Lane le estrelló una bofetada en el rostro, ahora lo sabía, eran celos, no quería a esa niña, por celos....

Elroy continuó hablando, mis padres al casarme con Samuel me quitaron lo qué me pertenecía en herencia, sólo tomé lo qué era mío, pero tú cómo siempre abriste la boca, tenía qué deshacerme de ti, fue tan fácil matar a la niñera de ustedes a Ponny, y tú saliste huyendo a Milán, -¡Maldita la hora en qué regresaste Lane!- .

-Lane, ya no podía más se le iba encima, y comenzaba a golpearla sin piedad, hasta qué sintió un par de manos  separar a Lane, si era Albert con Candy, qué llegaban justo a tiempo, antes de qué la matará.

- Candy la miró dulcemente y le dijo: -¡Vamos!, mamá, no cargues con eso en tu conciencia, tú eres mejor qué ella, no dejes qué ella gané, nosotros no tenemos nada qué hacer aquí, no te manches las manos con alguien qué no vale la pena, el trío se dío media vuelta, se marchó de aquel lugar, dejándola sola a la mujer mayor en aquel oscuro y frío sótano, ahí pasaría lo qué le restaría de vida.

Continuará

LAS ARDLAYSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora