〔:🌻:〕「 26 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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La forma en la que pasaba el tiempo era hasta cierto punto incluso cruel. Era como si volara, como si los minutos y los días se deslizaran entre los dedos como si fueran arena, imposibles de retener. Quedaban poco más de cinco meses para que el curso académico finalizara, o lo que era lo mismo, para que los hermanos abandonaran Liyue y partieran hacia Inazuma.

Ganyu le había dicho ya nueve veces contadas que tuviera cuidado, pero Xiao seguía intentando hacer ese truco con el monopatín que no le salía y que ya estaba empezando a frustrarlo.

—¡Agh! —exclamó, malhumorado—. ¡Tabla de mierda! —añadió, dándole una patada al skate, que no tenía culpa de nada.

—Déjalo ya —sugirió nuevamente Ganyu.

Xiao lo intentó una vez más, ignorando el consejo de su amiga. Ya se lo estaba tomando como algo personal; ya no desistiría hasta conseguirlo. Entre gruñidos y soltando algún que otro improperio contra el monopatín, continuó, cabezota como solo él sabía ser.

Y quizá, si hubiera tirado la toalla haciendo caso a Ganyu y dejado a un lado su terquedad, no habría partido en dos su querida tabla ni habría caído mal, haciéndose daño en el tobillo. Le dolía bastante, pero eso no era un impedimento para él... todavía.

Pues en cuanto trató de ponerse de pie, el estallido de dolor le subió por la pierna y asumió que se había hecho algo más serio de lo que había pensado en un primer momento. Gruñendo, ya fuera por el malestar en el tobillo o por la frustración de no haber logrado hacer el truco que quería, llamó a Ganyu.

—¿Te has hecho daño o qué? —inquirió ella, guardando su móvil y levantándose del banco. No era la primera vez que Xiao se caía haciendo "cosas raras" con el skate, así que por eso la chica tampoco se había sobresaltado desde el principio.

—Me duele el tobillo —explicó Xiao, señalándoselo—. Ayúdame a levantarme, anda.

Ganyu le ofreció entonces las manos. Xiao apoyó todo su peso en ellas, cosa que pilló por sorpresa a la chica, y por poco no fueron los dos al suelo. Finalmente tiró de él con todas sus fuerzas y el chico logró ponerse de pie.

Su amiga observó que el azabache no se atrevía a poner el pie en el suelo con normalidad, así que comprendió que algo andaba mal.

—Creo que voy a tener que ir al hospital —musitó el chico, mirándose el pie—. Mejor prevenir que curar.

—¿Mejor prevenir que curar? —repitió Ganyu, ofendida—. Llevo media hora diciéndote que lo dejaras y mira ahora, te has partido el pie.

—No me he partido el pie —corrigió Xiao—. Como mucho será un esguince, supongo...

—¿Quieres que llame a mi tutora para que te lleve en coche al hospital?

Xiao suspiró. No le agradaba nada ser una carga, pero no tenía más remedio.

—Está bien.

Ganyu se llevó el teléfono a la oreja. La mujer que cuidaba de ella tardó un par de tonos en responder y la chica le explicó brevemente la situación. Después de colgar, le confirmó a Xiao que lo llevaría al hospital.

La mujer tardó tan solo unos diez minutos en llegar, unos diez minutos en los que a Xiao se le había hinchado el tobillo y procuraba moverlo lo menos posible para no despertar el dolor que parecía haberse dormido, pero que en realidad lo acechaba esperando a asaltarlo en el momento oportuno.

* * *

En el hospital lo atendieron considerablemente rápido. Tal vez su lesión tenía prioridad sobre el catarro del niño que había gastado dos paquetes de pañuelos él solo o sobre la migraña de la anciana que estaba sentada junto a la entrada.

Justo como Xiao había adivinado, el doctor dijo que lo que se había hecho era un esguince. Tendría que evitar apoyar el pie a toda costa si quería recuperarse por completo, así que le dejaron unas muletas que serían sus fieles compañeras durante un mes entero. Xiao no pudo evitar resoplar con fastidio ante su nueva situación.

