En todos los universos...[Soukoku]

Final

Advertencias: Les prometí un final bonito.

¿Público mi borrador cerdote del epílogo? 🧐🧐

Para quien puso que creía que él otro era Dazai, chicx, eres listx.

~•~

—¡Dazai!— saltó al sentir la tierra contra su cuerpo, no estaba la mocosa, ni nadie.

Se levantó y comenzó a correr, en busca del suicida, necesitaba saber si estaba bien, sin darse cuenta sus ojos lloraban, y sus mejillas se ponían rojas.

—Dazai, por favor— suplicaba a cualquier cosa que lo escuchará—. Por favor...no me dejes.

No sé detuvo aún si su piernas dolían, sentía que vomitaria, pero nunca dejo de moverse. Aún si estaba en otro lugar, incluso si no era su Dazai, tenía que verlo, y decirle algo. Fué hasta que distinguió una figura alta sentada en una banca de la ciudad que paró.

—¡Dazai!— al ver cómo ese joven volteaba se abalanzó para darle un abrazo—. Mierda.

—Que sorpresa verte y que seas tan amable, chibi— sonrió mientras era casi asfixiado.

No hubo respuesta, solo se aferró aún más. El castaño tenía esa expresión de preocupación, y susurro en su oreja—. ¿Está todo bien?.

—Ahora si— soltó sin pensar lo que decía—. Gracias por estar vivo...

—Pensé que me odiabas— lentamente subió sus manos hasta la espalda del más bajo—. Nunca me disculpé por lo que te hice... aún si eres una babosa debí ser más decente.

—¿Qué?— notó en su discurso que se trataba del real, o al menos del que él conocía—. ¿Qué tanta mierda dices?.

Se apartó para ver su rostro—. Ya sabes, días antes de irme, te pregunté si algún día pensaste en dejar la mafia.

Se apartó un tanto asustado—. Eres la caballa.

—En realidad, yo nunca te hubiera obligado a dejar el lugar donde sentías que pertenencias, pero siendo un poco egoísta, habría amado que vinieras conmigo. Lo siento, merecías más de lo que te dí en ese entonces.

—Maldito hijo de puta— pasó de la felicidad a la ira—. Hiciste una promesa que no pudiste cumplir.

Dió un golpe en su cabeza, claro que se tuvo que estirar un poco, pues seguían sentados en la banca incómoda.

—No, eso es por lo único que jamás me disculparé— sobó su cabeza—. Porque no importa donde sea, ni lo que haga, te amaré siempre, en cada una de mis vidas, en todos los universos posibles te amo.

Las lágrimas que corrían por los ojos zafiro fueron limpiadas con brusquedad—. Bastardo infeliz.

Se quedaron en silencio un rato, hasta que Dazai decidió hablar—. Sé que es un poco injusto, pero me gustaría hablar contigo, sin que me maltrates, cómo en los viejos tiempos.

—¿Crees que te lo mereces?— quitó las manos de sus ojos—. Es muy valiente de tu parte siquiera pensarlo.

—No tenemos que salir, solo quiero estar cerca de ti— su mirada se perdió en aquella calle poco transitada—. Es mucho pedir, pero quisiera enmendar mis errores, al menos contigo.

Lo pensó unos minutos, en realidad no odiaba a Osamu, el pequeño mafioso detestaba la forma en la que terminaron las cosas, que fue durante apartado, y después abandonado.

—¿De verdad habrías querido que yo escapará contigo?.

—Con todo el corazón, pero no me habrías seguido, ¿Verdad?.

—Ni en un millón de años— soltó una risita—. Hagamos un trato.

—Vas a perder contra mi— alzó los hombros.

—Hablemos un poco, de vez en cuando, pero dame un buen vino— se puso de pie para alejarse un poco—. También te quiero cerca, pero no tanto.

La cara de Dazai reflejaba felicidad pura, tanta como para querer llorar, pero se contuvo—. Gracias, chibi.

Así fué como el pelinaranja lo dejó solo, mientras reflexionaba sobre cómo podría lograr hacerlo un poco más feliz. Pasaron minutos dónde no se le ocurría mucho, y comenzó a llover.

—Que mala suerte— murmulló, pero fué cubierto por el paraguas de un niños que aparentaba tener doce años.

—Te mojarás, señor vendas— se acomodó para taparlo mejor—. ¿Cómo te fue?.

—Sabía que de verdad era él— sonrió sosteniendo la sombrilla con su propia mano—. Creo que tengo una buena oportunidad de hacer algo bien. Gracias pequeño amigo.

—No te hagas ilusiones, él me agrada más que tú— levantó los pies para jugar con ellos.

—¿Qué tanto le mostraste?— se inclinó para ver su cara—. Estaba muy asustado.

—No te incumbe— sonrió de oreja a oreja—. Al menos ahora ya no me duele.

—Cierto, comentaste que te dolía si un alma estaba triste.

—Lo demás depende de ustedes— saltó hacía enfrente, y su cuerpo estaba siendo empapado, pero ni se inmutó—. Un alma gemela es una entidad separada con la que uno ha pasado muchas vidas como amante, o compañero. A veces son de manera romántica, pero depende de los individuos.

—Ya lo sospechaba— cerró los ojos unos segundos.

—Bueno, ambos decidirán que tipo de relación tendrán, ya hice lo más difícil, que coincidieran— agitó su mano levemente—. Me despido de ti porque lloraste aún más que ese chico, era patético ver cómo te retorcías de dolor. Eres como un bebé.

Su semblante se puso un poco más serio—. Es algo así como la culpa, porque la mayoría de esos escenarios eran producto de mis acciones.

—Vaya, y yo que creía que solo eras otro bastardo prodigio— soltó una carcajada—. Nos vemos, señor vendas.

—Adiós, Aizen Mō-ō.

Extra:

—¿Y si todo fue un sueño?— regresó a la sede, después pediría que alguien fuera por el coche que lo llevó hasta donde era su misión y se desmayó.

—Buenas noches, Chuuya-san— Akutagawa pasó junto a él.

—Te lo tenías bien guardado— reprimió una risita burlona, pero fué en vano.

—¿Qué cosa?— frunció el ceño.

—Nada, luego hablaré contigo sobre que se hace en las despedidas de soltero— cubrió sus labios con la palma de su mano.