〔:🌻:〕「 23 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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Después de un duro día, con el sonido del timbre que marcaba el final de la clase e indicaba el regreso a casa, Zhongli suspiró al quedarse, una vez más, con la palabra en la boca. Su suspiro no tardó en pasar desapercibido entre el ajetreo de los alumnos, que comenzaron a recoger sus cosas como si la vida les fuera en ello, ansiosos por salir del instituto y regresar por fin a casa.

Zhongli ordenó sus libros, cuadernos y carpetas antes de guardarlos en su enorme y rectangular bandolera marrón oscuro. Era un hombre muy organizado y le gustaba tenerlo todo en orden. Desde esos mismos libros en su bandolera hasta la colección de minerales que tenía en el estudio en su casa, todo estaba minuciosamente organizado. Además de una sabiduría casi infinita, la otra característica que sin duda definía a Zhongli era su afán y necesidad de orden.

Sin apartar la vista de su bandolera, organizando hábilmente sus libros, cuadernos y carpetas en su interior, miró de reojo al chico rubio que estaba a punto de abandonar el aula, con el entusiasmo propio de un estudiante que por fin volvía a casa.

—Aether —lo llamó con su voz grave capaz de hacer temblar montañas, pero también serena capaz de calmar a la bestia más indomable—. ¿Tienes un momento? Me gustaría hablar contigo.

Aether se detuvo justo debajo del marco de la puerta y se apartó para dejar salir a los alumnos que venían detrás de él. Se quedó, pues, quieto junto a la puerta, esperando a Zhongli.

Con la mirada, el rubio se despidió de Xiao, quien con gestos le preguntó qué pasaba. Aether no tenía ni idea, así que su contestación fue encogerse de hombros con cara de confusión. Finalmente el azabache se marchó, no sin antes decirle que lo esperaría fuera.

Zhongli esperó que el rubio no se diera cuenta de que estaba tardando en organizar su bandolera a conciencia. Quería hablar a solas con él y prefería que nadie más escuchara su conversación. Iba a hablarle de algo que solo él y otra persona más sabían, pero el profesor consideraba que Aether también debía ser conocedor de ello.

—¿Qué ocurre, profe? —inquirió el chico cuando se quedaron solos, algo nervioso. En clase se portaba de maravilla, entregaba los deberes y los trabajos a tiempo y sus notas se mantenían alrededor del sobresaliente. No tenía razones para sentir nervios, pero no pudo evitarlo.

Zhongli no se anduvo con rodeos para llegar al tema del que quería hablar. Quizá esa era otra de sus características: era un hombre directo.

—Xiao me habla mucho de ti —dijo con una sonrisa. Lo alegraba y le enternecía el corazón que ese chico, al que veía como a un hijo, estuviera tan ilusionado por haber conocido a Aether—. Últimamente lo noto más feliz... Y creo que es por ti.

El rubio agachó la cabeza y se mordió el labio para disimular la sonrisa que se le había dibujado en el rostro. Le daba vergüenza que Zhongli mencionara ese tema, pero a la vez sentía cierta curiosidad por saber a dónde quería llegar el profesor al hablar de eso.

—¿Te parece buen chico? —preguntó de nuevo el hombre. Aether asintió como respuesta—. Definitivamente lo es, por mucho que crea que no. Lo he escuchado murmurando cosas como que es como un demonio, que no se merece ser feliz, pero...

—Sí que se lo merece —musitó Aether—. Pero, profe, ¿cuál es el punto de esta conversación? —No le importaba quedarse a hablar con Zhongli, pero tenía hambre y su estómago no era tan bondadoso como su corazón.

—Imagino que no te ha contado nada sobre cómo nos conocimos él y yo, ¿verdad?

—¿No fue en el instituto?

Zhongli negó con la cabeza. Deseaba con todas sus fuerzas que hubiera sido así de sencillo y agradable en realidad.

—¿Entonces?

El hombre creía que Aether tenía que saberlo, que tenía que saber todo por lo que había pasado Xiao. Desde lo de su padre adoptivo, pasando por su intento de quitarse la vida y su primer encuentro con Zhongli, hasta la separación de los Yakshas y su rotundo rechazo a crear lazos afectivos con alguien como consecuencia del dolor que había experimentado en el pasado. Zhongli creía que Aether tenía que ser conocedor de todo aquello también.

El fuerte y sabio corazón de Zhongli le decía que se lo contara, así que eso iba a hacer.

* * *

Aether estaba seguro de que todavía tenía esa expresión de espanto en la cara, de lástima y de compasión. Lo que Zhongli acababa de contarle era simplemente... horrible. No se le ocurría ninguna palabra más acertada que esa.

¿El padre adoptivo de Xiao lo había maltratado? ¿El chico había intentado suicidarse a causa de ello? ¿Se pasaba noches sin dormir por culpa de las pesadillas provocadas por el trauma? Ganyu ya le había hablado sobre los Yakshas, pero Zhongli entró más en detalle que ella, haciendo que Aether sintiera que se le sacudía el corazón de nuevo. ¿Tenía miedo de que lo abandonaran y de sentirse solo otra vez? Aether no podía dejar de darles vueltas a todas esas preguntas, aunque Zhongli se las hubiera aclarado una a una.

Sentía un pinchazo en el corazón mientras bajaba las escaleras para abandonar por fin el instituto. No miraba nada en concreto, tan solo procuraba no chocarse ni tropezarse con nada. Toda la información que había recibido de golpe no lo dejaba ver con claridad.

¿Acaso la vida odiaba a Xiao? ¿Por qué si no alguien tan bueno como él tenía que pasar por todo eso? Aether no comprendía nada. Lo único que le cabía en la cabeza en ese momento eran tres cosas muy sencillas: cuidar a Xiao, hacerlo feliz y hacer que se sintiera querido. Nada más.

Al salir fuera, ya no quedaba nadie allí. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había estado hablando con Zhongli casi un cuarto de hora. Y, sin embargo, allí vio a Xiao, mirando la pantalla de su móvil. Lo había esperado, tal y como le había dicho.

En cuanto se acercó a él, Xiao guardó el teléfono y frunció el ceño, un poco harto de esperar.

—Zhongli habla por los codos —bufó—. ¿Qué diablos quería?

—Nada.

Xiao enarcó una ceja.

—¿Un cuarto de hora para no decirte nada?

—¿Qué más da? —respondió Aether, resuelto.

Y justo cuando Xiao iba a emprender la marcha, el rubio lo atrapó y lo estrechó entre sus brazos. Se sentía tan mal por el azabache... No podía dejar de pensar en lo dura que había sido su vida y lo abrazó todo lo fuerte que pudo.

No había podido estar con Xiao antes; no había podido estar junto a él durante aquellos oscuros días de su pasado. Pero ahora sí que podía, y estaría con él pasara lo que pasase.

—Ya no estás solo, ¿vale? —susurró Aether, con los ojos cerrados y sin soltarlo, estrechándolo incluso con más fuerza.

Xiao no entendía nada de lo que estaba pasando, pero aun así tuvo la necesidad de tragar saliva al escuchar esas palabras saliendo de la boca de Aether. Era una frase sencilla y simple, pero para él significaba mucho más y de vez en cuando necesitaba escucharla. Necesitaba que alguien se lo recordara.

—No sé qué mosca te ha picado —murmuró el azabache, disimulando cualquier atisbo de emoción.

—Ninguna. Solo quiero que sepas que me tienes aquí para lo que necesites y que estoy y estaré a tu lado siempre, pase lo que pase. —Tragó saliva—. ¿Vale, Xiao?

—Claro —titubeó el azabache, confundido pero conmovido—. Lo mismo te digo, eh. Yo también estoy aquí para ti.

Aether lo soltó por fin. Todavía no podía asimilar lo complicada que había sido la vida para Xiao. Era tan injusto, tan cruel, tan despiadado... Pero ahora él estaba ahí para ayudarlo, se lo había prometido. Y Aether era de los que cumplían sus promesas.

Apartando el tema y tratando de alejar esos pensamientos, lo agarró de la mano y le propuso que caminaran ya por fin de vuelta a casa.

Menor que tres (<3) [Xiaether] (High School AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora