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✶⊶⊷⊶⊷❍ - ❍⊶⊷⊶⊷✶

The sky

Dos semanas después

Los dos adolescentes se encontraban admirando las estrellas. Ninguno hablaba, pero el silencio era suficiente.

No era que se hayan puesto de acuerdo para quedar y admirar las estrellas juntos, sino que, sólo habían coincidido, y como ninguno había desistido en irse, ambos se acostaron en el techo, y no se hablaron.

Era la primera vez desde que se conocían, que no se insultaban o peleaban por algo. Simplemente disfrutaban la compañía del otro., aunque ninguno lo aceptara.

Idoya pensaba que el Carl silencioso, era mucho mejor que el Carl hablador. Y Grimes pensaba exactamente lo mismo de Winston.
Se dejaron llevar por las hermosas constelaciones que abordaban todo el cielo a su alrededor.

—Esa constelación es mi favorita —habló sin pensar, recibiendo una rápida mirada del castaño a su lado. El ojiazul debatió consigo mismo si seguir la conversación o no, pero finalmente, se dejó llevar por su corazón.

—¿Cuál? —aunque trató de no mostrar tanto interés, le fue imposible. Y eso causó una leve sonrisa en la pelinegra. Hace mucho que no recibía muestras de interés de alguien, aparte de Johny.

—Esa de allá —murmuró, acercándose más a él, tanto que sus manos rozaron un poco. Apuntó a la conexión de débiles estrellas, con apariencia de encaje. —Me gusta por su historia. Es un símbolo de los sacrificios que tenemos que estar dispuestos a hacer por los que amamos.

¿Conoces su historia? —Idoya sólo asiente, sin despegar la mirada de aquella constelación —¿Podrías contármela? —preguntó de nuevo. Si bien, se sentía intrigado por aquellas estrellas, la razón por la que él quería escucharla, era porque le encantaba ver cómo, los ojos de la pelinegra, brillaban al hablar de algún tema de su interés.

Aunque a él no le gustaba aceptarlo.

Idoya lo miró con una sonrisa por unos segundos, y luego volteó su cuerpo completamente, para verlo mejor. Carl copió su acción, y esperó a que Idoya comenzara a hablar;

—La historia habla de Berenice; una hermosa dama con un hermoso cabello, el cual era la envidia de todo el reino. Ella estaba casada con el rey egipcio Evergetes. Y cuando éste se fue a una misión peligrosa, ella prometió entregar su pelo a la diosa de la belleza, Venus, si él regresaba sano y salvo. Júpiter colocó entre las estrellas la melena que Berenice le entrego cuando el rey volvió indemne de la batalla.

—Pero, entonces no fue un sacrificio tan grande. Sólo era cabello.

—No se trata de lo que entregó, Carl, sino del significado. Su cabello era lo que la distinguía de los demás. Era parte de su esencia. Y no le importó perderla con tal de que su amado regresara. Dio algo que ella amaba, sólo por él.

—¿Tú darías algo tan valioso por alguien?

—Si la persona lo amerita, entonces, sí. ¿Y tú? —contestó, sintiéndose cada vez más atraída por el hermoso rostro del joven. El cual, a observación de la pelinegra, lucía mil veces mejor a la luz de la luna.

—Creo que primero tendría que enamorarme para poder responder esa pregunta —dijo, admirando la hermosa piel brillante que la joven poseía.

Sin querer, sus manos se fueron acercando cada vez más, entrelazándose entre ellas. Ninguno sintió nada, pues estaban demasiado perdidos, admirándose entre ellos. Aunque sí notaron un cambio; en sus estómagos, había algo removiéndose.

Heartless {Carl Grimes}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora