Gangster Herz

35 2 2
                                    


«¿Te has enamorado alguna vez? ¿No es horrible? Te hace tan vulnerable. Abre tu pecho y abre tu corazón y significa que alguien puede entrar en ti y deshacerte.»

—Las benévolas de Neil Gaiman

***


Gangster Herz




El día inició en la oscuridad de un lugar algo estrecho, oscuro, con aroma a oxido y humedad. No sentía la mitad de mi cuerpo, respiraba con dificultad ya que al parecer los golpes me dejaron bastante dolorido; luego de diversos movimientos tambaleantes vi un poco de luz proveniente de las farolas públicas que iluminaron poco a poco ese pequeño espacio en el que estaba contenido.

Inspiré, sintiendo un silbido en mi pecho que, ingresaba con dolor en mis oídos, para luego ser tomado por unas enormes manos que me lanzaron sin piedad a la calle como un perro callejero. Grité de dolor al sentir por primera vez el choque de mi carne cortada y huesos siendo expuestos a los fríos y asqueroso adoquines; me acomodé lo mejor que pude contra una pequeña pared que daba a una horrible escalera de concreto y cerré mis ojos, esperando que algún ser humano se apiadara de mi alma.

Pasaron varias horas, la noche se hacía cada vez más oscura, el dolor ya había abandonado mi cuerpo siendo arrastrado por la decepción de estar sólo, sin tener la capacidad de salvarme por mí mismo o quizás poder contactarme con alguien de confianza que pudiese acudir a mi encuentro; no había nada en ese asqueroso lugar, olía a orina, alcohol y tabaco barato, lo que solo provocaba que mi estómago se retorciera queriendo vaciar los jugos gástricos que estaban a duras penas siendo contenidos.

Suspiré, enviando vahos al aire gélido de la noche, las pocas estrellas que se observaban brillaban hermosas haciendo que mi miseria fuera aún más enorme de lo que ya aparentaba ser. Cerca del amanecer, quizás debían ser como las 5 am de un día que no sabía cuál era, sentí en la lejanía el ruido de unas ruedas acompañadas de unas pisadas cansadas. Me desperté por instinto, nadie se había volteado para prestarme auxilio en todo el transcurso del tiempo en que estuve moribundo en esa apestosa calle; ya cansado de aquellas miradas de desprecio que al parecer estaban acostumbradas a observar a gente en idénticas condiciones ignorando sus pesares, decidí simplemente cerrar mis ojos, borrando toda esperanza de mi corazón.

Las ruedas pasaron frente a mí y los pasos también, suspiré penosamente al sentir que volvería a ser abandonado allí sin oportunidad de ser rescatado. Abrí mis ojos de forma perezosa, pestañeé con suavidad acostumbrándome a la poca luz que entraba de lleno en el ambiente, sentí un dolor en mi pierna y luego miré frente a mí cómo unos ojos color caoba intenso me escrutaban con absoluta atención y desespero.

—¿Estás bien? —suspiró— ¡Absolutamente no estás bien!

—Y-yo —balbuceé, sintiendo un enorme dolor en mi costado debido al esfuerzo que me hacía el querer hablar.

—¡Shssss! —silenció mis labios— debes tener alguna costilla fracturada y tu pierna se ve horrible, debo suponer que eso blanco de ahí es tu hueso que salió a saludarme. —me brindó una cálida sonrisa que contrastaba con unas enormes ojeras bajo ese pálido rostro.

—T-tú...ayúdame. —gemí de forma dolorosa.

—¿Cuál es tu nombre? —habló con preocupación— lo necesito para cuando ingreses en la clínica.

—Yuu, —susurré— Shiroyama Yuu, ¿M-me ayudarás? —pregunté sintiendo un vacío en mi pecho.

—¡Claro que lo haré! —se posicionó a mi lado— pasa tu brazo por sobre mi hombro, te cargaré hasta la silla de ruedas, —lo miré con temor y él presintió aquella insatisfacción de mi parte devolviéndome una encantadora sonrisa— tranquilo, —susurró— hay una clínica cerca, iba a devolver la silla a ese lugar, son unas dos cuadras, sé que no me conoces, pero confía en mí, además, —suspiró sonoramente— no hay mucho más daño que te pueda hacer.

Gangster HerzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora