〔:🌻:〕「 34 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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La casa de Aether estaba en completo silencio. Según marcaba el reloj de su móvil, era cerca de la una de la madrugada. Sus padres tenían que ir a trabajar por la mañana temprano y necesitaban descansar, mientras que Lumine había quedado esa tarde con Keqing y Ganyu y estaba agotada. Así, Aether era el único que estaba despierto.

Tenía los ojos fijos en la pantalla y no hacía más que deslizar y deslizar el dedo por ella, inconscientemente, sin ver nada que le llamara la atención. Se aburría, pero no tenía nada mejor que hacer. Tampoco tenía sueño todavía, así que no le quedaban muchas otras opciones.

O eso pensaba hasta que el repentino capricho de llamar a Xiao se le pasó por la cabeza. Si hablaba en voz baja, nadie en su casa se despertaría, pensó, y además podría escuchar la voz del azabache y charlar un rato con él hasta que le picara el sueño.

Marcó su número y esperó que estuviera despierto, lo cual era bastante probable porque sabía lo irregular que era su horario de sueño. Cuando después del tercer tono oyó su voz, se alegró de conocer sus hábitos tan bien.

—Buena hora para llamar —murmuró Xiao.

—Me aburría —respondió Aether en un susurro que al azabache le costó oír—. Lumine y mis padres ya están durmiendo y yo no tengo sueño.

—Entonces me llamas, ¿no?

—Claro. Siempre dices que puedo llamarte cuando quiera.

—No puedes estar sin mí, ¿eh? —rio Xiao.

—La verdad es que no, para qué mentir.

Xiao titubeó, pues no esperaba que le respondiera algo así, aunque con lo que él mismo había dicho, ¿qué clase de respuesta se esperaba? Carraspeó para disimular la confusión que le había causado.

—También me apetecía escuchar tu voz —siguió diciendo Aether, siendo consciente de que lo pondría más nervioso—. Es agradable, me gusta.

—Vale, vale —terció Xiao, que le costaba asimilar tantos halagos de golpe.

—No te vayas a sonrojar, eh —rio el rubio.

—Nah, qué va. Yo no hago eso. —Aunque la sensación de que las mejillas le ardían decía lo contrario.

—No, claro que no. Oye, no estás ocupado, ¿no?

—No. Estaba pensando un poco en mis cosas —explicó con un tono que preocupó al rubio.

—Suenas decaído —observó—. ¿Estás bien?

Hubo silencio unos instantes antes de que Xiao respondiera:

—No lo sé...

—¿No sabes si estás bien? —inquirió Aether.

Xiao suspiró.

—Necesito verte. Me animaría mucho.

Aether sabía cómo era Xiao. Sabía que no le gustaba preocupar a los demás. Sabía justo por eso que realmente necesitaba verlo. No le diría algo así por capricho.

—Dame quince minutos —dijo el rubio.

—¿Vas a...?

Pero Aether ya había colgado y Xiao no pudo terminar la frase.

Si el azabache necesitaba verlo, el rubio se presentaría en la posada sin pensarlo dos veces, sin importar si era la una de la madrugada, las tres de la tarde o las nueve de la noche. Se vistió en silencio, tratando de hacer el menor ruido posible, y se abrigó lo suficiente como para no quedarse helado por el camino.

Fue hasta el cuarto de su hermana y la despertó para avisarla de que iba a salir.

—Lumine —la llamó—, Lumine.

—¿Hmm? ¿Qué, cómo? —murmuró ella, somnolienta.

—Voy a ver a Xiao, luego vuelvo.

—¿A estas horas? —se sorprendió. Luego gruñó—. Agh, ¿sabes qué? Me da igual.

—Te lo digo por si papá o mamá se despiertan y te preguntan por mí.

—Vale, vale —murmuró Lumine, malhumorada porque habían interrumpido su sueño—. Vete ya, anda. Quiero dormir.

Aether suspiró y salió por fin de casa.

* * *

Xiao estaba acariciando las cuerdas de su bajo sin llegar a hacerlas sonar por completo cuando alguien llamó a la puerta de su habitación en la posada. Miró la puerta con curiosidad y finalmente se decidió a apartar el instrumento y dejarlo sobre la cama para levantarse a abrir.

—No puede ser —murmuró. Las visitas a aquella hora no eran habituales y solo se le ocurrió una persona que podía estar al otro lado de la puerta en ese momento—. Como sea él, lo mato.

Al abrir la puerta, vio que, efectivamente, era él. Los ojos dorados como soles de Aether lo miraron desde el otro lado del umbral y luego le mostró esa sonrisa suya que a Xiao tanto le gustaba.

—Te voy a matar —dijo Xiao. Aunque pretendió que sonara como su habitual tono antipático, más bien pareció una risa, que dejó entrever que se alegraba mucho de verlo.

—Ya, claro —respondió Aether, risueño—. Necesitabas verme, ¿no? Pues aquí estoy.

Xiao lo invitó a pasar por fin. Aether escudriñó la habitación, observándolo todo, como si fuera la primera vez que estaba allí.

Se sentó en el borde de la cama. Observó el bajo negro descansando a su lado unos instantes antes de dirigirle la mirada y la palabra a Xiao.

—¿Qué te pasa? —preguntó con el tono más dulce que sabía. Su voz abrazó al azabache, que, como cada vez que lo escuchaba hablar, se sintió en paz con el mundo.

—No puedo dormir —suspiró, acercándose, hasta acomodarse a su lado—. Estoy teniendo pesadillas de nuevo.

—¿Sobre...? —inquirió el rubio, dejando la pregunta en el aire porque no quería siquiera mencionarlo en voz alta.

—Sí. Pero no pasa nada, a veces vuelven. No es nada raro.

Ciertamente, las pesadillas siempre regresaban, iban y venían, como la nieve que llegaba en invierno y se marchaba en primavera. Xiao había aprendido a convivir con ellas, así que ya apenas les daba importancia. Por supuesto, lo pasaba mal, pero estaba acostumbrado a que fuera así.

Como siempre había estado solo, había llegado a pensar que el miedo no era una compañía tan mala, aunque lo odiara a muerte.

Pero ahora que podía contar con Aether y ante la insistencia del rubio de querer ser partícipe de sus problemas, agradecía mucho que estuviera allí con él. Le encantaba esa sensación de importarle a alguien de una forma tan especial.

—Solo quería... —murmuró—. Solo necesitaba estar contigo. Es lo único que necesito... Tan solo con que estés aquí... me basta y me sobra.

—Siento no poder hacer mucho más...

—No tienes que hacerlo. No sabes cuánto me ayudas con tan solo estar aquí sentado.

Hubo un silencio que los rodeó. Aether miró de reojo a Xiao, que había decidido agarrar la mano del rubio.

—Las pesadillas... —dijo Aether, rompiendo el silencio—, ¿hay alguna forma de deshacernos de ellas?

«Deshacernos»... Xiao no pasó por alto el detalle de que había empleado un verbo en plural, en el que los dos estaban incluidos. Apreció que ya lo considerara también un asunto suyo, recordándole una vez más que podía contar siempre con él. Por Los Siete, cuánto lo quería...

—No lo sé —suspiró—. Solo sé que van y vienen, que hay veces en las que estoy varias noches sin dormir y otras en las que no hay ni rastro de ellas.

—Hmm... Entiendo...

—Antes intenté dormir, pero me desperté por culpa de ellas. A lo mejor si hablamos se me pasan o algo, distrayendo la mente, no sé...

—Hablemos, pues —concluyó Aether, con la sonrisa de sus labios reflejada también en sus ojos.

Menor que tres (<3) [Xiaether] (High School AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora