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✶⊶⊷⊶⊷❍ - ❍⊶⊷⊶⊷✶

Welcome to Alexandria

Costó más de medio día en llegar a ese lugar tan "seguro", según palabras de la pareja.

Antes de llegar, Johny e Idoya se distanciaron un poco, y el adulto fue cambiado de ropa por la menor. Le echó un poco del perfume que habían conseguido para que su hedor fuera menos, peinó sus cabellos, y le colocó una gorra.

Tenían que disimular que era un casi caminante, porque bueno, ya estaba volviendo a la vida.

—¡Abran las puertas! ¡Somos nosotros con el nuevo grupo! —gritó Aaron, desde la ventana del auto.

Las grandes puertas se abrieron de poco a poco, y todo el grupo comenzó a bajar de los autos, para así poder observar mejor aquel lugar.

Estando a punto de entrar, un ruido de entre los matorrales los alertó a todos, pero Daryl fue el único que disparó, pues era el arma que menos ruido haría. Idoya se acercó para encontrar al causante del ruido: una zarihuella, la tomó de la cola y la alzó, mostrándola al resto del grupo y a los Alexandrianos curiosos que se habían acercado.

—Traemos la cena —murmuraron ella y Daryl al mismo tiempo con un pequeño tono de burla en ambas partes.
De apoco y con desconfianza, todo el grupo comenzó a entrar, para observar lo que aquellas grandes murallas escondían.

Había niños corriendo y jugando con perros. Todas las calles estaban limpias, y las casas relucientes y muy cuidadas. Había familias disfrutando del sol.

Era el paraíso. Demasiado bueno para ser verdad.

—¿Por qué cogea? —preguntó uno de los guardias observando a Johny, el cual tenía la mirada gacha para que no pudieran ver sus ojos y tono de piel.

—Resivió un disparo. Pero ya está bien —contestó rápidamente Eric.

—Deberían llevarlo a la enfermería para que lo curen. —dijo una mujer rubia, algo vieja, mientras se acercaba hacia el grupo —Mucho gusto, soy Deanna Monroe, la líder de Alexandria. No saben lo feliz que estoy de que al fin estén aquí —la sonrisa no abandonaba su rostro.

Parecía feliz, de hecho, todos los que se encontraban en aquel lugar, lo parecían. ¿Y cómo no estarlo? No tenían que huir de caminantes, ni tener miedo a morir, ni pasar hambre.

Tenían una vida perfecta, ¿por qué serían infelices?

—Me gustaría hacerles una entrevista por separado a todos antes de que vayan a casa —explicó aquella mujer —¿Les parece si me siguen? —y sin esperar respuesta, se giró y comenzó a caminar.

Todo el grupo la seguía, mientras pensaban en un plan para que Johny no fuera entrevistado.

Cada uno fue pasando a aquel cuarto tan limpio, y por último sólo quedaron Idoya y Jonathan, los cuales pasaron juntos, mientras el resto del grupo los esperaba afuera.

—Lo siento, pero es de uno en uno. Carl y Judith pudieron entrar juntos porque la pequeña todavía no habla.

—Él tampoco —respondió rápidamente —, es muy tímido.

—Bueno, supongo que eso explica el por qué sigue con la cabeza gacha después de tanto tiempo. Sientense entonces. —dijo con una sonrisa. Idoya comenzaba a preocuparse por sus mejillas.

Heartless {Carl Grimes}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora