Tomé un taxi que me dejara cerca de la playa y caminé por la orilla durante un rato.
Era la única persona yendo sola a un lugar tan familiar y relajante, el resto de ellos parecían pasar un buen día y aunque no estaba llena en su totalidad al ser aún mitad de semana, la poca gente que había parecía estar cumpliendo su cometido.
Menos yo.
Todos menos yo.
Pensé que mi día terminaría bien por fin y que tendría una respuesta positiva después de un año de conformarme con admirar la belleza de un idiota de lejos, pero las cosas no siempre pasan como uno cree. Y mi noche fue aún más asquerosa de como la había imaginado.
En ese momento, me sentí libre de regañarme a mí mismo por todas las veces en las que me dije que tenía que poner un límite, no por Bright, sino por mí.
Su vida siempre era la misma rutina; coquetear por un tiempo con alguien y pasar a alguien más, o sino, acabar rápido y sólo coger con ellos por una noche.
No había manera de que la novedad le ganara a la costumbre.
Nunca hubo realmente un espacio para mí.
Sin embargo, ¿No podía al menos decírmelo desde el principio?
Claro que no hubiéramos ni siquiera empezado está extraña relación de "amistad", pero por lo menos hubiera dado por rendido mi corazón y empezaría a verlo aún más inalcanzable que como lo vi en un principio.
Bright era un idiota. Uno grande y guapo.
Si Mix estuviera conmigo en ese momento, seguramente me estaría diciendo "Te lo dije" y me regañaría hasta el cansancio por lo estúpido que fui al fiarme de él.
Le había llamado para llorar un poco y se había reservado gran parte de sus comentarios, pero no quería ir a su casa, ni tampoco ir a la mía.
No quería ver a nadie, sólo quería estar solo.
Las olas se acumulaban con volumen en el fondo del panorama y se hacían más pequeñas al llegar a la orilla.
Si tan sólo no estuviera tan deprimido, sería divertido ir hasta adentro y jugar a esquivar sus golpes.
Si tan sólo no me sintiera tan mal para intentarlo.
Me senté sobre la arena y dejé que mis ojos se fueran a dónde quisieran. Cuando me di cuenta de ello, ya me encontraba tomándole fotos al cielo, hasta que en algún momento el teléfono se apagó.
Me había quedado sin batería y seguía sin ánimos para volver a casa.
Aquí es cuando odiaba que Bright fuera mi vecino. Nada sería tan difícil en volver a casa de no ser porque no sabía si él estaría o no allí para ese entonces.
Había pasado un rato desde que dejé la escuela y lo dejé con ella.
Una chica alta, delgada y muy hermosa. Tenía ojos grandes y la sonrisa que me dió cuando cruzamos miradas parecía de alguien feliz.
Probablemente no sabía quién era yo, o tal vez ni siquiera le importaba. Después de todo estaba allí por Bright.
Suspiré en silencio sólo de recordarlo, aplastando mi puño contra la arena.
Odiaba pensar que fui tan imbécil y como siempre, demasiado ingenuo.
Muchos dicen que es lindo tener un corazón tan sensible; no, es una puta mierda.
No sirve de nada, siempre vi a la gente más fría y meticulosa llegar primero a la recta final. No había forma en la que alguien quisiera dejarse llevar por el corazón.