El médico le recomendó que regresara en una semana para ver cómo evolucionaba su estado, pero Xiao casi no lo escuchó porque en su cabeza solo entraba el molesto picor de las vendas que le aprisionaban el tobillo. Y tenía que aguantar así todo un mes, por Los Siete...

Salió por fin de la consulta; estaba empezando a agobiarse allí dentro y el hecho de que el doctor le dijera que ya podía irse fue todo un alivio. Se dirigió hasta la salida, avanzando con las muletas con una lentitud provocada por su inexperiencia con ellas. Allí fuera, la tutora de Ganyu lo esperaba, apoyada sobre su coche blanco.

La mujer no tardó en preocuparse por él y preguntarle sobre su pie. Xiao se lo explicó todo mientras ella lo ayudaba a subirse al coche. Tan solo había estado con las muletas unos minutos y ya las odiaba: eran muy molestas e incómodas, y no hacían más que estorbarle todo el rato. Pero claro, las necesitaba.

Dentro del vehículo, Xiao sacó su móvil y le escribió a Ganyu, que seguramente esperaba obtener noticias de él y de su tobillo. Brevemente le contó más o menos lo que el médico le había dicho.

Y después de eso, buscó el contacto de Aether y lo llamó. A él no le parecía suficiente con escribirle un mensaje; era mejor que se lo contara hablándole, aunque fuera a través del móvil. Además, con lo frustrado y malhumorado que estaba, el rubio conseguiría con mucha seguridad animarlo un poco.

Al tercer tono, su voz sonó al otro lado, y Xiao sonrió al escucharla.

—Aló —saludó Aether.

—Buenas —respondió Xiao. Miró de reojo a la tutora de Ganyu, que tenía la vista fija en la carretera. Le resultaba un poco incómodo hablar con ella al lado—. Adivina quién se ha caído del skate.

—¿Qué dices? —El rubio sonó terriblemente preocupado—. ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?

—Un esguince en el tobillo derecho —suspiró el azabache. Antes de que Aether pudiera responder, añadió—: Pero no te preocupes. Me han dicho que en un mes se habrá curado.

—¿En un mes? —repitió—. Bueno... No intentes forzar el pie ni nada de eso, ¿de acuerdo? Si lo empeoras necesitarás más tiempo para recuperarte.

—Tranquilo, no haré ninguna locura. —Suspiró—. No me queda más remedio que pasarme el día en la posada tocando el bajo. —Miró las muletas con desprecio y hasta con asco—. Y las muletas son una mierda. Las odio.

—Ya, pero sin ellas no podrías andar.

—Lo sé, pero eso no quita que sean una mierda. Son muy molestas, por Los Siete.

—Me imagino. Un amigo de Mondstadt se partió la pierna y tuvo que llevar muletas durante dos meses y medio. El pobre tenía muy mala suerte... Bueno, tiene muy mala suerte.

—Qué calvario.

—Por eso digo que no te quejes y agradece que sea solo un mes —rio—. Oye, ¿quieres que me pase ahora por la posada?

Xiao miró por la ventanilla del coche para ver cuánto les quedaba a la tutora de Ganyu y él para llegar.

—Hmm... Vale. En un par de minutos estaré ahí, así que puedes ir yendo si quieres.

—Está bien. Ahora nos vemos entonces. ¡Chao!

—Chao —respondió Xiao antes de colgar.

Un mes con esas odiosas muletas y con esas molestas vendas cubriéndole el pie... La frustración lo llenaba por completo. Imaginó cómo habría afrontado la situación si hubiera estado solo y se vio hundido en la lástima una vez más. Por suerte no iba a ser así, porque ahora podía contar con Aether. Ese chico era como un ángel, como un sol, y Xiao estaba inmensamente feliz de tenerlo a su lado.

Menor que tres (<3) [Xiaether] (High School AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora