Pasar los días mirando por la ventana de un hospital al mundo sin detenerse se había vuelto una rutina.
Podría morir dentro de siete años, pero también al día siguiente.
Su mundo estaba en pausa hasta que llegó él, porque entonces todo se aceleró...
No sean lectores fantasmas. Me encanta leer sus comentarios
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—Son estrellas —había respondido mientras escribía el nombre de la estrellas del día en la mándala ya coloreada.
—¿Por qué escribes nombres de estrellas?
—No lo sé. Me gustan las estrellas —se encogió de hombros, se levantó de la cama con un poco de esfuerzo y fue hacia la pared donde estaban las demás hojas con mándalas de los días anteriores y buscó un lugar libre para la de ese día.
Jungkook miraba los pasos inseguros de este como si sus piernas de un momento a otro pudieran fallar y cayera al piso. Se había de cuan fuerte y a la vez débil podía ser Taehyung, porque había sobrevivido a todo, no solo físicamente a la enfermedad, sino también al desgaste mental que venía con él; sin embargo aún quedaba esa parte de Taehyung que podía hacer que cualquier persona se preocupara.
—¿Y cuál es la estrella de hoy entonces?
—Denébola —dijo con voz un poco más apagada, pero no lo suficiente para que el contrario no pudiera oírlo.
—¿Por qué parece que le tienes cariño? —rió.
-Me da una sensación extraña —. Pasó las yemas de los dedos por la extensión de la hoja, con una sensación entra que venía de un escalofrío en su nuca, para expandirse después por toda su espalda.
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El día del dibujo setenta y tres, Jungkook no llegó a la misma hora de siempre. Pasaban de las dos de la tarde cuando Taehyung escuchó ladridos de un perro en los pasillos y las voces animadas de quienes supuso eran parte del personal.
La puerta de la habitación fue abierta de golpe y un pequeño perro, que apenas era más grande un pequeño oso de peluche, entró con Jungkook sosteniendo la correa que lo ataba.
En pequeño animal se paró solo sobre sus patas traseras y apoyó las delanteras en las piernas de Taehyung, el cual extendió una mano por inercia para acariciar la abundante melena oscura del perrito.
