4. Abandono

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Dibujo número noventa y uno. Ya casi no cambian los dibujos en la pared y estaba considerando seriamente que, cuando ya ni hubiera más espacio que ocupar, pegaría las hojas en en techo.

Jungkook no se había aparecido por ahí desde hace ya dos semanas. El último día que se habían visto, le dijo que tendría evaluaciones en la escuela, por lo tanto tal vez no tendría tiempo de ir al hospital. Pero también dijo que aún le faltaban una buena cantidad de horas de voluntariado, así que, cuando los exámenes terminaran, iría de nuevo.

Sus padres tampoco habían ido muy seguido a visitarlo, pues tenían un problema en el trabajo que se había hecho más grande en los últimos días.

Pero estaba bien, porque Beomgyu seguía visitándolo casi a diario después de la hora de la comida.

Como en ese momento, dónde el pequeño estaba sentado sobre sus piernas extendidas, un poco más arriba de las rodillas, contándole algunas cosas sobre la escuela.

—Entonces ellos se burlaron de mí por ser tan pequeño, pero he crecido 2 centímetros este mes, Tae —decía con indignación mientras contaba lo que siempre decían sus compañeros de la escuela.

—Seguro que creerás hasta volverte tan alto como yo, tal vez hasta más. De cualquier forma, lo más importante es tener un cerebro grande y un corazón grande.

—Pero me crecerá la cabeza.

—Tienes razón -asintió con una sonrisa—. Luego te irás de lado por el peso.

Estuvieron una hora más entre risas y juegos hasta que llegó la hora de que Beomgyu regresara a casa junto a la niñera para cenar con sus padres y hacer la tarea. Taehyung estaba cansado de tanto jugar, aunque en ningún momento dejó que su hermano pequeño lo notara.

Cuando dieron las once de la noche, parecía que el cansancio que tenía se hubiera evaporado.

Se reincorporó con lentitud por la falta de fuerzas en su cuerpo que se había deteriorado tanto con los años a pesar de tener apenas diecisiete años.

Prendió la pequeña lámpara que había en la mesa de noche y vió el dibujo de una mándala ya iluminado y con el nombre de la estrella también escrito. Había olvidado pegarlo en la pared cuando terminó.

Buscó un bolígrafo en uno de los cajones y tomó la hoja junto a un libro que estaba a la mano para apoyarse y escribir en la parte trasera de la hoja, justo como había estado haciendo en las últimas semanas.

Escribía sobre cosas que le contaban sus padres, los doctores, sobre Beomgyu y sobre como había ido el día. Lo escribía como si fueran cartas que mandaría a alguna persona lejana. Cada una la escribía como.un último adiós, porque podría serlo.

Pero esa noche lo sabía sobre qué escribir, quería escribir algo bonito, pero nada en ese día parecía bonito. Preocuparse por su pequeño hermano y las burlas que recibía desde muy joven, los problemas laborales de sus padres que los tenían tan estresados, la salud que parecía no tener intensiones de mejorar.

Así que escribió lo primero que se le pasó la mente y escribió en una letra impecable:

"Te extraño, Jungkook".

Cuando se dió cuenta de lo que había escrito, quiso borrarlo pero recordó con torpeza que los borradores que tenía no borraban tinta y por alguna extraña razón tampoco quería tachar la oración hasta que se perdiera.

Se levantó de la cama con cuidado de no hacer demasiado ruido y molestar a los demás. Luego se subió con dificultad a un pequeño banco y se estiró para pegar el dibujo con cinta a la pared, dentro de un mar de más dibujos y estrellas.

Aunque ya estaba más calmado, dormir aún le resultaba imposible.

Volvió a la cama y se sentó sobre ella para llegar a ver por la ventana. Levantó la persiana y vió las calles que iluminadas por las luces de los establecimientos y de los autos que aún pasaban por esas horas.

Vió a un grupo de jóvenes pesar cerca de ahí, parecía que se divertían. Tal vez, si sus padres biológicos no hubieran tomado aquellas decisiones, el podría ir al karaoke también junto a sus amigos, para celebrar que habían pasado todos los exámenes.

Pero si lo pensaba bien, tal vez sus padres ni siquiera hubieran tenido el suficiente dinero para que siguiera estudiando y poder darse el lujo de salir a divertirse con amigos.

Muy en el fondo, agradeció que Beomgyu fuera tan pequeño en ese entonces como para recordar a los que eran sus verdaderos padres.

Una pareja hasta el cuello de deudas, que probablemente habrían llegado a vivir en la calle junto a su hijo de ocho años y su bebé de apenas un año.

Su madre era una mujer bonita, fue por eso que se había fugado con el primer hombre rico que se cruzó en su vida, con la condición de que no podía llevar a ninguno de sus hijos. El egoísmo de una persona al abandonar a sus propios hijos por tener una vida cómoda parecía increíble para cualquiera que escuchaba la historia de ambos menores de edad.

El treinta de agosto del año 2002 se podía ver la noticia en la primera plana de todos los periódicos.

Un hombre muere en su propia casa por intoxicación mientras dormía.

Una pareja que pasaba por la zona encontró a un niño de ocho años, quién era el hijo del hombre, mientras cargaba con dificultad a un bebé.

Ambos menores fueron llevados al hospital de inmediato por las autoridades. Al más grande se le detectó un problema de nacimiento en los pulmones, un problema que se agravó considerablemente al haber estado expuesto al monóxido de carbono. Al más pequeño se le detectó asma.

Taehyung aún guardaba un ejemplar de uno de los periódicos de hace nueve años en el penúltimo día de agosto, en el último cajón, hasta el fondo.

Algieba: La Habitación De Las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora