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-¡Rápido Lu Bu, los gigantes pronto alcanzarán la muralla!

-¡Hay que detenerlos, los guardianes no aguantaran por mucho tiempo!

Ambos corrieron con armas en mano para dar apoyo a la guardia, sin embargo, uno más emocionado que el otro, saltaron más allá de los muros y se alzaron contra los gigantes.

A pesar de que esta vez los gigantes superaban el número de cuando fue su primer ataque, humano y Dios lucharon codo a codo contra toda criatura sin importar peso o altura. Sonreían en complicidad y la exaltación del momento los llevo a una competencia de quien acababa con más gigantes. El pueblo los alababa desde lo alto y Odín era el espectador que más se enorgullecía de la pareja.

Cuando la batalla acabó, Thor volteo a ver a Lu Bu bañado en sangre. Una imagen tétrica cuando el mongol se encontraba sonriendo a la vez que se quitaba restos de sangre de su rostro. El Dios sintió su corazón acelerarse y con lentitud, sin importarle la multitud y su padre, se le acercó hasta sentir la respiración del otro cosquilleando su nariz. El chino no se movió y se dejó besar. Era un beso suave, casi como si el Dios temiera quebrar sus labios, era tan casto e inocente.

El momento fue interrumpido por un llamado en la puerta del niño, y Thor con rapidez separó a los muñecos con los que jugaba a la guerra. Desparramó todo en su intento de fingir que "no hacía nada" y terminó por caer al piso, golpeándose el brazo.

-¿Thor, está todo bien? –era Lu Bu. Todo este tiempo había escuchado al niño gritar y golpear cosas en su fantasía de batalla, pero se preocupó cuando escucho el silencio y eligió ir a verlo.

-S-Si... está todo bien. –Aparento que el brazo no le dolía y se paró de la forma más estoica que podía. Soltó los muñecos que segundos antes fungían ser el Dios y el humano.

-¿A qué jugabas?

-Yo no juego, eso es para niños.

-Si –visualizo el cuarto hecho un desastre –me imagino. –El mongol recordó cuando su padre le regalaba juguetes que él mismo confeccionaba. A él nunca le interesaron ese tipo de cosas pero guardaba cada pertenencia que su padre le obsequiaba. O al menos eso intento hacer.

Tomó un muñeco de los que Thor había tirado y noto que este tenía una cola de caballo y manchas azules en su cuerpo. No le costó llegar a la conclusión de que aquel monigote era él mismo, y el que estaba tirado todavía en el piso, era el niño. Aquella cosa tenía el pelo duro por la pintura roja que utilizó para teñirlo.

Thor se puso colorado al saberse obviamente descubierto por lo que escondió las manos detrás de su espalda, un acto que hizo por reflejo y sin darse cuenta. Tal como si lo hubieran regañado.

-Los gigantes están atacando...

-¿Qué? –Thor alzó la vista encontrándose al mongol desviando la cara para que no le viera. Sus orejas delataban vergüenza.

-Los gigantes están atacando la muralla. El último en llegar al muro deberá permanecer una hora parado de manos. –Dicho esto, salió del cuarto tan apacible como entro. Thor no podía procesar lo dicho pero al igual que el chino, salió de la habitación y se descubrió sólo en el pasillo. Se asomó por la ventana y vio al mongol montando a Liebre Roja y hacerle un gesto de burla. Iba en dirección a la meta de esa absurda e improvisada carrera.

-¡Eso es trampa! –el niño salió disparado por la ventana, sin importar que estaba ubicado en el quinto piso. Alzó su pequeña mano y no muy lejos de donde se hallaba, uno de los muros se rompe dejando ver al enorme Mjölnir en dirección a su dueño. El mismo y gracias a su poder logró detener el impacto de la caída.

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⏰ Última actualización: Aug 28, 2022 ⏰

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Shuumatsu No Valkyrie (YAOI -2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora