Win estaba en su habitación, eran las siete de la tarde y su tía estaba apunto de pasar por él para llevarlo como su acompañante.
No era la primera vez que Win acompañaba a su tía a ciertos eventos que ella le pidiera. Ella lo presumía con orgullo y desde luego, también le servía para no ir completamente sola a sus fiestas y compromisos de socialite.
Win por su parte, disfrutaba de vestirse de gala y salir a conocer gente importante que normalmente estaba en las reuniones de su tía. Aunque sabía que esta lo llevaba por apariencias y que eso era algo que se tomaba en cuenta dentro de ese círculo, también le parecía divertido y no solía tomárselo a pecho.
Era como su juego que no le molestaba jugarlo muy de vez en cuando. No tenía que meterse de lleno en esa vida, sólo fingía ser parte de ella por ratos y conocía gente del medio; contactos buenos que podrían servirle en algún futuro. No sabía para qué, pero tampoco lo descartaba.
Esta vez, la reunión se trataba de la boda de una de las hijas de Simon Panich, uno de los socios más cercanos e importantes para su tía. Él sabía lo que significaba eso.
Camisa y corbata en color negro, esmoquin gris y algún reloj que le combinara. Tal vez podía ser el momento ideal para estrenar el reloj de oro blanco que había comprado recientemente, ¿Por qué no hacerlo?
Se vió en el espejo una vez que había terminado de arreglarse. En la parte de abajo se puso un pantalón a juego con el saco y unos zapatos negros que brillaban por sí solos, junto a un cinturón negro discreto que no llamara la atención de más.
Se veía guapo y lo sabía. Se vió de todos los ángulos posibles en el espejo mientras practicaba como saludar a aquella gente. Nunca podía terminar de acostumbrarse, ese era el chiste de salir con su tía.
No importaba a cuántos eventos ya hubiera ido y a cuánta gente reconociera en ellos. El momento de saludar a los más grandes era todo un reto, todavía con los jóvenes no existía la necesidad de ser tan formal. A la mayoría de ellos los conocía y a los que no, les bastaba con una reverencia simbólica y una sonrisa amable.
Así es como Win había sobrevivido a todas y cada una de esas fiestas.
Su teléfono sonó, provocando que la pantalla se encendiera; se trataba de Prim, quién estaba solicitándole una videollamada. Win sonrió por aquello, sabía que su amiga quería verlo listo para la fiesta.
Todos sus amigos sabían cuando Win salía con su tía, normalmente este no podía aguantarse las ganas y se los contaba sin guardarse detalles. Para eso estaban los amigos, después de todo.
- ¿Qué pasa, Prim? - le contesta apenas acepta la videollamada.
- WOW, aleja un poco más el teléfono. Quiero verte mejor. - le dice.
Win obedeció, estirando su brazo y subiéndolo un poco, de forma que pudiese ver mejor el outfit que había decidido llevar ese día. La chica del otro lado sólo gritó de emoción, haciendo algunos ruidos extraños que le provocaron risas a Win.