4.

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-Léeme un cuento -ordenó el niño mientras le entregaba un libro bastante gordo. No tenía pinta de ser un cuento infantil sino más bien una enciclopedia. Sasaki lo tomó y ojeó sin tener idea de lo que este decía.

-Esto está en griego ¿verdad? No sé leer este idioma.

Estaban en medio de la biblioteca, en el palacio del tirano de los mares, escogiendo algo que leer. Sasaki le preguntó qué quería hacer y el menor sencillamente se encaminó hasta este lugar.

Poseidón buscó en otra estantería y luego se aproximó a una muy diferente en la que no había libros, sino pergaminos. Saco uno y se lo extendió.

-Este está en japonés, no tendrás problemas.

Sasaki lo abrió y al igual que el griego, no entendió nada de lo que estaba escrito ahí. El Dios no lo sabía pero Sasaki, lastimosamente, nunca aprendió a leer ni escribir. Se sintió avergonzado.

-¿No prefieres salir a jugar afuera? Hace un día maravilloso para estar encerrados. -Le sonrió y el menor no pareció muy convencido. Guardó el pergamino de nuevo en su lugar y nuevamente se movió sin decir a donde. El espadachín lo siguió hasta el jardín, allí Poseidón miró a todos lados y luego al adulto.

-¿A que te gustaría jugar? -preguntó este. El rubio sólo alzó los hombros en sinónimo de no tener la menor idea de que hacer.
Sasaki recordó algunos juegos que lo divertían de niño junto al resto del dojo, el problema era que él ya no era un niño por lo que con un razonamiento diferente, ya no le eran divertidos como el recordaba. Lo segundo es que a Poseidón tampoco le hacían ninguna gracia.
Intentó con un juego todavía más dinámico, envolviendo varias capas de tela hasta tener una pelota.
El Dios no terminaba por encontrarle sentido de correr tras una pelota de trapos. Su paciencia llegó al límite cuando Sasaki implementó fuerza demás y la esfera impactó de lleno en su cara.

Volvieron al interior para que las sirvientas detuvieran el sangrado de la nariz. Sasaki le pidió disculpas centenares de veces pero parecía no ser suficientes para el niño. Estaba furioso.

-Si quieres que te perdone, léeme un libro.

-Y-yo... -tartamudeo. Sasaki miró la cocina y se le ocurrió otra gran idea -¿Qué te parece si te preparo algo dulce? Soy un excelente cocinero.

Poseidón suspiro resignado antes de hablar -No puedo comer cosas dulces.

-¿Eres alérgico? -el adulto entristeció.

-No en realidad, yo-

-¡Pues vamos a preparar Castela! 

Sasaki se quitó su haori y con una cinta aparte, se sostuvo las mangas para evitar que se mancharan con la elaboración del bizcochuelo. Los sirvientes siguieron las órdenes del anciano pese a que estos también eran sapientes de que el amo NO DEBÍA COMER DULCE, pero viendo que no oponía resistencia, simplemente cocinaron y ya. Después de todo, desde que Sasaki vivía con el tirano del mar, este también tenía derecho a dar órdenes, cosa que jamás lo hacía y solo pedía favores simples que luego agradecía convidando de vinos o comida.

La deidad no quiso ver más, luego de que Sasaki casi explotara toda la cocina. Había agregado aceite demás y este se había calentado al punto de prender fuego, el peor error que cometieron fue intentar tirar agua. 

Poseidón volvió a la biblioteca dónde aún aguardaba su libro por ser leido. Se sumergió en la lectura y de vez en cuando escuchaba gritos en la cocina pero no les dio importancia hasta que se escuchó un sepulcral silencio. Eso lo hizo levantar de su lugar y dirigirse a la salida.

Cuando estuvo a punto de tocar la perilla, la puerta se abrió estampandose contra la cara del niño y tirándolo al marmolado piso. 

-¡Poseidón ¿estás aquí?!

Shuumatsu No Valkyrie (YAOI -2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora