El rostro que marca la desesperación

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Tudolor, no es mi dolor, pero si es nuestro cuando ambos compartimos un corazón

Tenebris



* * *





¿Tú...?

Gesticulé de forma casi exagerada al ver aquel rostro aparecer tras el umbral de la puerta, sus facciones variaban entre furia, preocupación, dolor y melancolía, su piel estaba pálida, casi cerosa, como si la mismísima tormenta hubiera estallado sobre su rostro, pero su cuerpo, tan hábil y fibroso recorrió con rapidez el espacio que nos separaba, como si flotara, atrayendo consigo la furia de un tornado; se acomodó junto a mí hasta acercarse para tomar mis manos con fuerza.

Había algo en sus ojos, una cosa espeluznante y nunca antes vista que me hizo temblar, pero no de miedo, sino de dolor, como si sus labios sellados, mudos de palabras me expresaran que estaba desesperado, muerto de miedo, temeroso de todo y al mismo tiempo de la nada, era como si aquel enorme roble que yo creía jamás podría caer, hubiera sido devorado por un rayo, rompiendo su dura cascara, enviándolo al suelo junto a mis pies.

Y descendí en aquellos ojos sollozantes que no derramaban lagrimas acuosas, pero sí un dolor invisible que me derrumbaban junto a él, para envolverme en su melancolía, en su extraña preocupación que volvía su ceño en una expresión ruda, como si le doliera estar junto a mí pero que le destrozaba aún más no tenerme cerca.

—Quiero asesinarte, pero al mismo tiempo aferrarte a mi pecho para no soltarte jamás, —acercó mi mano con suavidad a sus labios mientras besaba con dolor mis nudillos— estuve a punto de morir contigo, de dejarme caer en tu sueño, en donde sentía que jamás despertarías, estaba... —elevó el tono de su voz— ¡Estoy malditamente desesperado Yutaka! —aferró mi mano entre las suyas con fuerza— aun pienso que estás allí, durmiendo para nunca despertar, ¿Cómo te sientes?

—Solo adolorido, —lo observé con calma— pero en general estoy bien.

—¿Qué mierda hiciste? —preguntó con furia.

—Quería salvarlos a todos, —lo miré con dolor— pero no soy lo suficientemente hábil para ello.

—¿Crees que tú solo lograrás hacer todo?

Se acomodó lentamente en el borde de la cama, para luego acercarse lentamente, posando mi cabeza contra su pecho, lo que me hizo permanecer rígido, no estaba seguro si el latir presuroso de mi corazón era debido al miedo o simplemente a la satisfacción de sentir un abrazo cálido y protector, que me dijera con palabras simples que todo estaba bien, porque él estaba allí para mí.

—Sé que no puedo, —elevé mi brazo izquierdo para tocar su espalda— Toshi, la verdad es que yo, quería salvar a esa niña.

—Lo sé, —acarició mi cabello con suavidad, de forma tan amorosa y delicada que me hizo perder el control de mis emociones, derramando escuetas lágrimas sobre su pecho— vi a Takashima en la entrada junto a su marido, la niña aun dormía en sus brazos.

—Al final, siempre te enteras de todo aunque lo intente ocultar.

—Es porque siempre tengo puesto mis ojos en ti, —se alejó lentamente, creando un pequeño espacio entre nosotros para observarme con una sonrisa en su rostro— me engañaste, supongo que vestirse de mujer es algo que no esperaba, debiste verte... —se acercó suavemente para depositar un suave beso en mis labios— precioso.

Gangster HerzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora